"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Ante todo, quede claro que admiro a Pepe Mel. Me parece un gran entrenador que se hizo cargo del Betis en un momento muy delicado del club. El Betis militaba en Segunda División y él fue capaz de construir un equipo muy organizado que fue campeón, máximo goleador y que, además, practicaba un gran fútbol en una categoría más que complicada. Además, hizo un gran papel en la Copa del Rey, cayendo eliminado en esa fantástica eliminatoria ante el, posiblemente, mejor equipo de todos los tiempos: el Barça de Pep Guardiola.
El equipo, desde su llegada, no ha dejado de crecer hasta convertirse en un conjunto que disputa competición europea, algo muy meritorio en un club como el verdiblanco. Un entrenador que, según me consta, usa una metodología de entrenamientos moderna, la Periodización Táctica. Este hecho solo es un apunte sin importancia, ya dije en su día que la metodología no es el santo grial, pero personalmente me gusta que se dejen de lado preparaciones tradicionales y se apueste por un nuevo concepto de entrenamiento.
Se puede decir que el Real Betis fue superior al Barça en algunos momentos del partido del pasado fin de semana. El plan de juego en la fase defensiva que estableció Pepe Mel fue plantar la línea defensiva diez metros por detrás de la línea de mediocampo. El equipo estaba muy junto, había unas distancias muy cortas entre las diferentes líneas y eso impedía, precisamente, el juego entre líneas del Barça. El peligro era claro: la espalda. Los defensas verdiblancos trataban de estar muy coordinados a la hora de tirar el fuera de juego, y en los primeros veinticinco minutos les salió bastante bien. En la fase ofensiva estaban bastante desplegados, con incorporaciones constantes de los laterales y cerrando los dos centrales y los dos pivotes. Hasta esos instantes hubo superioridad del Betis, que hizo el campo pequeño en defensa para tener superioridades numéricas en zonas de balón y que dispuso de varias ocasiones para adelantarse, pero no las aprovechó.
El equipo de Martino tardó casi media hora en encontrar una solución al problema planteado por Pepe Mel. Quizá la encontró antes, pero algún que otro jugador que estaba en el campo no la quería llevar a cabo. La solución era bastante simple: atacar la espalda de la línea de cuatro del Betis. El Barça contaba con Pedro, Messi y Neymar, además de las constantes llegadas de un especialista en la faceta como Cesc. Pedro y Messi se manejan muy bien en este registro de los desmarques de ruptura, aunque el domingo no jugara el jugador que quizá ataca –y genera– mejor los espacios en este Barça: Alexis. Aunque suene atrevido, diría que la lesión de Messi ayudó puntualmente al Barça. Mi impresión es que el Messi de las últimas fechas ralentiza el juego y el Barça necesitaba velocidad. Velocidad atacando los espacios, porque la velocidad en la circulación de balón brilla por su ausencia. Este Barça ha dejado de ser el Barça. Conceptos como viajar juntos se han perdido porque la calidad de la posesión ha disminuido notablemente.
Martino me gusta mucho. Me gusta porque creo que es un tipo competitivo que comprende lo que necesita su equipo y el Barça no ganaría tantos partidos si intentase ser lo que ya no es. El pasado es un tiempo que jamás volverá y solo hay que centrarse en el presente. Todo tiene un principio y un final y la época de ese juego de posición que cautivaba a propios y extraños acabó, al menos momentáneamente. A la mínima que el Betis se descuidaba, el Barça le destrozaba. Cuando realizas un pressing tan alto, la premisa obligada es que el poseedor de balón del equipo contrario ha de estar apretado y ha de haber vigilancias cercanas. Cuando recuperas el balón, has de dar el pase de seguridad –si es vertical, mejor– para permitir que el equipo se despliegue sin miedo a una posible pérdida. Y dos errores condenaron al Betis. En el primer gol, Song interceptó y no fue encimado por ningún jugador bético. Batió líneas con un pase tremendo a la ruptura en segunda línea de Cesc que habilitó a Neymar para hacer el 0-1. Dos pases y un remate a puerta vacía. Dos minutos más tarde, el Barcelona ganó una segunda jugada en campo propio y tuvo sesenta metros para correr con el rival totalmente desplegado. Velocidad de vértigo y gol de Pedro; 0-2, partido resuelto. Y lo demás ya lo saben, fases de más control del Barça, que jugaba con resultado a favor y trataba de conservar más el balón. Y pudieron ser más.
Pepe Mel, al acabar el partido, dijo que se iba orgulloso de la imagen de su equipo por jugar de tú a tú al líder de la liga y que jugaron para ganar. Añadió que la diferencia entre uno y otro es que al Barça le basta una ocasión para marcar y ellos necesitan muchas. Analizando estas palabras, a mi modo de ver todos los conjuntos que disputan un partido juegan para ganar. Unos con unas armas y otros con otras, pero todos a ganar. Mel sabe que la eficacia del Barça –que tampoco fue excesivamente alta, ya que recuerdo varias ocasiones falladas, por ejemplo de Neymar– es superior a la de su Betis. Por tanto, si concede ocasiones seguramente recibirá goles. Entonces, ¿es adecuado dar la oportunidad al rival de disfrutar de metros para correr cuando tiene a grandes jugadores atacando espacios? ¿Y si tratase de conceder menos e intentase aprovechar las pocas que tiene?
Con estas preguntas, no trato de criticar un planteamiento de un entrenador profesional que, además, creo que es de los mejores de la Liga BBVA. Él mejor que nadie sabe las necesidades que tiene su equipo y cómo ha de afrontar un partido de esa magnitud. Solo trato de preguntarme qué es lo que ha llevado al Betis a jugar así contra el Barça. Por poner un ejemplo, en la primera jornada en el Bernabéu, el Betis alternó fases de repliegue intensivo y de presión en tres cuartos de campo con las líneas un poco más separadas que habrían dificultado mucho más la tarea del F. C. Barcelona y que provocaron que el partido contra el Real Madrid fuese empatado hasta el minuto 86. Seguramente, el domingo Mel trató de jugar con su equipo muy junto para que Messi no pudiese recibir girado y no pudiese habilitar a los dos extremos ni progresar en conducción.
En mi opinión, cuando planteas un partido tienes que intentar producir situaciones ventajosas para los tuyos en los puntos débiles del rival, y a la vez intentar maniatar las virtudes del contrario, pero todo sin perder tu identidad y sin provocar que tus jugadores traten de hacer aquello que no dominan. El Betis maniataba a Messi y dejaba lugar a las rupturas, pero una vez que Messi estaba fuera, el plan no tenía a quien maniatar. ¿Hasta dónde llega el margen de maniobra en la dirección de campo? ¿Puedes hacer cambios radicales de organización en medio de un partido si te favorecen las circunstancias? ¿Cómo responderían tus jugadores? No creo que Mel hubiese trabajado el partido pensando que no estaría Messi, y esos hechos del juego condicionan tanto que no sabes si seguir con tu plan de inicio o implantar algo que posiblemente no has trabajado.
Por todo ello, puede que el factor de la no presencia de Messi fuese hasta ventajosa para el Barça. Los verdiblancos siguieron con el mismo plan de juego y el Barça se hizo con una plácida victoria. Pepe Mel y el beticismo se fueron con la sensación de haber puesto contra las cuerdas al líder, llegándolo a dominar, pero con cuatro goles en contra y sin ningún punto. Es curioso, actualmente el Betis es colista y hasta esta semana lo era el Rayo Vallecano, cuyo entrenador, Paco Jémez –otro gran técnico– también presume de hacer un juego muy vistoso y desplegado sea cual sea el rival. No abandona su idea ni su identidad por muy potente que sea el contrario. ¿Hasta qué punto hay que adaptarse al rival? ¿Solo cuando cuando eres inferior? ¿No hay que hacerlo nunca? Preguntas que podrían llevar muchas horas de debate y en las que cada uno tiene una opinión personal, como todo en el fútbol. Igual que no hay dos jugadores iguales, tampoco hay dos personas que tengan la misma opinión sobre los numerosos campos de debate que te ofrece el juego. Pero el quid de la cuestión es observar la clasificación. Llevan a cabo un fútbol alegre y halagado por muchos, pero no están en un buen lugar. Qué son, ¿valientes o suicidas?
* Carlos García Cuesta es futbolista.
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– Foto: EFE
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