El invierno ruso de 1941 fue uno de los más fríos del siglo XX. A las puertas de Moscú, el ejército alemán veía como sus tropas iban cayendo. Hitler nunca pensó que su guerra relámpago se alargaría más allá de septiembre.
En las fábricas metalúrgicas de la capital rusa el ritmo seguía siendo demoledor. La mano de obra era indispensable y a menudo los padres tenían que mandar a sus hijos para que echaran una mano al General Invierno, que es como llaman en Rusia a todo lo que sucede entre noviembre y marzo. El mensaje belicista había calado entre la población y la conjura por mantener la ciudad era unánime. Los progenitores de Lev Yashin no fueron una excepción y con 12 años lo llevaron a trabajar a una industria militar.
Yashin siempre se mostró orgulloso de servir a su país, pero para un niño de 12 años, una fábrica armamentística no representaba un espacio donde sus juegos infantiles pudieran florecer. Lev sólo pensaba en el momento en que podría parar y salir a jugar a fútbol con sus compañeros.
En las porterías que improvisaban con cuatro cachivaches empezó destacando por sus reflejos. Con el paso de los años, la fuerza que le daba su trabajo en la factoría se unió también a la gran envergadura que fue desarrollando. Era un portento, tenía todas las cualidades, y cuando cumplió los 20, los responsables del Dinamo de Moscú decidieron apostar por él.
Yashin tenía una gran ambición y, pese a ser muy joven, quería la titularidad en el Dinamo. El problema era que en la posición de portero titular estaba el gran Alexei Khomic, apodado El tigre por las intervenciones que tuvo en una gira por el Reino Unido en 1945, que le valieron la popularidad fuera de las fronteras rusas. Khomic había liderado al Dinamo ganando 4 títulos de liga soviéticos consecutivos.
La empresa se antojaba compleja para Lev Yashin, y después de tres temporadas en el banquillo, su impulso ganador le llevó a defender la portería del Dinamo en su modalidad de hockey sobre hielo. La realidad fue que no sólo se defendía bien en ese nuevo deporte, sino que resultó ser la pieza clave para conseguir el título de campeón de la liga soviética. Con ese logro bajo el brazo, por fin pudo hacer el asalto definitivo a la portería del Dinamo de fútbol.
Consiguió desbancar a Alexei Khomic, que a partir de entonces se convirtió en su amigo y mentor. Con él a su lado, mejoró en todas las facetas y empezó a innovar en una posición que hasta entonces se había mostrado estática bajo palos. Yashin fue uno de los primeros en dar instrucciones a la defensa para ordenarla, uno de los primeros en coger el balón cuando venía bombeado en lugar de despejarlo con los puños, uno de los primeros en sacar la pelota rápidamente para empezar el contraataque o uno de los primeros en salir del área para anticiparse a una jugada de mano a mano con el delantero. La función de líbero que desempeñan muchos porteros en la actualidad no se podría entender sin la aportación de Yashin a este deporte.
A partir de sus titularidades fue forjando la leyenda. Vestido completamente de negro logró intimidar a más de una generación de delanteros. Ellos le llamaban La araña negra. Cuando le lanzaban un penalti, muchos juraban haber visto más de un brazo moverse a por el balón. Paró 150 en toda su carrera. Una vez dijo: “El gusto de ver a Yuri Gagarin volando en el espacio solo es comparable al placer que me produce parar un penalti”. Y preguntado por su preparación para a los partidos, dijo: “La clave es fumar un cigarrillo para calmar los nervios y después tomar un buen trago de alguna bebida fuerte para tonificar los músculos”. Sin ninguna duda, su carácter acompañaba a un talento extraterrestre.
Ganó 5 ligas soviéticas, una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956 y una Eurocopa. Pero su legado más increíble es el de tener el honor de haber sido el primer y único portero en ganar el Balón de Oro. Parece que el recuerdo de La araña negra ha sobrevolando los estadios de todo el mundo desde su retirada. Su última picada permanecerá hasta la aparición de alguien con el talento suficiente para superar a este visionario del deporte.
* Lluc Güell es realizador audiovisual. En Twitter: @llucgfleck
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