"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Se va Valerón y con él muere una especie de talento rezongón y mal afeitado, tan exótico en estos días atléticos y potentes. Al fútbol actual le cuelgan cada vez menos flecos como este, por eso cuando uno de ellos cae se impone tomar medidas. Sería recomendable, por ejemplo, que alguien recoja la tobillera que Juan Carlos usó en su último partido y que, todavía sucia, la cuelgue de un clavo sobre la pared de Riazor que mira al mar, para que el sol la seque y la arrugue y la lluvia inmisericorde de allí termine de desguazarla liberando la esencia negra, venenosa y saturada de último pase que lleva dentro. Luego que metan ese zumillo en un bote y que el utillero moje allí la esquinita de un trapo y frote con ella las botas de los jugadores antes de cada partido.
Tenía tanta clase Valerón que Irureta lo sentó una vez que llovía mucho y el césped se empantanó, creo recordar que era el campo del Betis, porque hacerle jugar en un terreno que estaba más para perseguir a un cochino que para mover el balón hubiese sido una ofensa.
Muchos tuvimos con él plena consciencia de lo que era un mediapunta, que ni es media ni es punta, como dice Pepe Albert de Paco, cuando el fútbol –y la vida, en general– se dividía entonces en el esquema básico de defensa, centro del campo y delantera, un molde precario en el que volcábamos lo acontecido el domingo para intentar explicarlo todo. Valerón fue para nosotros el verso libre, un jugador, raro, pesadote y genial que acabó con esa división obscena del campo de fútbol y que nos hizo comprender y querer más a jugadores como Riquelme.
En el recuerdo, aquella noche prodigiosa en Múnich, cuando soltó por tres veces a Makaay como a un perro rabioso dándole carrete con su hilo de seda. Porque el canario, como un titiritero, tenía a los suyos prendidos de cuerdas durante todo el partido y en sus buenos tiempos, más que soltar, lascaba o jalaba el cabo según lo pidiese el juego, como si en vez de un equipo manejase un velero.
* Jorge Martínez es periodista.
– Foto: César Quián (La Voz de Galicia)
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