"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
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Pocas veces resulta que el traspaso de un futbolista de un club a otro resulte una win-win situation. Si esto ocurre con un jugador importante para el club saliente parecería de locos catalogarlo así, pero a pesar de que Demba Ba es una pieza clave para el Newcastle, su salida pudiera acabar facilitándole a Alan Pardew encontrar las respuestas que tanto necesita.
El delantero senegalés arribó a Tyneside en el verano de 2011 luego de seis meses en el West Ham, descendido a la Championship. En la primera mitad de la temporada anotó la friolera de 15 tantos, pero tras su regreso de la Copa de África tanto él como su equipo se encontraron con un evento un tanto inusual.
Un compatriota suyo, Papiss Demba Cissé, se unió al plantel procedente del Friburgo y ni la marcha del conjunto ni la producción goleadora mermaron, pero esta última recayó exclusivamente en el nuevo atacante, al punto que Ba apenas marcó un gol en el restante lapso liguero.
Era obvio que ambos centrodelanteros no podían habitar en el frente del ataque y Pardew optó por retrasar a Ba unos cuantos metros hacia el centro del campo, obligándolo a realizar el trabajo sucio de sacar a los centrales y generar espacio para Cissé, quien encadenó una racha goleadora de casi un gol por encuentro, con finísimas definiciones como la ejecutada en campo del Chelsea en la fecha 36.
A pesar del nuevo esquema y la alteración en las posiciones, el bienestar del equipo, quinto en la tabla final y clasificado para jugar la Europa League, maquilló el cambio radical que sufrió el Newcastle y la casi nula producción goleadora de su ‘9’ al comienzo de la campaña.
Llegó la nueva temporada y la consabida incomodidad de tener que jugar los jueves en Europa y los domingos en la liga, creando un ciclo corto que aniquila el descanso de los jugadores. Entonces, como era previsible, el rendimiento del plantel sufrió el lastre de no estar acostumbrados a pelear en dos frentes a la vez y, sorpresivamente, la correlación favoreció esta vez a Demba Ba, ahora asumiendo una posición netamente frontal, mientras Cissé pisó más los linderos del área que esta propiamente.
A la larga, la vida demostró que es muy complicado poder explotar al máximo a dos delanteros centros de las mismas características y que, por más que busques, la solución puedes acabar no encontrándola. El Newcastle solo pudo contar con los goles de uno de ellos, mientras el otro se infrautilizó en una posición donde un jugador con otras características es mucho más efectivo.
La marcha de Ba le quita el trabajo imposible a Alan Pardew de encontrar dónde ubicar a ambos futbolistas, pero lo sitúa en la obligación de encontrar a un segundo delantero en poco tiempo, pues lo que tiene en la plantilla no da garantías de alcanzar el nivel necesario para mantenerse con vida en Europa y subir algunos puestos en la liga.
Aunque la llegada de Demba Ba a Stamford Bridge plantea las mismas interrogantes que la situación experimentada en el Newcastle, pues es obvio que Torres y él no pueden jugar juntos y si algún técnico en el universo no cometerá ese ¿error? es Rafael Benítez, supone un alivio a las carencias goleadoras del conjunto y de su centrodelantero.
Ya no existirá la presión de no tener un reemplazo para los letargos anotadores del español, aunque solo podrá ser utilizado en liga tras haber disputado la Europa League con su anterior empleador.
A su llegada, y con un gran porcentaje de acierto, Benítez se percató de que Oscar, Mata y Hazard, trío de mediapuntas utilizados por Di Matteo, se interferían entre sí y aportaban más de lo mismo, por lo cual decidió beneficiarse de la velocidad por la banda y la colaboración en defensa (eso siempre cuenta para Benítez) de Victor Moses, cualidades que ninguno de los playmakers posee.
Quizás el técnico español no tarde en buscar otro extremo tal y como dos de sus privilegiados, Kuyt y Riera, lo hacían en el Liverpool. El primero con sobrados méritos; el segundo con ausencia total de ellos. De hecho, en los últimos años el Chelsea se alimentó de puros hombres de banda como Shaun Wright-Phillips, Arjen Robben, Florent Malouda y Joe Cole. Un punto en contra de su gestión es el invento de colocar a David Luiz como mediocampista de contención, un jugador que carece de la movilidad, la precisión, la inteligencia y la ubicación necesarias para asumir esa posición de manera sostenible.
Ahora con Mikel lesionado, Romeu de baja casi el resto de la temporada y Essien calentando el banco del Bernabéu, no le queda mucho más que optar por la cesión de un hombre natural en esa zona del campo. Qué cosa nos trae el destino, ¿eh? Necesitar a un jugador a préstamo cuando se dejó ir justamente bajo ese mismo estatus a uno ideal para tales funciones.
Pero no será fácil encontrar a un hombre del nivel que el Chelsea necesita disponible para venir por seis meses, por lo que Abramovich, conociéndolo como lo conocemos, puede que no ponga reparos en aflojar unos cuantos millones por un traspaso definitivo.
* Alejandro Pérez.
– Foto: Chelsea FC
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