No ha sido el mejor inicio de Leo, por mucho que sus cifras goleadoras sean espectaculares. Ahora que ya nadie es tan kamikaze como para tratar de jugar de tú a tú a su equipo, el argentino encuentra escasísimos huecos por los que filtrar, ya sea él mismo o el balón.
Ese 4-5-1 que puebla especialmente la zona central y presta menor atención a las bandas está ya patentado como el sistema menos alejado de ser la criptonita de este Barça. En el mismo, Messi se encuentra con tres mediocentros y dos centrales cuya principal misión es que por su zona no pase ni el jugador ni el balón. Para conseguirlo, también han aprendido que ir a buscarle es un suicidio, por lo que optan por distintas estrategias. Un contrario le aguanta mientras el siguiente aguarda presto para cortar la acción cuando su compañero se vea superado. Tampoco se aglutinan todos a su alrededor descuidando otros pasillos, pues han probado en su propia piel que aún más letal puede ser el pase vertical al hueco que el desborde del argentino.
En esta tesitura, se requiere de una precisión máxima que hasta ahora Messi no ha tenido; la necesaria para hacerlo todo un segundo más rápido. Puede que sea por las pequeñas variantes que está introduciendo Tito en pos de dar más alternativas al ataque estático. También, y seguramente, por la cíclica preparación física del equipo. Comienzo de piernas duras, como reconoció el propio Lionel.
Sin embargo, a pesar de todo ello, ha conseguido ser una vez más el máximo goleador en jugada del campeonato. La falta de precisión en el pase o en los sucesivos regates que solo él puede hacer no han tenido eco en el remate a puerta, en el que ha mostrado un grado de acierto descomunal.
Si bien, en muchos casos, estas llegadas han venido precedidas de la reubicación de Alexis como delantero centro. Con el chileno barriendo centrales en su versión del Niño Escoba (algo que muy pocos jugadores en el mundo podrían hacer a ese nivel) a la espera de que aterrice el Niño Maravilla en Barcelona, Leo sí ha encontrado los espacios para aparecer y dar la puntilla a cuantos se han cruzado en su camino. También se ha encontrado algo más cómodo en el manejo del balón, aunque hasta el Pizjuán no fue tan trascendente en la creación como acostumbra.
También puede tener relación con lo expuesto que, hasta el momento, los extremos vienen ocupando posiciones más fijas, reduciendo al máximo esas diagonales que sí liberan espacios que el mejor jugador del mundo puede aprovechar. De este modo, con el 4-3-3 (4-3-2 + Messi, mejor dicho) ortodoxo de partida, ni Leo ni el equipo han hallado su mejor versión.
Sin embargo, fue con el 4-2-1-2 (+ Messi) de la otra noche en Sevilla cuando tanto el Barça como su estrella encontraron, durante largos tramos del partido, su mejor versión de la temporada (más allá del desacierto individual de algunos zagueros). Con su socio Cesc campando con libertad, pero tampoco barriendo ni fijando, del mismo modo que ha sucedido en otros encuentros de la temporada. Sin embargo, en esta ocasión Leo sí pudo ser definitivo, no solo con las asistencias finales, sino con su inmensa capacidad para desequilibrar lo imposible desde el inicio (con un parón importante tras el gol sevillista, eso sí).
Y es que en el 99 % de las ocasiones, con el mejor Barça se verá al mejor Messi y viceversa. Es una consecuencia lógica de la no menos lógica decisión de haber hecho girar el equipo en torno a él. Y esta versión ha llegado con un sistema mixto entre el paradigmático 4-3-2 (+ Messi) y el 4-2-3 (+ Messi y con Alexis). Sin embargo, el paso adelante que dio el otro día hace pensar que pronto volverá a ser capaz de sentirse cómodo en cualquier formación.
Lo expuesto puede sonar absurdo, pues justamente hemos considerado como la mejor una de las pocas actuaciones en las que la estrella no ha visto puerta. Pero es que lo que diferencia a la misma de los legendarios goleadores con los que se disputa los galardones individuales es que su cualidad más determinante no es el gol, por decisivo que sea, sino esa capacidad única para quebrar defensas rivales y, en definitiva, generar ocasiones de gol, aunque no sea él quien las culmine. Hasta hace poco estaba siendo equiparable a los anteriores, pero era solo el principio. Ahora ya no, ahora ya vuelve a aportar mucho más que goles. Vuelve el mejor Messi.
* Rafael León Alemany.
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– Fotos: EFE – AFP
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