En lo que va de temporada, el F. C. Barcelona ha empleado el mismo dibujo en prácticamente todos los partidos, más allá de pequeñas modificaciones dentro del rol de algunos jugadores en función del rival, del momento del partido y del equipo (v. gr. laterales más arriba o abajo). La única variante, jugar con dos mediocentros y un interior menos, solo ha sido empleada en una ocasión. Los cambios tácticos que se han ido produciendo (algún repliegue, aumentar la frecuencia de los cambios de orientación…) han respondido más a necesidades puntuales que a la consolidación de alternativas válidas para los momentos clave. En cuanto a los jugadores, ninguno ha ocupado más de dos posiciones distintas, sin ser en ningún caso una de estas una novedad respecto a lo visto en la última temporada (con la excepción, de cuestionable resultado, de Song como interior). Más allá de un puesto que baila (entre Cesc, Alexis y Pedro), hay un once tipo predeterminado para los partidos más difíciles, caso también idéntico al del último curso.
¿Es esto negativo de por sí? En absoluto. De hecho, en las dos mejores temporadas de la historia del Barça (2008-2009 y 2010-2011), muchos de estos parámetros se dieron con gran similitud. Sin embargo, y he aquí la diferencia, aquellos años el Barça arrasaba. Aquello funcionaba tan bien que, pese a ser previsible, era imparable. En cambio, cuando no era este el caso (2009-2010 y 2011-2012), las variantes se sucedían: 1-4-2-3-1, 1-3-4-3, veteranos que habían bajado el nivel perdían la titularidad (Márquez, Henry), variaciones en el once tipo, canteranos que se colaban en el mismo (Pedro, Thiago, Cuenca)… Todo con tal de dar con la tecla. Pese a que el nivel medio era notable, no se llegaba al excelente. Y, para tratar de conseguirlo, Guardiola no paraba.
Sería debatible si este Barça llega al notable. De lo que no cabe duda, en cambio, es de que al excelente no llega. Y no se observa medida alguna para tratar de conseguirlo. Simplemente, se buscan fórmulas para ser competitivos en el día a día, lo cual es loable, pero sin ni siquiera aspirar a la excelencia. Habrá quien diga que no se puede, y es respetable, aunque yo no coincido ni por asomo. ¿Que una plantilla con Valdés, Piqué, Busquets, Iniesta, Messi o Neymar no puede llegar al excelente? Me cuesta creerlo. ¿Con Bartra, Mascherano, Jordi Alba, Cesc, Pedro o Alexis? No puedo ni llegar a planteármelo. En cualquier caso, lo que es indiscutible y debería ser innegociable es tratar de intentarlo.
Y, si de una manera no se consigue, pues se busca de otra. Con tres centrales, con Mascherano de mediocentro o lateral, con Busquets de interior, con Iniesta como canalizador del juego, con Messi y Cesc o Neymar como doble falso nueve, con Alexis de nueve, con Bartra o Sergi Roberto titulares en días importantes… Volviendo a arriesgar en la salida de balón dando un peso importante a los centrales y al portero, proyectando a los laterales, proyectando a uno y dejando a otro como tercer central, cambiando de posición durante el partido a los delanteros, etc. O de mil formas más. Con plantillas de este nivel, las opciones son infinitas, y solo el inmovilismo del cuerpo técnico puede llegar a hacer pensar lo contrario.
Pese a que pueda parecerlo, no es mi intención criticar a Gerardo Martino, quien llegó en un contexto complicadísimo y ha completado una primera mitad de la temporada sobresaliente en cuanto a resultados. Sin embargo, uno mira al Bayern y ve cómo se disputan varios puestos en la alineación mientras se llega a la versión definitiva, cómo Javi Martínez es utilizado en tres posiciones en el mismo partido, cómo un lateral como Lahm se ha convertido en uno de los mejores centrocampistas del mundo, cómo se va dando oportunidades en distintas demarcaciones al joven que mezcla aptitud y actitud (Thiago) hasta que encuentre su sitio, las distintas alternativas en la salida del balón (asumiendo los riesgos imprescindibles, en este modelo, para llegar a la excelencia dominando al contrario) o la utilización positiva de distintos sistemas sin cambiar los principios de juego. Y, claro, siente mucha nostalgia.
* Rafael León Alemany.
– Foto: Ángel Gutiérrez (Atlético de Madrid)
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