»No hay muchos argumentos, los únicos que han demostrado ser de primera son nuestros aficionados’‘. Así encaraba Paco Jémez la rueda de prensa tras el partido contra el Villarreal del pasado 6 de enero. »No se salva ni el tato, yo el primero, el burro delante. No estamos demostrando ser de Primera División».
Su enfado venía por la falta de intensidad de un equipo que recibió cinco goles en casa. »Para qué cojones vale tener un 70-30 de posesión si cada vez que nos llegan nos hacen gol. No vale ni para tomar por culo». Contundente el entrenador sobre una cuestión que ya tratamos en su tiempo. La mejor manera para defenderse que tiene un equipo con tantos problemas en la zaga es tener el balón. Pero esa permisividad atrás echa al traste todo el trabajo de mantener el balón. Aún más grave si se le añade una carencia de gol perfectamente definida.
Pero entonces llegaron los octavos de final de Copa del Rey. La visita del Levante a Vallecas era un arma de doble filo. Tras una buena primera parte, la vuelta de vestuarios de los pupilos de Jémez dejó mucho que desear. »Me estoy cansando de dar la cara por algunos jugadores». El partido no fue vistoso y los de Joaquín Caparrós se volvieron al Mediterráneo con un suficiente 0-0 con oficio y consistencia que les pone en ventaja para la vuelta.
Un resultado que, independientemente de la imagen ofrecida por ciertos futbolistas franjirrojos, permitió al Rayo Vallecano sumar un partido sin encajar un gol. Algo que no sucedía desde el pasado 6 de diciembre ante el Valladolid –también empate a cero–.
Y entonces llegó uno de los rivales fetiche para el Rayo Vallecano en Primera: el Getafe.
Los últimos cinco partidos en los que se han enfrentado los dos equipos de la capital han salido con signo favorable a los vallecanos. Dentro de esos, tres han sido en el Coliseum Alfonso Pérez, donde solo perdió en la temporada 2003.
Un 0-1 que permite al equipo »coger aire fresco», según el entrenador, además de encadenar dos encuentros consecutivos manteniendo su portería a cero. Ciento ochenta minutos sin recoger un balón de las propias redes. Algo que esta temporada, lamentablemente, se ha acostumbrado a hacer (45 veces).
Porque había que remontarse hasta el domingo 20 de diciembre del 2012, en la 17ª jornada liguera, para encontrar un precedente de dos partidos consecutivos sin recibir un tanto. Fue ante el Valencia en Mestalla (0-1) y el propio Levante en Vallecas (3-0). Más de un año. Demasiado trecho.
Aunque viendo la posición del equipo al término de la primera vuelta (19º, con dieciséis puntos) sería heroico y temerario hablar de esperanza en la salvación, estos dos últimos partidos, al menos en materia defensiva, deberían ser la línea a seguir en la segunda mitad de la temporada.
Una esperanza, también es cierto, que se alimenta en la baja forma de otros conjuntos de la Liga BBVA que no están pasando muchos mejores momentos que los de Vallecas. El Real Betis, con once puntos, está hundido en la cola, y Valladolid, Elche o Almería están en línea claramente descendente.
Porque la realidad, en ocasiones, no debe solo encomendarse a factores propios, sino también en los ajenos. Y en eso hay varios conjuntos luchando, duelos directos entre todos y diecinueve partidos para enmendar los errores del pasado. Media liga para la salvación. No es imposible.
Y lo será menos si, en el mercado invernal, el Rayo Vallecano se mueve con soltura y consigue traer a sus filas a un delantero que pueda ofrecer el gol que falta. El Diego Costa de hace dos temporadas, en una situación realmente parecida.
Una liga de cuatro meses. Eso es lo que le queda a Paco Jémez para sacar del apuro a un equipo que, parece, ha encontrado una fórmula para no conceder tanto atrás. Al menos de momento. Veremos el próximo partido.
* Imanol Echegaray García es co-autor de InterSportMagazine.com
– Foto: Ballesteros (EFE)
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