Dado que las valoraciones morales están al alcance de todo el mundo, me permitirán que me guarde las mías y exprese aquí las futbolísticas. No será nada fácil encontrar sustituto para Víctor Valdés, por más que se proclame al viento como quien se zampa una piruleta. Valdés es fundamental en el Barça porque se ha convertido en el futbolista que empieza el juego. El primer paso es suyo. Desde la incomprensión del modelo de juego, en ocasiones dicho primer paso se traduce en un “no hay que correr riesgos” como si eso fuese posible: el juego del Barça es riesgo, por definición. El guardameta, o los centrales, no sacan el balón jugado por capricho, por pose o terquedad, sino por necesidad: solo así podrá el equipo moverse en la forma que pretende. A veces, como el jueves ante el Málaga, el riesgo se transforma en error de elección y cuesta caro, eso es indudable, pero también poco negociable. ¿Qué otra opción hay? La que emplean la mayoría de equipos: balón largo (o medio) del guardameta. Esta opción puede ser interesante si aplicas un modelo de segundas jugadas en el que un bigardo baja el cuero para que un compañero reinicie desde otra zona del campo o bien si te da igual lo que suceda tras el balonazo del portero. Pero el Barça ni tiene bigardos, ni los pretende, ni gusta desentenderse del cuero, que es su gasolina básica. Así que rasita y al pie, por más que duela.
En dicho escenario, Valdés ha sido un primer paso de fiabilidad contundente. Es quien decide dónde empieza el camino, qué ruta hay que seguir, por dónde encontrar un atajo y cuál será la variante en caso de dificultades. Es quien radiografía la presión del rival y elige al hombre libre más adecuado, quien da continuidad al movimiento del balón y quien corrige los espacios tras su defensa, en ocasiones un océano de cincuenta metros de largo. Bien, no todo es idílico en él. A lo largo de estos años ha cometido errores en este terreno. ¡Y quién no los habría cometido! Pero en este juego de altísimo riesgo, Valdés es el primer paso del recorrido, el inicio de la aventura, que por cierto no ha sido mala ni carente de éxitos.
Entre Zubizarreta, a quien ahora le corresponderá elegir con precisión, y Valdés han transitado diez guardametas en el Camp Nou: Lopetegui, Busquets, Vitor Baia, Hesp, Arnau, Dutruel, Reina, Bonano, Enke y Rüstü, amén de suplentes diversos. Valdés fue quien desterró los temores atávicos, quien asumió las responsabilidades sin temblar, quien detuvo los más temibles misiles, quien instauró la certeza de que había un salvavidas en la portería que evitaría cualquier mal. A este portero descomunal, el mejor de la historia del Barça, no será fácil sustituirlo, con lo que más vale disfrutarlo mientras dura. En el santoral nunca llegará al nivel de escudo institucional como Puyol, ni formará parte de la Santísima Trinidad Xavi-Messi-Iniesta, pero mientras permanezca en el club las alineaciones seguirán siendo Valdés y diez más.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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