Ha cambiado el director, pero la orquesta sigue sonando igual de bien. La apuesta de la Real Sociedad por mantener el bloque ha sido un éxito. El cometido era harto complicado, pues la temporada de Carlos Vela daba para jugar prácticamente en el equipo que quisiera, y la juventud del núcleo duro del equipo –Iñigo Martínez, Illarramendi, Griezmann– podía ser un caramelo para los grandes de Europa. Pero el proyecto es precioso, el modelo no puede ser más atractivo y el compromiso de todos los jugadores en acabar de la mejor manera la obra de arte que comenzaron la pasada campaña se lo han contagiado.
Illarramendi fue la excepción. Estaba igual de involucrado que el resto, pero el tren que pasaba no esperaba, y quién sabe si iba a volver algún día. De la operación salían beneficiadas las tres partes. El Real Madrid compraba los años dulces de la carrera de un talento táctico en el centro del campo que le completa una plantilla increíble, el jugador se aseguraba seguir creciendo en la élite absoluta y la Real Sociedad ingresaba un dineral por el traspaso y abría las puertas al incremento de minutos para chavales de la casa, como Rubén Pardo, en busca de la definitiva consolidación en el once titular.
Los fichajes irían encaminados pues, a cubrir la salida del medio guipuzcoano y a reforzar la delantera ante la grave lesión de rodilla de Ifrán y la rescisión de contrato de Joseba Llorente. El ariete debía ser, en palabras del secretario técnico realista Javier Pérez: “Un delantero combinativo, que se ofrezca a sus compañeros y de corte similar a Agirretxe”. Y el joven suizo Haris Sefarovic encajaba perfecto en el perfil. Tras dar bandazos en distintos equipos del calcio, su año en el Novara de la Serie B italiana le ha afianzado como el gran jugador que había demostrado ser en las categorías inferiores de la selección suiza, con la que se proclamó campeón del mundo sub-17 hace cuatro años, y en la pretemporada y en el inicio liguero ha dejado la sensación de que va a encajar. Este zurdo de origen bosnio se asocia, combina y tira desmarques de ruptura con la misma facilidad que fija a los centrales para desahogar la zona de tres cuartos según exija la situación. Su fichaje ilusiona y los escasos dos millones de euros que ha costado le presuponen un margen de revalorización bastante importante.
Más problemas ha habido para reemplazar a Asier Illarramendi. La Real fue a por Jonathan dos Santos, pero la llegada del Tata Martino al banquillo culé frenó una operación que estaba a punto de concretarse. Y al final ha llegado cedido Granero, cuyo club, el QPR, ha decidido tras su descenso dejar salir a sus estrellas para recuperarlos la próxima temporada en caso de regresar a la Premier League. Su perfil no es precisamente el de Illarra ni el del mexicano, pero si alcanza su mejor versión, el centro del campo txuri urdin subirá el nivel exponencialmente. En comparación con Illarra, con Esteban Granero la Real gana en llegada, último pase y cuota de gol, a cambio de perder una pieza clave en el equilibrio del equipo y un titán en la recuperación. En el balón parado Granero puede ser fundamental, asumiendo sobre todo aquellas faltas laterales que tan bien sacaba Illarramendi. La llegada o no de algún otro refuerzo se retrasa por la dependencia económica de pasar la previa de Champions que se viene ante el Olympique Lyonnais. Otros equipos de Europa más poderosos económicamente, como Arsenal o Milan, también están en su misma situación.
La Real regresa a la Champions League nueve años después, precisamente ante el mismo equipo que le apeó en octavos de final la última vez. La eliminatoria ante el Olympique se adivina bastante igualada. Mientras la Real, a pesar de la llegada de Jagoba Arrasate al banquillo, conserva el mismo bloque y la misma idea que el año anterior, el equipo francés ha visto disminuido su potencial, teniendo que ver cómo Lisandro López, su buque insignia estos últimos años, y piezas de su columna vertebral como Lovren, Reveillere o el joven Martial abandonaban el club. Su mayor peligro será ahora la zona de tres cuartos por detrás del punta en el 4-2-3-1 de Rémi Garde, donde Grenier es la estrella del equipo, escoltado en las bandas por Gourcuff y Lacazette.
Esta eliminatoria marcará el resto de la temporada, pero mal hará la Real en bajar los brazos si, por desgracia, tocara disputar la Europa League. Porque la realidad de la Real debe seguir siendo la liga y Europa un lugar donde evadirse y disfrutar compitiendo. Las bases del proyecto son solidísimas, el estilo está definido y los mecanismos se interpretan igual aun cuando falta, como en la primera jornada de liga, casi la mitad del equipo titular. Eso es un equipo grande, y eso no se lo cargan un par de partidos. Por importantes que sean.
* Alberto Egea.
– Foto: Reuters
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