1.- Hace diecinueve jornadas, una vuelta completa de liga, el partido terminaba con un abultado 4-0 que parecía impropio de un enfrentamiento entre dos equipos punteros de nuestra competición. Evidentemente, el Real Madrid tiene ese nivel y esa capacidad de golear a casi cualquiera en el campeonato doméstico. Tras el bache de juego y resultados de los blancos en la liga, y considerando las bajas con las que se presentaba, el de Anoeta se postulaba como el partido más complicado de lo que restaba. Y lo solventó con la misma holgura que en la ida.
2.- Con las ausencias de Cristiano y Di María en el once inicial (aparte de las habituales de larga duración), Illarramendi ocupaba el interior derecho e Isco la banda izquierda, posición habitual para él en Málaga. La Real Sociedad planteaba algo similar a lo que hizo contra el Barcelona, con un centro del campo compacto, físico e intenso, en rombo estrecho, con Canales en la mediapunta y los dos velocistas arriba para terminar jugadas y marear a la defensa blanca.
3.- Presión alta de la Real, recuperaciones rápidas de sus centrocampistas y salida vertical hacia las bandas buscando a Griezmann y Vela. También en largo desde Bravo para conectar rápido con los de arriba y jugar en campo contrario con los más habilidosos. El plan de la Real funcionaba. Al Madrid le costaba mucho superar la presión, no encontraba a sus delanteros y no se acercaba con peligro. Los locales sí generaban algún problema a balón parado o metiendo balones en el área para, al menos, inquietar a Diego López.
4.- Con el paso de los minutos, el Madrid fue calmando el partido, consiguiendo posesiones más largas y generando, poco a poco, ataques en estático. Isco y Modric cargaban el juego en el sector izquierdo, alternando posiciones, con el croata como principal arma para conducir el balón y poder eliminar rivales para avanzar. Posteriormente fueron Xabi y especialmente Illarramendi los que se sumaron a los intentos de construir. La circulación del balón era lenta, por lo que los cambios de juego eran esenciales para abrir espacios, y en esto los exrealistas se sienten como peces en el agua.
5.- El cambio más radical en el transcurso del partido tuvo lugar cuando Ancelotti mandó a Bale a la izquierda, su banda natural, para juntarse con Modric y Benzema por allí y poder generar peligro más cerca del área, con la verticalidad y profundidad que caracterizan al galés. La Real comenzaba a encerrarse, y era Illarramendi el que daba un paso adelante para presionar, robar y permitir ataques con mayor continuidad. Gracias a esa situación llegó su gol, ya que había tirado un desmarque previo que le hacía estar en el punto de penalti tras el tiro de Benzema. Una vez más, la buena disposición táctica para defender bien era importante para atacar bien. Y así, con un increpado Illarramendi, que no celebró su gol, el partido se iba al descanso.
6.- Durante los primeros minutos de la segunda parte, la Real intentaba repetir el inicio de la primera, con la presión y alguna llegada, pero no aguantó mucho tiempo así. Los contragolpes lanzados por Modric e Isco suponían ventajas para Bale y Benzema, que encontraban espacios y rondaban la portería de Bravo. Partido de ida y vuelta durante unos minutos. Arrasate dio entrada a Agirretxe, que podía ser un argumento más para derribar el muro que conformaban los cuatro defensores madridistas, pero se encontró con una pérdida de Bravo y una definición exquisita de Bale desde larga distancia que ponía el 0-2 en el marcador y dejaba las cosas de cara para el cuadro merengue.
7.- Con la nueva disposición realista, el Madrid estaba más exigido atrás, pero gozaba de mayores espacios arriba, donde Isco, Bale y Benzema podían combinar y participar activamente en el juego. Y en el aspecto defensivo se recuperó esa solidez, ese equilibrio perdido en Sevilla, con una pareja de centrales soberbios, un Carvajal mucho más concentrado y acertado en sus decisiones y un Nacho al que el adjetivo de cumplidor se le empieza a quedar corto.
8.- Las transiciones iban tiñéndose de blanco con el paso de los minutos. Modric, fiel a la regularidad, conseguía hacerse importante cerca de las dos áreas, y Alonso e Illarramendi sujetaban más al equipo sin olvidarse de ayudar a alzar el vuelo en ataque. Una segunda parte muy completa de las tres líneas del esquema de Ancelotti, que respiraba tranquilo al ver que su equipo respondía.
9.- Entraron Di María y Morata para agitar el encuentro en los últimos minutos. Pepe anotó el 0-3 tras una combinación de los dos centrales blancos a la salida de un córner, y el 0-4 lo firmó Morata tras un delicioso pase de Di María que le permitió al canterano blanco ganar la espalda a la defensa, plantarse ante Bravo y definir sin complicaciones al palo largo.
y 10.- Solo haciendo un partido redondo el Madrid podía imponerse con semejante claridad en un campo tan complicado. Volver a hace tres semanas, a antes de recibir al Barça con sus cuatro goles, a no encajar, a la solidez, a ganar de una forma u otra, con bajas o sin ellas, con mayor o menor brillantez. Volver a irse por delante al descanso tras cuarentaicinco minutos ciertamente igualados, a insistir una y otra vez, a buscar los aciertos y a forzar los errores hasta que cayeran los goles. Volver a competir.
* Juan Zubiría. Sitio web: desdelazonamixta.wordpress.com.
– Foto: Vincent West (Reuters)
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