1.- Un equipo no se puede entender sin todas sus piezas, las que suman y las que restan. Sin embargo, como en muchos otros equipos, hay jugadores que despuntan en determinados momentos y con una influencia brutal. Willy Caballero ha vuelto a ganar. El Málaga es un colectivo que, indudable y justamente, se debe a la idea y a algún baluarte individual, pero en el 2013 se debe a un nombre: Willy. No solo ha sumado, sino que ha transmitido la angustia al rival. La portería se hace diminuta. Y van todas este año y muchísimas en esta temporada. Definitivamente, Caballero recordó aquella frase célebre de Dikembe Mutombo: «Not in my home!».
2.- El Athletic, por su parte, transmite sensaciones malas. Los impulsos europeos que la temporada pasada daban gas para varias jornadas, esta no dan ni para varios minutos. Dominó 10 minutos de la primera parte (en torno al 30’) que hicieron exhibirse a Willy. Expuso, pero se encontró al portero. Más allá del partido (descomunal) del argentino, la determinación en el área fue débil. Ni con Llorente y Aduriz en el césped.
3.- Bielsa dio entrada a San José (lesión de Gurpegi) en el minuto 25. El Málaga cedió parte del dominio por dos motivos: a) San José no reculaba como Gurpegi, aspecto que, a menudo, le pasaba una factura tremenda, pero en ese instante fue bueno para el Athletic, que estaba hundido hacia Raúl –correcto partido–; b) Aunque se predique, la esencia del Málaga no es la eterna posesión, sino que Pellegrini entiende que llegará antes teniendo el balón. Pero se siente cómodo en el repliegue medio. Se mueve a tenor de sensaciones por distintos contextos, lo que lo hace aún más peligroso.
4.- El Athletic se desperezaba agitando por dentro y estando al acecho de los rechaces. Mucho más enchufado a la segunda línea que el Málaga, que suele sufrir cuando se coloca en esa especie de 4-3-1-2 que propone Pellegrini cuando juega con Camacho o Toulalan solos. Pero, a diferencia de otras veces, Antunes y Sergio Sánchez fueron rigurosos tácticamente, aguantaron la línea de cuatro y Camacho fue ayudado por Piazón y Portillo. El Málaga superó a un Athletic débil en la salida, solo con Ander –in crescendo– para fluir.
5.- Pero los de Bielsa quisieron. Lo intentaron. La entrada de Llorente dio un poco más porque Weligton y Lugano ya estaban fijados y reculando hacia Caballero. Pellegrini quitó a Baptista por Toulalan. Y el francés, como poco, igualó la batalla del inicio, se soltó y presionó la salida, pero el Athletic consiguió, aun sin demasiada frecuencia, salir por fuera. Solo por la derecha con Iraola. De discreto a correcto, pero el equipo vasco se quedó en el intento. Por falta de pegada y por carácter, amén de un ejercicio de interesantes correcciones de Lugano y Weligton.
6.- Entre tanto, Piazon fue capaz de sonreír por primera vez en el Málaga. Fue, de los hombres de campo, el mejor del Málaga en la segunda parte. Su asociación en los últimos metros fue buena y sus conducciones, peligrosas, hasta el punto de que su mapa de influencia (cortesía de @38ecos) evidencia una acción interesante desde fuera hacia dentro.
y 7.- El Athletic murió y vivió gran parte de la segunda parte cerca de Caballero. Sin someter al Málaga, pero con un nivel digno. Tal vez excesivamente discontinuo, dependiendo de la influencia de Ander y la actividad interior de Ibai, el menos rígido de los de arriba. Sin buenas sensaciones, pero exigiendo a Willy. Aun así, durante todo el partido concedió demasiadas facilidades en la transición defensiva. Bajo la opinión de quien les escribe, los resultados son peores que las sensaciones. Obligó a Caballero a parar seis veces, una más que Raúl. Precisamente Willy fue el responsable. Una mezcla de Sterbik y Mutombo y su caballería aérea para ganar antes de la Gran Batalla. Como las del (recuperable) Athletic 11/12.
* Fran Alameda.
– Foto: Carlos Moret (SUR)
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