Existe la creencia generalizada de que si en el Barça ni se ha visto ni se ve al mejor Villa es porque juega escorado a una banda. Que, si le pusieran de 9, arrasaría. Sin embargo, la realidad es otra bien distinta. Y es que, al decir que un jugador es mejor en una posición, se olvida con quién juega, dónde juega ese equipo y contra quién lo hace.
De este modo, el Guaje era un 9 fantástico cuando en Gijón, Zaragoza o Valencia disponía de metros que explotar a la espalda de la defensa gracias a sus inteligentes desmarques y a su potencia en carrera. Un delantero inmejorable para castigar a defensas adelantadas, el hombre que daba sentido a los contragolpes. En cambio, ni en la Selección ni en el Barcelona puede atacar en estas circunstancias. Se enfrenta a defensas cerradas jugando con equipos que rehúyen las transiciones. El espacio entre los centrales y el portero es tan pequeño que es casi imposible recibir en el mismo. Atado en corto, y sin que sus desmarques puedan ser definitivos, Villa se ahoga. Pero, por suerte, se maneja con acierto en otras posiciones, liberado de la opresión de los centrales.
El mejor ejemplo de ello se vio en la Selección. En la Eurocopa 2008 y el Mundial 2010 brilló cuando hubo otro delantero centro (Torres), ocupando él otra demarcación, y fue intrascendente cuando le tocó ser la punta de lanza. Pese a disponer raramente de espacios (alguna vez en aquella Eurocopa, prácticamente ninguna en el Mundial), la presencia de otro jugador que distrajera la atención de los centrales le daba a él la posibilidad de ser decisivo, de recibir con menor oposición y de aparecer en lugar de estar, manera de la que indudablemente se siente más cómodo. Poco importó a efectos prácticos que en un torneo jugara por detrás de Fernando y en el otro a su izquierda: la situación era la misma. Sin embargo, cuando el pésimo estado de forma del Niño llevó a que desapareciera de las alineaciones en Sudáfrica, volvió a sentirse incómodo, como le sucediera en el debut del torneo ante Suiza. Como 9, Villa fue facilitador para que otros fueran decisivos. Con otro 9 y él suelto, facilitado y, por ende, decisivo.
En el Barça, excepto cuando le ubican de 9, se encuentra en una situación intermedia. No vive asfixiado entre los centrales, pero tampoco hay ningún 9 entre ellos que facilite que sea decisivo. Le toca ser facilitador en la banda, arrastrando o fijando al lateral y al central más próximo. Gracias a que es menos difícil desmarcarse en diagonal que en vertical cuando no hay espacios y que dispone de excelentes asistentes para encontrarle, su rendimiento acostumbra a ser bueno, aunque sin llegar a mostrar su máximo nivel. Por contra, cuando le es encomendada la función de jugar de 9 su trascendencia es muy inferior. Además, como extremo-delantero es claramente el mejor de la plantilla mientras que como delantero centro facilitador está lejos de aportar lo mismo que Alexis.
Así, a falta de metros que recorrer, siempre se verá una mejor versión de Villa jugando como 11 que como 9. Sin embargo, solo se sentirá totalmente cómodo si el 9 del equipo no es falso. Difícilmente sucederá esto en el Barça pues, estando descartado que Messi vuelva a la derecha, obligaría a jugar con 4 delanteros. Tampoco parece probable que se le vuelvan a facilitar las cosas de tal modo en la Selección, pues implicaría utilizar a 4 centrocampistas cuando Del Bosque es más propenso a alinear 5 ó 6. No obstante, en el combinado nacional sería mucho más defendible la necesidad de buscar un contexto favorable para el Guaje, pues volviendo a ser él es indiscutiblemente el jugador con mayor talento goleador del equipo.
Dicho esto, de lo que no cabe duda es de que Villa seguirá siendo un jugador muy importante pues, aunque no se le faciliten las circunstancias para decidir, siempre estará dispuesto a facilitar que lo hagan los demás.
* Rafael León Alemany.
– Foto: EFE
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