1.- La falta de tensión del Real Madrid en la Liga ya no es ningún secreto. La alineación de Mourinho ya indicaba que la competición doméstica es para los blancos un banco de pruebas en el que dar entrada a los jugadores menos habituales. El Mallorca llegaba al Bernabéu bajo el efecto Manzano, con dos victorias consecutivas ante Granada y Sevilla y en clara racha ascendente.
2.- Ni Pepe ni Modric pueden ejercer como pareja de mediocentros, ya que no equilibran el juego del equipo y dejan excesivos huecos exponiendo demasiado a los dos centrales. Las grandes virtudes del portugués las demuestra desde la posición de central. Sin embargo, le ha adelantado por la izquierda otro defensa de mucho futuro apellidado Varane y que se ha ganado su presencia por méritos propios. El croata tampoco rinde jugando por delante de la defensa. La mejor prueba de ello la vimos en el gol del empate para los blancos. Modric regaló una deliciosa asistencia al espacio para que precisamente Pepe le sirviera en bandeja el primer gol a Higuaín.
3.- El Mallorca, con Manzano, recuperó en la primera parte las esencias de un conjunto bien ordenado tácticamente y que busca contragolpear con peligro. Además, le ha concedido mucha libertad de movimientos al futbolista con mayor talento que dispone: Giovani Dos Santos. El mexicano fue el asistente en los dos goles de los bermellones. El primero en un centro medido que Nsue remató de cabeza emulando al mejor Santillana. El segundo, de nuevo en un saque de esquina que el Madrid defendió mal dentro del área y en el que Alfaro de cabeza volvía a adelantar a su equipo.
4.- No parece que sea cuestión de casualidad que los blancos sufran a balón parado. Quizás hoy sea una cuestión de falta de concentración o incluso de falta de actitud. Estos fallos no parecen importar tanto si se cometen en la Liga, pero en una competición como la Champions te penalizan en mayor grado.
5.- Las bandas del equipo durante la primera parte no funcionaron. Por la derecha, Morata no se encontró cómodo jugando en esa parte del campo, ya que pierde ahí su capacidad para desequilibrar y necesita actuar en una posición más centrada, siempre cerca de la portería rival. Por la izquierda, Kaká intentó una y otra vez sus típicas incursiones con balón, pero sin ningún tipo de desequilibrio, como es costumbre. Pocos dudan ya que es casi imposible que el mejor Kaká vuelva a aparecer en el Bernabéu.
6.- El que no desentonó para nada fue nuevamente Cristiano. El hambre insaciable del ‘7’ blanco le hace ser un auténtico animal competitivo que siempre quiere más y más. Vivir de forma continua a la sombra de Messi no es fácil para un futbolista que nunca baja los brazos y siempre da la cara.
7.- Mourinho sabía que debía cambiar el dibujo táctico en el descanso si quería darle la vuelta al marcador. Ahí estuvo la clave del choque. Sentó a Arbeloa y Morata y entraron Özil y Benzema. Sergio Ramos se colocaba de lateral derecho y Pepe volvía a ser central. El Madrid sólo necesito seis minutos de órdago para dejar totalmente noqueado al Mallorca. Cristiano, de cabeza en un saque de esquina; Modric, de espectacular golpeo desde fuera del área; y otra vez Higuaín dejaban resuelta la papeleta con mucho tiempo por disputar.
8.- La falta de actitud de los locales en la primera parte se transformó en la segunda en una hiperactividad típica del Madrid de Champions. Había mucha más movilidad en ataque, se recuperaba antes el balón y la intensidad era otra. A ello también contribuyó un Mallorca que perdió paulatinamente todo lo que hizo bien antes. Giovani no recibía balones en situaciones de peligro y el equipo se rompía por el medio dejando mucho espacio para que Özil y Modric jugaran como si estuvieran en el salón de su casa. La entrada de Xabi Alonso, el general que ordena las tropas, ejerció como calmante de un choque que hacía minutos que estaba roto.
y 9.- La puntilla al Mallorca corrió a cargo de Benzema en el último suspiro. Cuatro goles en un segundo tiempo que dejaron claro, otra vez más, que el Madrid cuando se pone en serio es sencillamente temible. En cambio, cuando la desgana y la pereza se apoderan de él, todo es posible.
* Marcos Castro.
– Foto: Susana Vera (Reuters)
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