Llegaba el Borussia Dortmund al Coface Arena para enfrentarse a un Mainz que bajo las órdenes de Thomas Tuchel se ha erigido en sinónimo de competitividad y que rozaba los puestos de acceso a Europa League. Un Mainz en el que Jürgen Klopp y Zeljko Buvac habían coincidido como jugadores, en lo que fue el principio de algo más que una bonita amistad. Alemán y bosnio eran los primeros conscientes de que tras dos derrotas seguidas en la Bundesliga, incluyendo el partido vital ante el Bayern en casa, todo lo que no fuera volver a sumar los tres puntos sería ya decir adiós a una liga que ya de por sí está francamente complicada con los bávaros de Guardiola a siete puntos de distancia. Por otro lado, el conjunto borusser venía de ganar entre semana el decisivo partido de Champions League ante el Napoli en el Signal Iduna Park. En la máxima competición europea solo les sirve la victoria en Marsella para pasar a octavos de final. Pero eso ya será otra historia.
El Borussia, necesitado de buenas noticias tras la plaga de lesiones que ha golpeado con más que severidad a la zaga, veía cómo, por primera vez desde la final de Wembley, Piszczek volvía a la titularidad. No cabe duda de que el polaco es, en condiciones normales, uno de los laterales más sólidos de Europa. Seguro en defensa, es un activo fundamental en ataque gracias a su largo recorrido y los apoyos que ofrece constantemente abierto en la banda. De esta manera, de la teórica defensa titular en la presente temporada, al menos recuperaban a uno. Friedrich, como ante el Bayern, volvió a compartir responsabilidades de central junto a Sokratis, y Durm ocupó el lateral izquierdo. Sin embargo, lo más novedoso, y algo que condicionó muchísimo todo el desarrollo de la primera parte, fue la disposición inicial del mediocampo. Con lo que se denomina popularmente, aunque quizás a veces en tono perverso, trivote: Bender sujetando en el medio y Grosskreutz y Kuba como interiores. No es casualidad que el equipo tuviera muchas dificultades para salir con la pelota controlada y que apenas se lanzaran las famosas transiciones ofensivas que han convertido al equipo en uno de los más admirados del continente. De hecho, el control en gran parte de la primera mitad fue del Mainz, que a base de mucho orden y sacrificio defensivo conseguía territorialmente y con el balón dominar el partido. Como resultado de la incapacidad para llevar la iniciativa, los tres delanteros visitantes (Reus en la izquierda, Lewandowski como referencia y Aubameyang partiendo desde la derecha), apenas pudieron mostrar sus virtudes y estuvieron muy desconectados. Especialmente Reus, que lleva en un tono gris y algo apático el último mes de temporada.
Sorprendería que Klopp esperara otra dinámica con lo dispuesto en el once inicial, pero más allá de nombres y dibujos, lo cierto es que el equipo pecó de falta de ritmo e intensidad, ya no solo en los primeros cuarenta y cinco minutos sino, por extensión, en todo el encuentro. Nada que ver con la velocidad, verticalidad y vértigo del pasado martes en la Champions. Buscando soluciones, encontró a Sahin en el banquillo para reemplazar a Bender y, aunque el equipo pareció anunciar una leve mejoría, fue un espejismo. El Mainz estaba bien asentado y no sufría nada. Tan solo en una jugada aislada, Aubameyang contrarrestó el inmediatamente anterior tiro al larguero de Bell con un sorprendente disparo desde fuera del área. Una señal de que, a pesar de jugar tan lento y sin brillo alguno, un equipo como el Dortmund tiene recursos individuales de sobra como para cambiar si no inercias, al menos sí resultados puntuales. Y la segunda parte lo evidenciaría con claridad.
Tras el descanso, Mkhitaryan y Kehl sustituyeron a Reus y Kuba, pero hasta el minuto setenta no cambiaría nada en el partido. Es más, el equipo seguía ofreciendo una imagen muy pobre, lejos de su potencial y posibilidades. En el Mainz, Choupo-Moting activó al equipo tras su ingreso desde el costado izquierdo, junto a un incansable Okazaki que demostró muy buenos movimientos en ataque. Los hombres de Tuchel, conscientes de la debilidad defensiva de Durm y lo oxidado que está Friedrich tras estar más fuera que dentro del fútbol profesional, les buscaban las cosquillas permanentemente. Grosskreutz, mucho más sacrificado que Reus, ayudó a Durm bastante en la segunda parte e incluso le permitió tener mayor recorrido en ataque, algo que el joven jugador agradece. Se siente, sin duda, más cómodo atacando que defendiendo.
Con todo, y no es casualidad el título de la crónica, en el partido realmente no ha pasado casi nada destacado hasta los últimos veinte minutos. Porque a pesar de volver a un esquema base de 1-4-2-3-1 y recuperar cierta naturalidad en el equipo, el Borussia Dortmund seguía ofreciendo una imagen muy mala y el Mainz seguía con la iniciativa, pero sin ocasiones claras. Mkhitaryan, que venía de hacer su mejor partido ante el Napoli, apenas pudo hacer gala de sus conducciones verticales y vertiginosas porque no tenía ni tiempo ni espacio para arrancar. No llegaban balones en buenas condiciones y el equipo no lograba conectarse ni asociarse con fluidez. Sin embargo, justo tras las dos únicas acciones marca de la casa con robo rápido en campo contrario de Kehl, disfrazado de Bender, Durm se inventó una falta que Aubameyang convirtió con maestría. Un auténtico golazo. Sin embargo, poco les duraría la alegría ya que Piszczek cometió un penalti muy claro en la siguiente acción, que Choupo-Moting transformó sin problemas. Pero aún faltaban dos goles más a balón parado. Apenas cinco minutos después, tras un saque largo de Weidenfeller, Aubameyang provocó el penalti y la expulsión por mano del colombiano Soto. Lewandowski no perdonó y nuevamente el magnífico delantero polaco cerró el encuentro con otro penalti, esta vez gracias a una buena jugada de Durm. Como observamos, todos los goles del partido se marcaron a balón parado.
Al final, un resultado engañoso en el que hubo seguramente más goles que buen juego y en el que los locales no merecieron tan poco premio. Lo contrario de un Borussia que hasta que no se vio con un jugador más y el marcador a favor no tuvo capacidad ni intensidad como para controlar y dominar el partido. Una versión muy alejada de lo que sabemos que puede dar el equipo, pero al fin y al cabo logró tres puntos que le permiten seguir a la misma distancia de Bayern y Bayer en la Bundesliga. Y ya para cerrar, a pesar del tono gris y poco brillante del equipo, hay que destacar algunas noticias positivas al margen de la vuelta de Piszczek a la titularidad. Por un lado, la confirmación de que el griego Sokratis es un central más que solvente, que cada vez se siente más cómodo en el equipo, y por otro, la tremenda rentabilidad que ofrece un activo como Aubameyang. Es difícil que no acabe sumando siempre que juega. Un delantero cuya versatilidad ofrece una gama de posibilidades al Dortmund más que aprovechable.
* Jordi Iglesias.
– Foto: Witters
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