"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
En la Maratón de Berlín vivimos un final que no estuvo exento de polémica por la actitud de Kimetto, que no se esforzó para dejar ganar a su compañero Mutai. Las razones de su acto las comentábamos el mismo día de la carrera: se estaban jugando 500.000 dólares (390.000 euros).
El acuerdo entre atletas es muy inusual en atletismo. Hay una norma no escrita que ve bien que dos atletas entren de la mano. En España hemos visto como Mari Cruz Díaz y Reyes Sobrino lo hicieron en su día. Las marchadoras catalanas entraron de la mano en el Europeo júnior de 1985, en Cottbus. Su acto les reportó dos medallas de oro, ya que la foto-finish no pudo separarlas. Esta falta de competitividad es respetada y hasta considerada como un acto de compañerismo en el mundo atlético. Sin embargo, la actuación de Kimetto es criticada por falta de competitividad.
Indurain se pasó la vida haciendo de Kimetto y eso era considerado un acto de generosidad por parte del gran campeón navarro. En atletismo se ha machacado a los atletas y no seré yo quien defienda su actitud. Aun con todo, ha habido voces que no defendieron su actitud pero sí la entendieron. Ed Ceasar –que está escribiendo un libro sobre la maratón y que vive en Iten (Kenia)– dijo: “Si Kimetto hubiera ganado, todo el mundo en la pequeña villa donde viven Mutai y Kimetto (Kapn’gtuny) hubiera perdido”. Las voces contra la actitud de los atletas han sido muchas, pero casi nadie ha arremetido contra la WMM (World Marathon Majors) que fue la organización que implantó un sistema de premios que se ha demostrado estar lleno de fallos.
Desde 2006, las 5 grandes maratones del mundo se agruparon con la finalidad de dar auge y realce a sus pruebas. La idea inicial era equiparar el mundo de la maratón al del tenis y el golf, con unas pruebas que acapararán más premios y más repercusión mediática. Es evidente que han ganado en presencia en los medios; cada vez más atletas quieren participar en estas maratones, las cuotas y los requisitos para entrar son cada vez mayores, la demanda del atletismo popular va en constante aumento, muchos maratonianos buscan completar las 5 grandes y muchos patrocinadores se vuelcan en estas maratones.
Son una fuente de negocios inmensa para la ciudad. La maratón de Nueva York supone unos ingresos de 340 millones de dólares. Son miles de participantes, familiares y amigos que gastan en hoteles, comidas, viajes, entretenimiento, etc. A ello hay que sumar los gastos directos de carrera y el aumento de las donaciones caritativas, algo que se inició en la maratón de Londres pero que ha tenido una rápida expansión en sus pruebas hermanas. Además, hay que sumar 2 millones de espectadores en la calle.
Los servicios que ofrecen al corredor son, en algún caso, cada vez peor. Se intenta batir el récord de participantes año tras año, alcanzando cifras tan elevadas que no permiten al atleta que va en el pelotón hacer buenas marcas: van tropezando, pasando gente constantemente. En Nueva York intentaron este año no tener servicio de guardarropa, lo que significaba que el atleta que llegaba a meta no tenía ropa, ni móvil, ni mochila, ni documentación. En noviembre suele hacer mucho frío en Nueva York. El revuelo en las redes sociales fue muy activo y a la organización no le quedó más remedio que rectificar.
Se observa que cada maratón de los 5 que componen los majors tiene vida independiente y que buscan su bien propio y no les importa nada el bien común. La WMM son una manera de que todo se centralice en estas maratones en detrimento de otras. Dubai, Ámsterdam, Hamburgo, Frankfurt o Rotterdam tienen mejores circuitos que la mayoría de las majors; París y Tokio no le tienen nada que envidiar en cuanto a participantes, pero ellas son las que acaparan toda la atencíón. Pero carecen de información conjunta. Las maratones hacen constantes comunicados a la prensa con noticias relacionadas con su propia maratón, pero son pocos o nulos los comunicados que hacen en su conjunto.
El día anterior a la maratón de Berlín repasaba la página de la WMM para ver las distintas posibilidades que se podían dar para la lucha de la general. La sorpresa fue mayúscula al comprobar que la WMM tenía la información en su web equivocada. Según ellos, en caso de quedar segundo Mutai en Berlín tendría garantizada la victoria, ya que Wesley Korir, aunque ganara en Chicago, quedaría empatado con Mutai y, en caso de empate, se dirimiría por enfrentamientos personales y en ese caso ganaba Mutai. Esta información que daban en su propia web era errónea: en caso de empate a puntos el ganador sería Korir. Ambos atletas tuvieron un solo enfrentamiento directo (Boston 2012) y en esa ocasión ganó Korir y Mutai se retiró.
Pero no era la primera vez que metían la pata. El error más grande se produjo en la edición 2007-2008. Al final llegaron empatadas Wami y Mikitenko. Los organizadores no habían previsto que se diera esa posibilidad del empate y se reunieron para ver qué hacían. Todo el mundo pensó que repartirían entre ambas atletas los 500.000 dólares de premio (250.000 a cada una), pero la decisión fue bien distinta: otorgaron el premio a la atleta alemana aduciendo que había conseguido los puntos en menos carreras. Pero esta normativa no existía hasta esa fecha; se aplicó una norma con carácter retroactivo. A partir de ese año establecieron unos criterios para desempatar. Primero, enfrentamientos personales entre atletas; luego, número de carreras ganadas; tercero, menor número de carreras; y en caso de continuar con el empate se miraría la media de marcas que han realizado. Otro elemento a considerar es que la puntuación de los Majors utiliza ciclos de dos años, pero se nombra un vencedor anual. Como resultado, el segundo año de una serie (por ejemplo, 2011-2012) es también el primer año de la serie siguiente (por ejemplo, 2012-2013). Con este sistema puedes recompensar a un atleta por los mismos logros dos veces. De hecho ya se han dado varios casos de atletas que han vencido varios años consecutivos gracias a este sistema. Tampoco parece muy justo el reparto de premios. El primero gana 500.000 dólares y el segundo de la general no gana nada. Otro elemento que ha sufrido muchas críticas es la desproporción en el reparto de puntos. El primero obtiene 25 puntos, el segundo 15, el tercero 10, el cuarto 5 y el quinto obtiene un punto. Episodios como el vivido en Berlín serían fácilmente evitables con un reparto más equitativo o, simplemente, aumentando los premios por maratón y restándolos de la general.
Sólo una vez se decidió la WMM en enfrentamiento directo, en la maratón de Chicago en 2010. Se lo disputaban Kebede y Wanjiru y el enfrentamiento deparó un final espectacular.
En la carrera femenina tendremos un enfrentamiento directo en Nueva York. Edna Kiplagat y Cherop están separadas tan solo por 5 puntos, pero tendrán que superar a Keitany, que no correrá por lesión pero que encabeza la clasificación. Si alguna de las dos gana en Nueva York, la superarían, pero el segundo puesto no les serviría. Kiplagat pierde en enfrentamientos directos con Keitany y a Cherop no le alcanzarían los puntos para superar a Keitany si quedara segunda.
La actitud de Kimetto-Mutai no es la primera ni será la última en la historia. Ha habido otras, como el acuerdo tácito entre Tergat y Korir en Berlín en el año 2003. Tergat se llevó el récord del mundo y Korir entraba pegado a sus talones. Hubo una clara diferencia con lo ocurrido este año: en el 2003 la llegada fue rápida, mientras que la de hace un par semanas fue a cámara lenta. Hasta el kilómetro 40 los tiempos eran muy cercanos al récord de Makau, pero el final marcó la diferencia: 6:53 en el último 2.195 por 6:23 el día del récord de Makau. Exactamente el mismo tiempo que realizó Kipsang en Frankfurt 2011 (2:03:42).
En el pasado hemos tenido alguna otra historia de amaños entre atletas. Bernard Barmasai, corredor de 3.000 metros obstáculos, era uno de los contendientes a llevarse el millón de dólares que tenía de premio la antigua Golden League. En la Weltklasse de Zurich en 1999 instó a Chris Kosgei a que redujera el ritmo y le permitiera ganar para llevarse el premio de la general. Hasta esa carrera había ganado todas las pruebas anteriores. En ese instante restaban solo dos pruebas para la conclusión de la Golden League y quedaban cuatro contendientes para alzarse con el premio. Barmasai fue descalificado, por lo que no pudo optar al Jackpot.
También se ha dado el caso contrario: atletas que eran amigos y que uno de ellos ha privado de un suculento premio a otro. El más recordado es el caso entre Dibaba-Defar. En el año 2006, Dibaba afrontaba la reunión de Berlín empatada con Sanya Richards, Wariner y Powell en la lucha por la general de la Golden League. De ganar su carrera entraría en el reparto del Jackpot, pero Defar le aguó la fiesta. La vigente campeona olímpica de 5.000 venció y Dibaba se quedó sin premio. La relación entre ambas atletas etíopes no ha vuelto a ser la misma. En Londres hemos visto a Dibaba corriendo unas semifinales en 60 segundos la última vuelta simplemente para que no le ganara Defar. Fruto de ese esfuerzo innecesario se lesionó y salió tocada a la final en la que solo pudo ser bronce.
* Óscar Fernández Villar.
– Fotos: AP – World Marathon Majors – Jeon Heon-kyun (EFE)
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