Un mundo sin Xavi

por SERGIO PINTO el 12 mayo, 2013 • 13:54

Un mundo sin Xavi. Esa es la cuestión que todo hincha del Barcelona, y el aficionado al fútbol en general, comienza a plantearse. El futbolista de Terrassa, de 33 años, aún no ha designado sucesor, pero su irregular temporada, unida a sus múltiples problemas físicos hacen prever una dosificación mayor en sus participaciones con el equipo a partir de ahora.

Xavi se hizo hombre en la Eurocopa de Austria y Suiza, allá por el 2008. Explotó con 28 años, de la mano de un Luis Aragonés que supo encontrar en la posición de interior el hábitat perfecto para un futbolista que hasta ese día rara vez había resultado diferencial a nivel de club y selección. Ese torneo consagró a Xavi y a un combinado de futbolistas que maravillaron a Europa con su fútbol de toque. Llegó Guardiola y convirtió al egarense en la piedra filosofal de su proyecto, en el eje del centro del campo, en el eslabón perdido entre el balón y Leo Messi. El juego posicional inculcado por Pep, unido a la presión defensiva ya ejercida desde zona de vanguardia, y el perenne intento de superioridad en el centro del campo dejaban a Xavi como bastión en la medular, protegiendo el balón con su característica ruleta, ralentizando el juego mientras se reordenaban todas las fichas, para volver a empezar, en un bucle interminable, el ataque al espacio. Era un Xavi dominante, imprescindible, secundado por un coro de artistas inigualable. Tras las final del Mundial de clubes del 2011, las molestias del ‘6’ comenzaron a acrecentarse. Sus problemas en el sóleo afectaron tanto física como mentalmente al rendimiento de Xavi, más inseguro, más horizontal y menos influyente en el juego. La lesión de Iniesta también contribuyó en su juego en un tramo de la temporada en el que se perdió la liga, la Copa del Rey despedía a Pep Guardiola y Xavi, posiblemente, completaba su peor año a las órdenes del técnico de Santpedor.

En la selección española, el rol de Xavi cambió por completo, empequeñecido por el doble pivote Alonso-Busquets que le desplazó a zonas más cercanas a la media punta, donde el egarense se desgastaba aún más físicamente, ahogado por la presión rival y no encontraba tantas opciones de pase como cuando se erigía en el metrónomo del equipo, siendo su participación en el mismo, por ende, intrascendente. Sucedió en la Eurocopa 2012, hasta que en la final Prandelli dejó de ser italiano y Xavi fue más Xavi que nunca.

Con un cuerpo damnificado por las lesiones, todo parecía indicar que la temporada del debut de Tito Vilanova marcaría el inicio de la transición de Xavi, con Thiago y Cesc en la recámara esperando su oportunidad. La metamorfosis del Barça pausado y horizontal de Xavi al vertical y desenfrenado de Cesc duró hasta diciembre, batiendo récords y planteando un escenario evolutivo del modelo que parecía intuirse ya con Guardiola. En el 2013, el desarrollo del curso, por todos conocido, mostró a un Barça desnaturalizado, sumido en el frenesí, partido en dos y fuera de control, el peor escenario posible para Xavi Hernández, sobrepasado tanto física como posicionalmente. El efecto dominó en el castillo de naipes blaugrana se iniciaba con la falta o la mala presión de los atacantes, desnudando al equipo en la transición defensiva, convirtiendo la espaldas de los Xavi e Iniesta en caramelo para el rival y obligando a un Busquets también mermado a mutar su número de tentáculos. El fútbol de Xavi se desvanecía, apareciendo en pequeñas dosis, siempre ante equipos menores y naufragando, como todo el equipo, en los partidos de postín. El Barça pasó de jugar para Xavi a hacerlo para Messi. El egarense dejó de ser el eslabón por el que pasaba el juego colectivo culé para convertirse en mero espectador de un equipo encomendado a su máxima estrella. El bajón de su rendimiento puede atribuirse, como no, a su estado físico, con una media de 50 partidos por temporada desde hace 5 años, pero también al abandono del estilo de juego al que mejor se adapta el de Terrassa, bajo el que se siente influyente y necesario.

La duda ahora mismo reside en el camino que decidirá adoptar el Barcelona la próxima temporada. Si persistirá en la evolución hacia un modelo más vertical, volverá sobre sus pasos en pos del fútbol control, pausado y horizontal o buscará un término medio. Lo que parece claro es que Xavi deberá echarse a un lado más pronto que tarde, y a día de hoy, el estado de su sucesión es cuando menos inquietante. Cesc, Thiago en menor medida y, en un futuro, Samper, recientemente renovado, están llamados a ejercer ese liderazgo que Xavi dejará vacante. Las dudas sobre el rendimiento de los dos primeros no deben cimentarse únicamente en una temporada como la que termina, caótica y que coincidió con el desgaste de un equipo que llevaba cuatro años ganándolo todo, sino que deberá remitirse a las decisiones de la junta este verano, el reajuste del equipo y una evolución táctica necesaria e indispensable por parte del cuerpo técnico. La dosificación de Xavi, tanto en el Barça como en la selección, en la que probablemente sea su última temporada, pasa por una buena planificación que deje atada la transición del ‘6’ hacia un mundo desconocido y diferente tras sus botas, esperando que ese futuro que aguarda al Barcelona, sea, en la medida de lo posible, un mundo mejor.

* Sergio Pinto es periodista.

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– Foto: Reuters