Se presentaba un Derby del Sole atípico. Primero porque se jugaba el viernes (la Champions y una manifestación el sábado fueron los motivos), y segundo porque el duelo enfrentaba al líder, la Roma incroyable de Garcia, contra el segundo, un Napoli que, empatado con la Juventus, también vive una una época de cambios. La Roma buscaba su octava victoria consecutiva con la única baja de su lateral izquierdo titular por sanción (Balzaretti dejó su puesto a Dodô); mientras que Rafa Benítez no pudo contar tampoco con su lateral izquierdo (Zúñiga) y dejó a su nueve (Higuaín), que había estado entre algodones estas semanas, en el banquillo
Durante el inicio y hasta la lesión de Totti (30′), el Napoli tuvo más posesión, pero no dominó. Fueron los giallorossi los que, gracias a una presión alta y su intensidad, manejaron el partido sin tener demasiado la posesión y disfrutaron de las únicas ocasiones. Primero, los visitantes intentaron sacar el balón desde atrás jugado y eso les creó problemas por la alta presión romanista y facilitó la rápida recuperación local. El disparo de Gervinho (15′) poco después de un córner rematado de cabeza por De Rossi (13′), fue suficiente motivo para que Benítez mandará jugar en largo o por las banda, olvidándose de las zonas centrales donde Strootman, Pjanic, De Rossi (que secó a Hamsik todo el partido) y un imperial Castán ganaban todos los duelos.
Este cambio tampoco fue productivo para los visitantes. Pisaron más campo contrario, pero sin ser productivos. La Roma, bien recogida atrás, siguió sumando disparos tras un contragolpe llevado y culminada por Pjanic. No había ningún jugador romanista que no estuviera atento al cruce o a su marca. Ni siquiera Dodô. La Roma estaba secando al Napoli y mostrándose punzante con el balón gracias a la calidad y el estado físico de sus jugadores. Todo se torció cuando Totti se lesionó.
La Roma se aturdió tras la lesión de su Capitano y llegó el (inofensivo) primer remate napolitano. Mientras que Borriello entraba para ser más nueve que diez, el Napoli volvía a intentar sacar la pelota desde atrás, pero regalaba el balón a la Roma. Tras unos cuantos segundos de posesión, Castán envió un mal balón a Borriello, que sólo pudo cabecear atrás para Strootman. Era tan forzada la jugada que el Napoli recuperó el balón. Al instante, Inler vio que Insigne estaba en campo contrario sin marca. Benatia intentó achicarle, pero llegó tarde, no recuperó y dejó un espacio grande a su espalda. Insigne lo supo, vio el desmarque al espacio de Pandev y, al primer toque, envió un balón al espacio para el macedonio. Treinta metros de carrera para que Pandev se enfrentara a De Sanctis como otras tanta veces han hecho cuando compartían entrenamientos. El mal despejado disparo de Goran (35′) provocó que ninguno ganara del todo ese miniduelo. El ganador fue De Rossi, que salvó el gol antes de llegar a la línea y se levantó entre aplausos. Mientras, Higuaín cerraba los ojos e imaginaba qué habría hecho él de estar en el campo.
La respuesta de la Roma fue un balón de Strootman buscando la cabeza de Borriello, que dejó para que Florenzi disparase demasiado cruzado. En ese salto con Borriello, el central Britos se lesionó lesionado y dejó su puesto a Paolo Cannavaro, protagonista absolutamente negativo del encuentro. Strootman y Maicon, desde fuera del área, e Insigne, estrellando su disparo al palo, tuvieron sus ocasiones en unos minutos en los que la Roma se rompió en dos. Entonces apareció Gervinho para dejar patente su espectacular estado de forma y Cannavaro, que no llevaba más de tres minutos, vio la amarilla por hacerle una falta demasiado bonita como para que no fuese aprovechada. El broche de un buen trabajo defensivo, con alguna laguna al final, fue esa falta marcada (45+3′) de manera increíble por Miralem Pjanic. Con el 1-0 se llegó al descanso.
La segunda parte fue más simple en el guion. El conjunto de Rudi Garcia retrasó unos cuantos metros e inició la presión, a veces, con casi todos sus hombres detrás del balón a pocos metros de su propia área. El embudo no lo pudo desatascar el equipo napolitano, que contó con pocas subidas de Maggio, sabiendo que Mesto es un jugador diestro que estaba jugando a banda cambiada, y con Insigne y Callejón dirigiéndose hacia el centro. En la Roma, hasta Borriello realizó funciones de central en algún momento.
Esos contragolpes habrían sido un buen momento para disfrutar de Gervinho, pero el costamarfileño también se lesionó al poco de empezar la segunda parte y dejó su puesto a Ljajic, un hombre de mayor capacidad asociativa y de conducción, pero de menos rapidez. Los acercamientos del Napoli consistían en disparos lejanos, mientras que la Roma, ya con el serbio, intentó que sus contragolpes se convirtieran en jugadas más pensadas. En una de ellas, y con Higuaín en el campo desde hacía un minuto, llegó el penalti de Paolo Cannavaro sobre Borriello, que había ganado la posición y eso facilitó que el árbitro pitase una pena máxima dudosa y expulsase al veterano defensor. Pjanic, de nuevo, pero esta vez con un disparo salvaje, anotó el gol de la tranquilidad.
Los veinte minutos restantes fueron intrascendentes. En ellos, el conjunto de Benítez siguió con la posesión, pensando que no había jugado mal, pero tampoco había sido superior; y pensando más en no desgastarse para su partido de Champions. Mientras que la Roma siguió esperando en campo propio, disfrutando cuando robaba y saboreando las mieles de ganar a un rival directo para igualar el récord de ocho victorias consecutivas en un inicio de liga. Ese hito sólo lo ha conseguido la Juventus en tres ocasiones, y en todas, las cebras acabaron como campeonas. Esto habla del nivel que está mostrando el equilibrado conjunto romanista.
* Rafael Medel.
– Foto: EFE
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