"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
Desde hace una década, más o menos, el All-Star de la NBA ha ido perdiendo importancia poco a poco. Las nuevas tecnologías y el NBA League Pass permiten al aficionado de la competición seguir sin problemas todos los partidos de la regular season. Todos los movimientos y jugadas de las estrellas se pueden ver y seguir sin problema alguno.
El All-Star era esperado por muchos como una ocasión de ver juntas a las estrellas de la liga, muchas de las cuales no se tenía la oportunidad de disfrutarlas durante el año. Recordemos que hace 15 años internet no era tan masivo como ahora (y hace 20 casi ni existía), el seguimiento televisivo en Estados Unidos y Europa estaba lejos de parecerse al actual y el NBA League Pass no era ni tan siquiera un sueño para los fans.
Así, poco a poco, un fin de semana que era una fiesta, que era esperado con gran ilusión por los aficionados, se ha ido apagando lentamente. Los concursos han disminuido en espectacularidad, los partidos en competitividad y ni siquiera los numerosos intentos del comisionado para hacer crecer la atención han funcionado (concursos de habilidades, partidos de los rookies, etc).
La NBA es la tercera liga en seguimiento en Estados Unidos. Sin embargo, su impacto global es superior al que tienen la NFL y a la MLB (especialmente en Europa). La razón es sencilla. Fuera de las fronteras estadounidenses es donde se encuentran buena parte de los consumidores de la NBA. Por eso, desde hace muchos años se habla de una división europea o de una franquicia en Londres. Los problemas organizativos impiden, de momento, esta idea.
Existe una posibilidad que la NBA no parece haber contemplado y que daría un impulso al All-Star y a la competición. Se podría intentar trasladar a la cancha la intensidad y emoción que trasmite una competición como la Ryder Cup. La manera sería enfrentando en el All-Star a los mejores jugadores de Estados Unidos con los mejores jugadores internacionales que juegan en la NBA.
En un solo partido, se pondría el juego el honor americano. Con eso, la atención del público local estaría asegurada. En el resto del mundo, el seguimiento estaría garantizado, ya que el morbo de poder ver derrotados a las máximas estrellas norteamericanas es algo difícilmente superable. Solo estaría en juego el honor, pero seguro que la intensidad y competitividad del partido sería mayor de la que existe con el actual formato.
La elección de los jugadores de ambos equipos podría seguir como hasta el momento. Los cinco iniciales los haría el público y el resto de integrantes los seleccionarían los entrenadores. Se podría hacer que los aficionados de Estados Unidos solo escogieran a los jugadores de su país y el resto de seguidores a los del equipo internacional.
Difícil encaje tendría el tema de los entrenadores. Lo ideal sería que uno de los grandes técnicos europeos dirigiese a la selección internacional, pero el All-Star es en plena competición FIBA, con lo que sería complicado. Se podría hacer un sistema de rotación en el que el mejor entrenador de cada conferencia entrenase un año a un equipo y al siguiente al otro. Pero vaya, el espectáculo no serían los coach sino los jugadores.
Alguien podría pensar que los jugadores americanos no estarían de acuerdo, ya que para ellos es un honor jugar el All-Star y con este formato tendrían menos opciones de serlo. En primer lugar, deberían pensar que ganaría importancia la presencia en el evento. En segundo término, se podría idear una fórmula para hacer el All-Star una competición a dos días.
Conferencia Este, Conferencia Oeste, Rookies y Sophomores y jugadores internacionales. Cuatro equipos y dos días. Una especie de Final Four. La Conferencia que tenga el equipo con mejor coeficiente de victorias jugaría contre el equipo de los jugadores de primer y segundo año. El otro se enfrentaría contra el equipo internacional.
Nos parece más atractiva la primera opción, pero esta segunda podría tener el beneplácito de las cadenas de televisión y del sindicato de jugadores. Sin embargo, lo único cierto es que con el actual formato, el All-Star está condenado a ir perdiendo protagonismo e importancia poco a poco.
Los tiempos van cambiando y las modificaciones hechas hasta el momento son pocas y no han funcionado. No aprovechar el alcance global que tiene la NBA ni explotar la fuerza que tienen los jugadores internacionales para relanzar el All-Star sería una pena. Esperamos que algún día este sueño se pueda hacer realidad.
* Daniel Arias.
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– Foto: AP
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