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Este año 2012 se celebra el centenario de la fundación de la IAAF. En 1912, varios países se reunieron para unificar criterios y establecer unas reglas, normas y reglamentos. A partir de ahí se empezaron a homologar los récords mundiales.
Pues también en 1912, el primer récord mundial que se homologó en salto de altura supuso la rotura de una barrera mítica: los 2 metros. El responsable de dicha proeza fue un californiano llamado George Horine. Nacido en la localidad de Escondido, George medía 1.80 y pesaba 74 kilos. La primera marca que se le conoce es de 1,60 con 17 años, en 1907.
Empezó a progresar al cambiar de domicilio su familia y trasladarse a Palo Alto. En su casa tenía un pequeño jardín, pero se veía obligado a correr desde el lado izquierdo, en vez del derecho, como estaba acostumbrado. Al rodar sobre el listón, el cuerpo estaba prácticamente paralelo al suelo y el centro de gravedad quedaba mucho más bajo, lo que favorecía pasarlo más cómodamente. Con su nuevo estilo, aunque rudimentario (lo perfeccionaría posteriormente), llevaría su marca personal a 1,753 en 1909. Acababa de nacer el rodillo californiano (western roll).
Matriculado en la Universidad de Stanford, le aconsejan seguir con su anterior estilo, y seguirá mejorando: 1,87 en 1910 (tercero en el ránking mundial del año, después del irlandés Timothy Leahy (1,915) y de su compatriota Jarvis Burdick (1,91).
En 1911 se convertirá en el mejor saltador del año al franquear el listón en 1,93 en Palo Alto, el 1 de abril. Pero George sigue practicando en su jardín su novedoso estilo y piensa ya en el récord mundial.
1912 es año olímpico. Los Juegos se celebran en Estocolmo y Horine quiere estar en la capital sueca. El 15 de marzo, en Palo Alto, bate el récord universitario estadounidense con 1,949. El 29 de marzo bate el récord mundial oficioso. En el Stanford Stadium de Palo Alto salta 1,88 a la primera y 1,985 a la segunda. Horine ya es el mejor saltador de la historia, pero quiere más. Con su nuevo estilo quiere ser el primero en saltar dos metros y ser campeón olímpico.
Finalmente, en su pista talismán de Palo Alto (Stanford Stadium) será el primero en elevarse por encima de los dos metros (exactamente 2,007 m., 6 pies y 7 pulgadas).
El 8 de julio se celebra la final olímpica de salto de altura en Estocolmo. Horine tiene la mejor marca, pero solo consigue ser tercero. Su forma no era la adecuada porque la temporada había sido muy larga, por el cambio de clima, el largo viaje y que, evidentemente, los rivales cuentan. Se queda sin su sueño: ser campeón olímpico. Su serie es la siguiente: 1,83-2 ;1,85-1; 1,87-2; 1,89-2 y tres nulos en 1,91. El vencedor fue su compatriota Alma Richards con 1,93, récord olímpico.
En 1913 su mejor salto fue de 1,905, conseguidos en San Francisco el 21 de septiembre. La mejor marca del año fue de 1,965 a cargo del estadounidense Edward Beeson, el 10 de mayo en Berkeley.
El 2 de mayo de 1914, George perdió su récord. Beeson saltó 2,01 en Berkeley, siendo Horine segundo, con apenas 1,84. Su mejor marca anual fue de 1,88 en Berkeley, el 19 de septiembre (quinto del año, igualado con otros nueve saltadores).
Su último año en activo fue 1915, siendo cuarto de la temporada con un salto de 1,915, el 3 de abril en Berkeley.
George Horine falleció en Modesto (California) el 28 de noviembre de 1948.
* Joan Pelayo es juez-árbitro de atletismo y especialista en pértiga.
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