1.- La utilización del doble pivote por parte de Vicente del Bosque puede gustar o no a la mayoría del público español. Probablemente sea mayoritaria la opinión negativa. Es muy cuestionable la productividad de dicho sistema táctico contra equipos de un nivel claramente inferior a la selección campeona del mundo y de Europa. Cuando jugó Xabi Alonso solo contra Bielorrusia, las posibilidades de creación de juego se multiplicaron y el resultado fue el espectáculo que sólo unos pocos afortunados pudieron ver.
2.- Pero lo que no debería generar controversia es que la pareja Xabi-Busquets ha resuelto con más sobriedad que brillantez los duelos grandes, los partidos en los que España ha mostrado al mundo su inmortalidad. La selección buscaba sobrevivir a su propio éxito y esa dupla fue parte esencial para culminar el reto. Seguridad, saber estar, sobriedad. Eso es lo que aporta el bloque que forman juntos madridista y culé y lo que ha faltado hoy.
3.- Contra un equipo que se cierra atrás, el dominio de España es, además de obvio, peligroso para el oponente. Idea de Didier Deschamps o no, el inicial repliegue de tropas y los sucesivos rearme y expansión le ha salido probablemente mucho mejor de lo que tenía en mente. Planteó un once sólido (a priori) atrás, con dos líneas de cuatro y tres hombres llamados a evitar la fluidez del balón entre los pies españoles, pero que fueron agrietadas por la velocidad de percusión inicial de los locales.
4.- Las lesiones han marcado el partido de España. Esas epidemias futbolísticas en selecciones, quién sabe si evitables durante la temporada, han eliminado primero al mejor jugador español el pasado viernes. Y aunque Santi Cazorla no está a un nivel inferior al de David Silva, son jugadores diferentes y el canario probablemente habría sido más determinante en la noche del Calderón. En un torrente de pases veloces y precisos, la ruptura hacia el gol con un último pase lo hubiera dado Silva, no Cazorla. Más tarde, otra lesión muscular ha apartado a Arbeloa, cuyo rigor táctico en defensa está suficientemente probado.
5.- España estaba manteniendo el nivel del viernes, basado en el movimiento rápido del balón, con no más de dos o tres toques por jugador, el cambio de posición que sorprendiese a los franceses y el robo rápido tras pérdida. Esto último fue el gran logro inicial hasta el gol de Ramos. Al juntarse tantos jugadores de rojo alrededor del balón, al más mínimo pase incorrecto y recuperación francesa, tres o cuatro españoles rodeaban al reciente poseedor del cuero que, incapaz de aguantarlo, lo perdía. Y esto generaba nuevas situaciones de ataque, más peligrosas al pillar al rival desplegándose.
6.- A pesar del brillante juego colectivo, el gol llegó en un saque de esquina que dejó al descubierto los defectos franceses. El centro desde el banderín de Xavi es buenísimo, como habitualmente, pero lo extraño es ver al mejor rematador de cabeza de España muy sólo en el borde del área pequeña y, lo que es peor, mientras Ramos se lamentaba del fallo, recibía la asistencia de Pedro, luchador, y remataba a placer la meta de Lloris.
7.- La sensación en las gradas rojiblancas del estadio madrileño era que el trabajo, en su mayor parte, ya estaba casi terminado. Y eso que tan sólo transcurría el minuto 25 de partido. La tranquilidad de la parroquia pareció transmitirse a los jugadores que, inconscientemente, dieron un paso atrás o Francia hacia delante, como quiera verse. Los bleus comenzaron la reconquista y empezaron a olvidar ese creciente sentido de inferioridad que les evitaba luchar en igualdad de condiciones contra España.
8.- Hoy también ha sido el día en el que hemos visto cómo Xavi fallaba un pase fácil. A partir del bajón en la presencia de Xavi, a quien Francia ha presionado con acierto, el juego de España ha sido previsible y exento de profundidad. Los pases en profundidad los intentaba Fàbregas, pero no ha sido su día, fallo de penalti incluido.
9.- El trabajo de Xavi en la selección una vez pierde presencia con los minutos pasa a ser de Xabi, quien a su vez deja el puesto de ‘5’ a Busquets. Hoy Alonso no podía hacer eso porque el compañero al que le cede el puesto de pivote más retrasado estaba aún más atrás que él. El donostiarra lo intentaba, pero no podía dar abasto entre el control de la primera línea defensiva y la creación de juego.
10.- El gol de Francia era cuestión de tiempo: el hecho de que haya llegado en el último minuto, pasado incluso el tiempo añadido, es circunstancial y tan sólo sirve para el jolgorio galo y pesadumbre española. La valentía de Deschamps (aunque tampoco le quedaba otra) fue su acierto. Sacó del campo a Gonalons, una sombra, y metió al eléctrico e hiperactivo Valbuena para despertar a Ribéry y colocar a Benzema en la punta, lugar que nunca antes había ocupado en el partido.
11.- Los tres jugadores franceses tuvieron el acierto de percibir que el costado derecho de la defensa española se había debilitado y multiplicaron su volumen por esa zona, siempre en 3 contra 2, sucediéndose las ocasiones. Juanfran, intrépido siempre en ataque (como buen extremo original), se vio superado por el vendaval francés. Su pérdida en el minuto 93 terminó con su mal día en su estadio.
y 12.- La sensación que deja en el paladar el gol de Giroud es mala, pero en ningún caso es ‘fin de ciclo’ y algunas cosas que vislumbro que se dirán, ni mucho menos. España se perdió en su letargo, se creyó superior y dio el partido por ganado. Después, trató de defenderse y no supo hacerlo sin el balón, quizás errando en la comprensión y gestión del tramo final. Sólo es un aviso a navegantes, nada más.
* Jesús Garrido es periodista.
– Fotos: Pierre-Philippe Marcou (AFP) – Juan Medina (Reuters)
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