La barrera de los 7 metros en el salto de longitud femenino fue superada por una lituana nacida en Pakruojis. Vilma Bardauskiene, que competía por la URSS y cuyo apellido de soltera era Augustinaviciute, batió dos veces el récord del mundo con 7.07 y 7.09.
Bardauskiene nació el 15 de junio de 1953 y tenía una estatura de 1.72 m, por 61 kg. de peso. Empezó a destacar ya de júnior con un salto de 6.37 en 1971. Anteriormente había llegado a 5.05 (1967), 5.96 (1968), 6.12 (1969) y 6.13 (1970). Era bastante rápida, ya que llegó a correr los 100 metros en 11.2.
Pero las lesiones truncaron su progresión y además a ello se unió el deseo de ser madre. En 1972 llegó en la temporada de pista cubierta hasta 6.35, y luego tuvo tres temporadas prácticamente en blanco. Su hijo Thomas (apellidado Bardauskas) heredó sus genes, ya que llegó a saltar 8.10 en el año 2000.
Regresó en 1976, llegando a una marca de 6.52. Al año siguiente se proclamó campeona soviética en Krasnodar con 6.82, lo que le sirvió para conseguir la mejor marca mundial de 1977.
El siguiente fue su gran año, aunque no lo empezó muy bien. Participó en el Campeonato de Europa de Pista Cubierta celebrado en la ciudad italiana de Milán, pero solo fue novena (6.15).
El récord del mundo lo ostentaba la alemana oriental Siegrun Siegl con 6.99 desde 1976. Vilma se lo quitó el 18 de agosto de 1978 (unos días antes del Campeonato de Europa de Praga) en Kishinyov (Moldavia). Fue en el transcurso de una competición denominada El día de los saltadores, y lo consiguió a las 19:20 horas con una marca de 7.07 (+1,83 de viento). También logró ese día 6.81 y 7.06, además de 7.07 ventosos. Lidiya Alleyeva (6.61) y Anita Stukane (6.47) fueron segunda y tercera.
El 29 de agosto se celebró la clasificación del Campeonato de Europa en Praga y Bardauskiene mejoró su récord mundial con un salto de 7.09 y viento nulo. Eran las 18:45 de la tarde. Pero ese momento pasó desapercibido, ya que se estaban disputando los instantes decisivos de la final de los 3.000 metros femeninos. De hecho no hay testimonio gráfico del momento.
Al día siguiente se celebró la final y la soviética venció con una marca de 6.88 (+0,9). Evidentemente, se esperaba más de ella. La acompañaron el podio la alemana oriental Angela Voigt (6.79) y la entonces checoslovaca Jarmila Nygrynová (6.69).
Siguió compitiendo en 1979, llegando a 6.49, y en 1980 saltó 6.68, pero no pudo clasificarse para los Juegos Olímpicos de Moscú, su gran objetivo. Las lesiones truncaron el gran potencial de esta saltadora. Los técnicos de su país decían que valía 7.50 metros.
* Joan Pelayo es juez-árbitro de atletismo, especialista en pértiga y miembro fundador de la AEEA.
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