Vamos a analizar un error de Wayne Sandilands durante el partido que el Mamelodi Sundowns sudafricano disputamos el 26 de septiembre frente al Supersport United, que finalizó con el resultado de empate a cero; y cuál es nuestra manera de gestionarlo.
Tal y como podéis ver en el vídeo, en el minuto 14 de partido una inofensiva cesión por parte de uno de nuestros centrales se convirtió en una auténtica situación de peligro a causa de un error absurdo que a punto estuvo de causarnos un disgusto. Más tarde, en los minutos 62 y 93, sin apenas tocar un balón desde que se produjo el error, el propio Wayne tuvo la oportunidad de resarcirse de la jugada anterior y terminar con una actuación brillante un partido que no comenzó de la mejor manera posible para él.
El objetivo de esta texto es, además de analizar el error, exponer la forma en la que intentamos gestionar este tipo de situaciones, la de los errores absurdos. Durante la semana siguiente al partido, la víspera del encuentro de la siguiente jornada, ya en el hotel, observando por primera vez con él la acción en el vídeo, la conversación fue más o menos la siguiente. Tras pulsar el play y ver la acción, comienzo a reírme:
–¿Y esto? ¿Me quieres dejar sin trabajo? ¿Intentando que me echen?
–Es lo que tú me dices muchas veces coach, que no tengo porqué asumir riesgos innecesarios e intentar pasar el balón a la primera– dice Wayne, moviendo la cabeza, como negando, lamentándose del error.
–Madre mía, la que casi liamos –le digo, a la vez que los dos nos miramos y comienza a subir el tono de las carcajadas.
–Es que quería jugar el balón con la cabeza coach, por eso me hice el control largo.
–La verdad es que de velocidad estamos bien, se nota que estás bien trabajado –le comenté. Quizás el calentamiento no fue el suficiente y necesitabas una carrerita.
–Me imagino que viéndolo desde arriba estabas pensando en matarme.
–No, tan solo dije a la gente que estaba alrededor que yo esas cosas no te las estaba enseñando. Les dije a todos que yo ya no te entrenaba.
Tras varios comentarios en esta línea y reírnos un buen rato de la que casi liamos, y sí, digo riendo, porque la jugada es cuando menos curiosa, le añadí:
–Es un error de concentración, Wayne. Tú sabes que el terreno de juego no estaba ni está en buenas condiciones cuando jugamos en el Lucas Moripe Stadium. Como tú bien dices: no tienes la necesidad de asumir ese riesgo.
–Sí, tienes razón. No sé en lo que estaba pensando. Tenía que haber estado más concentrado.
Tras emplear más tiempo riéndonos de la jugada que de analizarla, continuamos observando el resto de las acciones del partido, todavía con las sonrisas en nuestros rostros. Os aseguro que aún habiendo acabado en gol, el tiempo empleado para comentar una situación como esta y la actitud para afrontarla hubiera sido la misma.
No hay que dar más importancia a este tipo de situaciones de la que realmente tienen. Son situaciones puntuales, que aunque siempre vienen generadas por alguna toma de decisión incorrecta o algún tipo de error, en este caso provocado por una falta de concentración, no son para mí nada preocupantes. Es por eso por lo que a menudo es bueno quitarle hierro al asunto y tratar este tipo de situaciones de esta manera. Muchas veces es bueno reírse de uno mismo. Es algo que procuro que ellos lo entiendan así, con el objeto de evitar presiones añadidas y que el próximo partido salten al campo condicionados, con miedo de cometer nuevos errores. Hay situaciones y acciones puntuales del juego que nada tienen que ver con el estado de forma ni las carencias, y que están más cerca de ser consideradas como una desgracia propiamente dicha más que como un error.
El error de Víctor Valdés en el partido de la Supercopa de España frente al Real Madrid es también otro claro ejemplo. Aunque el error en sí viene precedido por una mala decisión táctica y una mala gestión técnica de la situación, no deja de ser una simple desgracia, que para nada debe de afectar ni condicionar su filosofía y estilo de juego durante los siguientes partidos. Por eso, personalmente hubiera tratado ese error de la misma manera, no sin antes o después llegar a un consenso común sobre cuál ha sido realmente el problema o el error y hablar sobre la lectura que él hace de la situación. Ya he explicado mi punto de vista anteriormente.
No obstante, la forma de tratar este tipo de situaciones y muchas otras más dependerán también del carácter o personalidad del portero y de la relación personal que tengamos con él. No todas las personas tienen las mismas reacciones o comportamientos en situaciones parecidas. Que con Wayne Sandilands termine a carcajadas analizando este tipo de situaciones no quiere decir que con otro portero también lo haga. Tan sólo quiere decir que a mí me gusta que ellos traten este tipo de errores así y que lo vean de esta manera.
Considero que los errores están ahí, que son parte del juego, pero que nuestra labor como entrenadores de porteros es la de otorgarles realmente la importancia que se merecen. Y sobre todo evitar de cualquier manera el efecto amplificador, pues hay que tener en cuenta que una de las mayores dificultades de esta demarcación es la de sobrevivir al error.
* Jon Pascua Ibarrola es entrenador de porteros Mamelodi Sundowns F. C.
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