La «Casa de Lancaster» vive tiempos convulsos. La derrota del sábado ante la «Casa de York» ha reabierto las hostilidades y la guerra civil dentro del rugby británico.
La mezcla del juego de palabras y los sucesos históricos de la segunda mitad del siglo XV nos sirven para contextualizar lo sucedido el pasado sábado en el primer partido realmente importante -en el aspecto clasificatorio- del Mundial 2015.
Marler-T. Youngs-Cole; Parling-Lawes; Wood-Robshaw-Vunipola; B.Youngs-Farrell; May-Burgess-Barritt-Watson; Brown. El equipo titular de Inglaterra no ofrecía ninguna duda respecto al tipo de partido que había diseñado su cuerpo técnico: jugadores de marcada presencia física para intentar someter al equipo galés que llegaba diezmado por las bajas. Stuart Lancaster es un entrenador poco dado a concesiones y con las ideas muy claras respecto a los jugadores en los que confía de cara a afrontar los partidos importantes.
El plan de Inglaterra funcionaba: manejaban diferencias en torno a los 10 puntos y los jugadores galeses (Scott Williams, Hallan Amos, Liam Williams) eran víctimas de su particular plaga de lesiones. En el escenario ideal para rematar el partido, Inglaterra optó por especular con el resultado y el desenlace es de sobra conocido. La derrota inglesa tiene una consecuencia directa: están obligados a ganar a Australia el próximo sábado para seguir aspirando a clasificarse para los 1/4s de final del Mundial.
Las críticas al equipo de Stuart Lancaster, y a las decisiones que toman sobre el campo, son siempre resultadistas. Tras el partido contra Fiyi, la entrada en el equipo titular de Billy Vunipola, Owen Farrell y Sam Burgess era solicitada con insistencia ya que habían sido los jugadores que habían cambiado el sino del primer partido. Ocuparon los puestos de Ben Morgan, George Ford y Jonathan Joseph (tres de los jugadores con mayor capacidad de creación de juego de la lista de Inglaterra). También ha quedado muy claro que Danny Care y Henry Slade han entrado en la lista de 31 jugadores como material de relleno.
Las estadísticas finales del partido entre Inglaterra y Gales todavía dejan entrever la manifiesta superioridad del XV de la Rosa durante gran parte del encuentro: 53 % de ocupación territorial, 51 % de posesión, 468 metros recorridos con la pelota -frente a 387-, 5 a 2 en scrums ganados, 2 a 1 en line outs robados… Inglaterra lo tuvo casi todo a favor menos el resultado final.
Hay un momento clave en el partido: el minuto 50. Las entradas de Ken Owens y Samson Lee (y la salida del campo de Ben Youngs en Inglaterra) mejoran el rendimiento de la delantera en el line out y el scrum. Pasan a jugar en campo inglés y a tener más posesión de la pelota, dejan la ventaja inglesa a tiro de ensayo y es así como llega la jugada más decisiva del campeonato hasta este momento: un nueve que está jugando como ala (Lloyd Williams) pega una patada con tanto criterio como fortuna, y otro nueve (Gareth Davies) consigue el ensayo que sirve para que el pie de Dan Biggar acabe sentenciando el partido.
El partido estuvo tan repleto de emoción e incertidumbre como falto de calidad en el juego desarrollado por ambos equipos. Juego y emoción no son sinónimos a la hora de definir un partido.
Hay una pregunta que flota en el ambiente respecto al XV del Dragón: ¿Qué motivos hay detrás de tantas lesiones? Más allá del infortunio y de la dureza del rugby como deporte de contacto hay una explicación subyacente, la dureza del entrenamiento militar con el que los jugadores de Warren Gatland prepararon el Mundial. Muchas de las lesiones tienen carácter muscular y son cada vez más las opiniones que señalan que pueden estar directamente vinculadas a la preparación.
La situación es tan desesperada que el cuerpo técnico galés se ha visto obligado a convocar a James Hook y Gareth Anscombe (dos de los jugadores -junto a Mike Phillips y Richard Hibbard- de más renombre que se habían quedado fuera de la lista original).
Gales, Inglaterra y Australia dependen de si mismos para ocupar los dos puestos que dan acceso a los cuartos de final. La emoción está asegurada, el juego ya lo descubriremos.
* Javier Señaris es analista de rugby.
– Fotos: WalesOnline
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