1.- A cualquier aficionado al fútbol le dicen que en la primera jornada de la Champions League se enfrentan el campeón de la Liga española y el campeón de la Premier League inglesa y espera presenciar un partidazo absoluto de buen juego, ocasiones y goles. Y espera divertirse. Y espera… y espera. Hoy ha tenido que esperar casi 70 minutos para que el encuentro con mejor cartel de la primera fase se convirtiera en el partido vibrante, eléctrico e indescifrable que se presuponía. Antes de ese minuto, solo la inercia ofensiva del Madrid y unas carreras de Touré Yaya pudieron levantar de su asiento al espectador
2.- Pero tampoco debe extrañar a nadie que los acontecimientos se hayan desarrollado de esta manera, porque ni Real Madrid ni Manchester City son dos equipos que se caractericen por dar un trato cariñoso al balón, capaces de llevar la iniciativa con comodidad. Más bien sucede todo lo contrario. Tanto los blancos como los citizens disfrutan sin el balón. Les cuesta ser los que mandan en un partido habitualmente y sufren cuando están obligados a ello. Hoy la balanza de mando cayó del lado del Real Madrid por una razón muy simple: jugaba en casa, con la presión añadida de conseguir una victoria urgentemente para no entrar en barrena.
3.- Mourinho sorprendió a la gran mayoría de aficionados y analistas con la alineación, sobre todo con la inclusión de Raphaël Varane en el lugar de Sergio Ramos, en el banquillo por decisión técnica, según confirmó el propio entrenador. Aunque el cambio sea extraño e inesperado, lo que varía el sistema táctico blanco es la ausencia de un mediapunta creativo, residencia habitual de Mesut Özil, cuyo lugar ocupó un hombre de confianza de Mourinho, Michael Essien. El ghanés será reclamado por su ‘papi’ para encuentros trascendentes y duros como podía ser el de hoy. Le aporta más seguridad tanto ofensiva como defensiva de la que daba Lassana Diarra.
4.- El triángulo de presión alta lo completaban Xabi Alonso y Sami Khedira, y arriba quedaban Cristiano Ronaldo, Higuaín y Di María, de izquierda a derecha. La solidez entre la defensa y el centro del campo estaba plenamente garantizada, más aún cuando el City proponía más bien poco en ataque. El inconveniente reside en esa zona que dejó vacía sin el trequartista, el creador de espacios, el hombre faro del que nacen los pases de gol. El control del partido era madridista, así como la posesión del balón, abrumadora para los blancos, pero la sensación que desprendía el juego de los de Mourinho era frágil.
5.- El Madrid tuvo muchas ocasiones en la primera parte, pero analizándolas una a una nos daremos cuenta de que seis de ellas fueron disparos más cercanos o más lejanos de Cristiano Ronaldo, que o se encontraba con un soberbio Joe Hart, o con un ‘rebote-remate’ de Higuaín y Khedira. Es decir, la creatividad estaba ausente, tan solo se utilizaban la famosa y recurrida táctica balones a Cristiano, que no fue útil hasta que tuvo que ser útil.
6.- Di María es un jugador de partidos tranquilos. Si el Real Madrid juega un partido agobiante, con un ritmo muy elevado que obliga a tener las pulsaciones a mil por hora, Di María es más un estorbo que una ayuda, como contra el Sevilla. Se abruma ante la situación, pierde el control tanto de sí mismo como del propio partido y prácticamente no le sale nada. Si el Real Madrid juega un encuentro sin excesiva tensión, sin marrullerías propias o contrarias, el Fideo es un arma cargada y peligrosa, como sucedió hoy. Di María ha sido ese jugador que necesitaba el Madrid: explosivo, ágil y eficaz, rompiendo las líneas defensivas del rival y que o bien ha buscado la definición individual o una asistencia a un compañero.
7.- El trío de centrocampistas del Madrid no era habitual, pero en cambio sí que se esperaba que Roberto Mancini dispusiera un once parecido al que ha jugado en el Bernabéu. Un 4-3-3 claro con tres hombres en la medular y cada uno de ellos con un papel que desempeñar: Javi García tendría que encargarse de frenar al mediapunta blanco; Barry trataría de anular en lo posible a Xabi Alonso y Touré Yaya sería el comodín, que podía parar un ataque blanco y romper las defensas adversarias con una poderosa cabalgada. Tan solo este último encargo se llevó completamente a cabo. El muleño no tenía ningún mediapunta al que molestar y tampoco podía abandonar la posición para perseguir a Di María; Barry no encontró a Xabi; y Touré fue el líder.
8.- El marfileño es un jugador portentoso como pocos en el planeta. Su capacidad física le permite ayudar con solvencia en las labores de destrucción y a la vez ser muy peligroso cuando desata toda la potencia que tiene en las piernas. El gol fue de Džeko, pero el mérito es del ex jugador del Barcelona. Peleó con rabia y pundonor un balón en campo propio y por velocidad se marchó de tres jugadores blancos que lo cerraban, por lo que se encontró haciendo un dos contra uno que culminó con una asistencia al bosnio, mal cubierto por Varane y mal cerrado por Arbeloa. Antes ya había tentado a la suerte con dos arrancadas sensacionales y a punto estuvo de sentenciar el encuentro unos segundos después del primer gol citizen.
9.- Cristiano comenzó el choque egoísta, con ganas de protagonismo. En apenas dos minutos y medio ya había disparado dos veces, ninguna de ellas entre los tres palos. Impropio del portugués hubiera sido venirse abajo y dejar de intentar probar a Hart, por lo que prosiguió con su empeño y al final encontró al arquero inglés. Maicon no está en sus mejores días y eso lo aprovechó Ronaldo en la primera parte, cuando superó varias veces al ex del Inter sin premio. Después de ocho intentos, apareció Marcelo para hacer lo propio. No se amedrentó cuando se le fue el primero por poco, y tampoco lo hizo tras el segundo intento. Lo curioso es que acertó cuando probó con la derecha.
10.- El tanto de Džeko rompió los firmes esquemas tácticos de ambos entrenadores y desató la furia de titanes donde ambos viven como en casa, especialmente el Real Madrid, que tuvo unos minutos soberbios, tanto antes como después del afortunado gol de Aleksandar Kolarov. Con desventaja en el marcador, Mourinho creó el once soñado por el madridismo (con la excepción de Ramos), con Modrić y Xabi en el medio, Özil por delante y Di María, Benzema y Cristiano para ajusticiar. Todos ellos se incrustaban cerca de los tres cuartos de campo, embotellando al City, incapaz de gestionar el balón más de unos segundos, por lo que las ocasiones blancas se sucedían una tras otra.
11.- La clave de la remontada fue el rápido gol de Benzema después del doloroso 1-2. Ese tanto permitió al Madrid no deprimirse ni venirse abajo, haciéndole creer que aún era posible ganar. El agobio continuó, el City se asustó y por fin Cristiano superó a Joe Hart, al décimo intento, aunque no lo hubiera hecho de no ser por Vincent Kompany, que tapó la trayectoria del balón hasta el último momento en el que superó a su portero.
y 12.- Aunque la prensa y el madridismo, ciegos enamorados de Mourinho, otorguen al portugués el mérito de la victoria, lo cierto es que Mou ha ganado al Manchester City cuando ha puesto en el campo un once que no se atrevería a poner en prácticamente ningún partido. Un equipo ofensivo, creativo y con calidad para tener el balón, dominar partidos y hasta golear a cualquier rival. El miedo a perder hizo que el City se echara atrás en los últimos 15 minutos, es algo instintivo, pero influye más, sin duda, que te pongan delante a una de las mejores delanteras del planeta al completo. Ganar así servirá para hacer reflexionar a los escépticos del buen juego, pero será a los únicos a los que afecte. Mourinho no cambiará.
* Jesús Garrido es periodista. En Twitter: @jgarridog7
– Fotos: Sergio Pérez (Reuters) – AFP
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