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"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz


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Willian

por el 16 enero, 2014 • 13:15

Cuando un jugador brasileño coge el avión en su país, todos esperan que desembarque en Europa occidental, en las grandes ligas. Ahí, en ese avión, se consigue la fama mucho antes que el prestigio, como si de pobre a rico. De hecho, muchos jugadores se perpetuaron saltando equipos porque un día recuerdan haber hecho una bicicleta que les valió un avión. Willian, sin embargo, saltó a Ucrania, y de allí a Rusia, donde la sospecha en clave económica crece en la misma proporción que decrece el interés por el jugador. Sin embargo, el ahora futbolista del Chelsea pulió su talento siendo el genio sublime (con alguna interrupción brasileña, lamentaría Baudelaire) en el Shakhtar y pasando por el Anzhi como la maquinilla por la barba de un hipster: de puntillas.

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FICHA TÉCNICA
  • Nombre completo: Willian Borges da Silva
  • Nombre futbolístico: WILLIAN
  • Fecha de nacimiento: 09/08/1988
  • Nacionalidad: Brasileña
  • Altura: 1,74 m
  • Peso: 70 kg
  • Club: Chelsea FC
  • Campeonato: Premier League (Inglaterra)

 

  • Ámbito físico

Willian quería ser alto y eso se manifiesta en cada zancada erguida que da, como si quisiera estirar su cuerpo buscando apurar centímetros al cielo. Esta conducción tirante, y por ende de apariencia y realidad potente, le hace visual y resistente al choque, aunque precisamente no tenga un tren inferior (ni superior) especialmente desarrollado para no caer en cada choque. El jugador del Shakhtar era un mediapunta revestido a la banda a favor del colectivo y de su responsabilidad –uno rinde mejor y se divierte más cuando puede echarse algún baile libre de pecado–. Pero en el Chelsea la única samba la baila Mourinho en las salas de prensa, y tanto Willian como el resto de mediapuntas tiene una obligación colectiva que deriva en ayudas defensivas a los laterales o, en el caso del ’10’ puro, al habitual doble pivote.

El brasileño no contó desde el principio para Mourinho, pero se ha ido asentando a partir de una sorprendente capacidad defensiva, amén de su clarividencia creativa y ofensiva. Podemos decir sin temor que su resistencia a esfuerzos cortos es positiva y sus esfuerzos largos demuestran evolución en cada encuentro de cierta exigencia. Por la génesis ofensiva del Chelsea, en la que los dieces alteran posiciones e incluso se encuentran en el camino, Willian cambia de situación permanentemente, cada vez con más solvencia. Tiene, además, pausa mental, aunque su voluntad de altura estirada no se la conceda visualmente. Se para y piensa. Acelera y pasa, cambia el ritmo y dribla, preferentemente hacia su lado derecho (hacia dentro o hacia fuera, según la banda), o sea, el bueno. También su golpeo era responsable de lo que por él pagó el Chelsea. Eminentemente diestro para la orientación del cuerpo y los controles, Willian utiliza la izquierda para no caerse al suelo y lanzar algún disparo. No renuncia a ella, pero todo él está viciado a su pierna derecha.

  • Ámbito psicológico

En Willian se observa una tendencia creciente al trabajo constante a favor del colectivo. Sin embargo, siempre ha cargado con el peso de la malentendida intermitencia, puesto que su función en el campo es (o ha sido) arriesgar de manera permanente. Su personalidad, pareciera que no del todo brasileña, es esforzada y más inteligente que visual, aunque su cuerpo y la melena radiante de enredos pongan prosa a su jugabilidad. Mourinho ha matizado el concepto del Willian del fútbol frío, de temperatura. Ahora se aprecia un jugador con tendencia colectiva, intensidad mourinhista y una concentración que se le escapaba de la cabeza como si fuera un rizo de David Luiz. 

Quizá en un menor grado de elogio habita la toma de decisiones de Willian, no solo por ser buena o mala, sublime o pésima, sino por la velocidad de las mismas. El paso de Brasil a Ucrania (apenas Rusia) y la marcha a Inglaterra obliga a Willian a acelerar antes, a ejecutar más rápido. Trata de recibir alejado de la marca, pero le cuesta girar y ablanda su toma de decisiones, que, aunque parecía individualista, la marca colectiva de uno para todos ha sometido al grupo. Digamos que el aprendizaje es visible.

  • Ámbito técnico

Willian es esto, un jugador técnico, con talento para innovar jugadas, pero, sobre todo, un jugador visiblemente ágil con la pelota en los pies. Más conductor que pasador, bastante más, de hecho. Su control lo quiere la derecha y, como ya hemos mencionado, siempre orienta para que su mejor pierna haga el segundo toque. Si bien es cierto que no todo lo dinámico que se puede pedir en la Premier, Willian controla y no pierde el balón, que es más importante incluso que controlar y darlo para que no te la quiten. La conducción, señaladamente elegante y con cierto aire de altura, es la mejor de sus herramientas, su finta engaña, encoge, para, sienta y arranca para que salga, desde cualquier zona de los tres cuartos hacia fuera o hacia dentro, pero en la mayoría de casos hacia la derecha.

En la dulzura técnica que traen los brasileños en el primer cromosoma visible, Willian es capaz de alternar la dulzura del borde interno de la bota con la fuerza del empeine, aunque su preferido sea el romántico interior. Al palo largo. Como si lo viéramos. Finta. Disparo. Gol. Arma rápido y sorprende más. Sin ser un privilegiado para el golpeo, conviene señalarlo como una de sus notables herramientas junto a la conducción más finta o regate, al que siempre acompaña el pertinente cambio de ritmo para superar el rival. Willian lo intenta y lo consigue, aunque en su mutación comienza a haber un pase más, fruto evidente de un cambio personal y de la compañía en el Chelsea.

  • Ámbito táctico

Willian es mediapunta. De los tendidos a la banda para poder respirar y echarse un baile, de los que recogen el balón pegado a la cal para intervenir menos pero intervenir mejor, de los que no soportan, quizá, el peso del partido, pero sí de una jugada. O sencillamente de los que no aparecen tanto en el área como su posición apunta en la chincheta que señala el imaginario dorsal de su camiseta. En el Chelsea, en su común 4-2-3-1 puede aparecer en cualquiera de las tres posicionas que escoltan al ‘9’ con sus correspondientes matices que persiguen, fundamentalmente, a su salida con regate o incluso sin él. En la derecha va hacia fuera y en la izquierda hacia dentro, aunque la convivencia habitual en la siniestra le haya enseñado también a acabar en el borde externo del área, o sea, en la salida hacia su izquierda tras regate o balón largo. Conviene no olvidar su importante zancada real más allá de la apariencia.

En la fase ofensiva, Willian asume caudal. Asumido que el rol de la píldora exacta recae sobre Hazard, el brasileño necesita aparecer, casi siempre con cierto espacio para poder girarse hacia la portería y situar todo lo que está pasando. Su primer toque no le facilita aspectos tácticos salvo en la definición, o sea, en el fin de lo táctico y el principio del olfato. Balón al pie y conducción, finta, búsqueda de apoyo para la pared y pase final. O incluso cambio de orientación. Willian es preciso y precioso, es un brasileño europeizado de buena manera. Incluso su posible déficit de dinamismo queda curado con los cambios de ritmo, tan sonoro el frenazo muscular en cada parada.

La última de las acepciones de Willian, quizá la menos importante en otro equipo que no fuese el Chelsea de Mourinho, es la defensa. Mencionada ya la evolución, al exjugador del Shakhtar se le ha contagiado cierto espíritu de Oscar en lo que a robar se refiere. No tiene la técnica defensiva de su compatriota, pero existe la voluntad que ya dijo De Vigny que era lo que transportaba montañas. Willian llega al lateral, recorre y llega al área contraria. Aún no dura todo el encuentro, pero en los giros de intensidad del Chelsea sorprende tanto como en su día Oscar o Hazard. Willian va camino de Mourinho, y esto en lo táctico es mucho decir.

Como Umbral dijo de Madrid, ser mediapunta también puede ser un género literario. En la belleza de su conducción y en su imposibilidad de sublimidad baudeleriana fruto del riesgo constante, del regate fantástico y el pase último, definitivo, que hace de Celestina entre delantero y portero. Willian representa otra esencia, poco próxima al talento de ojos grandes que habita ahora en el norte de Londres, pero llena de Premier. El mediapunta de infinita técnica y cierto ritmo, capaz de acoplarse a distintos registros sin perder de vista una samba y un esfuerzo a favor del colectivo. Willian es prototipo de futuro, como los community manager o los cargos de confianza.

* Fran Alameda es periodista.


– Foto: Stefan Wermuth (Reuters)




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