1.- Pues ya está, una cosa hecha. Ahora, a esperar un par de meses a que la Champions entre en su formato más tradicional, ese conformado por eliminatorias directas que desprende un dulce aroma a la vieja Copa de Europa. El Real Madrid ha completado la primera fase de la competición continental con unos registros sensacionales y que asustan: 16 puntos, 20 goles a favor (récord compartido con United y Barça) y Cristiano Ronaldo como máximo goleador de la historia en las fases de grupos. Un recordcito pequeño, pero ahí queda.
2.- Lo interesante realmente de los números que deja esta primera fase del Real Madrid es contra qué clubes han sido conseguidos. No es lo mismo hacer unos resultados fabulosos cuando los rivales son Rosenborg y Olympiacos (con todo el debido respeto) que hacerlo contra el bicampeón de Italia y el Galatasaray de Sneijder y Drogba. El København no tiene el mismo nombre, en absoluto, pero tiene mérito que el Madrid haya sido el primer equipo en ganarle en el Parken en todas las ediciones que el club danés ha jugado la fase de grupos.
3.- No es la primera vez, como digo, que el Madrid hace una primera fase a un nivel muy alto (aunque no tan alto como esta vez) y luego se estrella en las fases sucesivas. El objetivo está claro. Hacer una ronda inicial magnífica tendría que ser un simple impulso para que el penúltimo escalón, ese que ha estado resbaladizo las tres últimas veces que lo ha pisado, no sea de nuevo un impedimento. Ancelotti debería tener, como cualquiera, el beneplácito de la duda al ser este su primer proyecto, pero la necesidad de ganar la Copa de Europa ha crecido al verla tan cerca y no poder ni rozarla.
4.- Las sensaciones son buenas, mejores incluso que en los cursos anteriores. El Madrid ha dominado los seis partidos prácticamente de cabo a rabo, salvo fases puntuales de alternancia de mando esporádica con los rivales, y eso es algo novedoso. No era raro ver al Madrid sufrir en otras temporadas contra rivales de cierta entidad, como Milan, Dortmund o Manchester City, y eso, esta vez, no ha ocurrido. Tampoco se ha adormilado con ventajas en el marcador y siempre ha ido a por más goles, como muestra la doble victoria sobre el Galatasaray (10-2 en el global de ambos partidos).
5.- Y aunque el Real Madrid tenía ya en sus alforjas todo lo que tenía que conseguir, Ancelotti honró el buen nombre de la Champions League y puso su once más parecido al de gala. Solo varió el puesto de central izquierdo, donde la sanción de Ramos y la lesión de Varane hicieron que jugara Nacho. Y de maravilla, por cierto. Uno gana si se acostumbra a ganar, y era lo que Carletto buscaba en Copenhague, seguir ganando. Sus titulares habían descansado en la Copa del Rey, así que no hacía falta rotar en este último e intrascendental choque.
6.- El København sí se jugaba mucho. Si ganaba (y de paso mantenía su campo imbatido un partido más), se metería en la Europa League pasase lo que pasase en Estambul entre el Galatasaray y la Juventus (al final, lo que pasó fue una nevada de época que obligó a suspender el encuentro, que se jugará este miércoles a partir de las 14 horas). Ståle Solbakken quería que sus jugadores mordiesen arriba y obligasen al Madrid a jugar en largo. El terreno era un patatal y cualquier mal toque ante la presión podía dejar la pelota muerta a pies de un danés.
7.- Sus chavales correspondieron sus peticiones desde el principio, con Igor Vetokele a la cabeza de las operaciones de presión. El desgaste del angoleño ha sido encomiable, incluso emotivo. No ha habido un solo balón que haya dejado sacar con comodidad a Pepe y Nacho. Le ha robado la pelota a Xabi Alonso en varias ocasiones o le ha hecho dar malos pases. Su esfuerzo no tuvo la recompensa que se merecía, pero se ha dado a conocer al mundo como un delantero perro de presa que se convierte en el primer defensa. Su aliado más fiel fue Rúrik Gíslason, que con destellos en velocidad puso las mejores ocasiones danesas.
8.- El Madrid aguantaba el empuje inicial del København a sabiendas de que en cualquier momento la intensidad local bajaría y la pelota pasaría progresivamente a pertenecer a los de naranja. Y así fue. Xabi poniendo orden atrás y Modrić repartiendo juego estabilizaron al Madrid y lo acomodaron al partido. En tramos del encuentro el Madrid rozó el setenta por ciento de posesión casi triplicando en número de pases dados al København, lo que denota paciencia en la elaboración y cabeza para no rifar el cuero en un campo en tan malas condiciones.
9.- En el minuto 25, Modrić se la estaba pidiendo a Isco y el andaluz se estaba entreteniendo mirando a un adversario que tenía enfrente. Al final, levantó la cabeza y vio al croata en la frontal, sin nadie alrededor. Cuando hacía gestos reclamando el balón, Modrić ya tenía en la cabeza el recorte sobre los contrarios que se le echaban encima y el zapatazo a la escuadra. Y se produjo tal cual. No se prodiga demasiado, pero cuando lo hace, sus goles son de guardar en la videoteca. Desde ahí hasta media hora antes del final, el encuentro fue una balsa de aceite para el Madrid.
y 10.- El objetivo de los visitantes, como digo, eran los récords que estaban pendientes de cumplir. El menos conocido, el de marcar el gol número 800 en la historia madridista en la Copa de Europa, que a la postre vendría ligado con el récord de Cristiano. Al portugués le buscaban de todas formas. Hoy volvía casi tres semanas después y querían que volviera a sonreír, a estar a gusto en el campo. Y este tío solo está contento marcando. Se llevó el gol y el gol 800, pero a la ducha llegó con un cabreo espantoso por fallar el penalti. La competitividad consigo mismo es titánica.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Mikkel Berg Pedersen (AP)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal