1.- Con la pareja Busquets-Alonso, España ganó el Mundial, argumento irrefutable. Pero la realidad es tozuda y ya lo fue en Sudáfrica. Del Bosque impone esa pareja a fin de limitar daños en la transición ataque-defensa, pero los daños se acumulan en ambas direcciones: hay un peldaño de más en la salida desde atrás y no se evitan los contrapies. La selección convive y no dudo que convivirá con este factor, pero es un lastre para el juego posicional.
2.- Si alguien tiene dudas respecto de lo anterior, el España-China lo reconfirma pese a tratarse de un partido repleto de probaturas en que Del Bosque repartió a sus figuras en dos partes bien distintas. En la segunda, con un único mediocentro de posición (Xabi Alonso), la selección limitó al máximo las réplicas chinas. ¿Por qué si solo había un hombre ocupando el eje, en vez de dos?
3.- Porque el juego de posición que practica España desde 2006 -y desde 2008 de forma indiscutida- exige una condición sine qua non: la presencia constante de hombres libres entre líneas. Como escribió Lillo: «Este juego consiste en ir generando superioridades a la espalda de la línea que te aprieta«. Por dicha razón, si juntas dos mediocentros detrás del balón, tendrás menos interiores disponibles para moverse en los espacios vacíos. Es decir, tienes más “lanzadores” (dos), pero menos “receptores” (uno menos). Se reducen las posibilidades de superar líneas y encarar con limpieza el marco rival.
4.- Por lo tanto, se incrementa la probabilidad de perder el balón en zona de riesgo. No arriba, cuando ya estás cerca de la portería enemiga, sino en el eje. El riesgo se agudiza si tu lateral derecho sufre una mala noche, pues por ahí se abren autopistas al infierno chino.
5.- La acumulación de dos mediocentros, incluso si intentas escalonarlos, genera otra consecuencia perversa: siempre hay un pase de más, un segundo peldaño. Y así es muy difícil alcanzar la fluidez en la circulación. Ha sido retirar a uno de ellos (probablemente, al más dotado para jugar solo) y abrirse otro horizonte. La incorporación de Iniesta ha ayudado a visualizarlo, pero la solución al enquistamiento no ha consistido en incluir a Iniesta, sino en retirar un mediocentro.
6.- Con uno solo se acabaron los contragolpes chinos, las transiciones desbocadas corriendo hacia atrás y se ha dado paso a una etapa de circulación rápida hacia delante, con un toque menos que en el primer tiempo, y fluidez por dentro, mejor que por fuera.
7.- La asociación entre Iniesta y Silva ha quebrado todas las murallas chinas, acumulando posesiones largas y constantes, característica imprescindible para jugar así. Es curioso el fenómeno actual en que tantos aficionados se mofan de la posesión del balón, sin percatarse que es un factor inexcusable si España quiere jugar como juega. Sin esa posesión resulta inviable presionar tras pérdida de balón, ni recuperar el dominio en un instante y cerrar los huecos a la transición rival. Es sintomática semejante mofa de una seña de identidad tan rotunda y obvia.
y 8.- Probablemente, España está lejos de ser favorita en la inminente Eurocopa. Hay grandísimos rivales, empezando por esa Italia tan vapuleada ayer, pero que es un gran animal competitivo. Para llegar lejos, Del Bosque deberá acertar en sus decisiones y los futbolistas, acertar en las asociaciones. Iniesta y Silva parecen marcar un camino luminoso para el que precisan el mejor acompañamiento posible. Triunfar en tres grandes torneos en apenas cuatro años es lo más parecido a una hazaña y son muchos los equipos empeñados en evitarlo. Será difícil, muy difícil.
– Foto: EFE
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