1.- Empezar un partido perdiendo es injusto. Salir del vestuario, saludar al que va a ser tu rival durante los siguientes noventa minutos e inmediatamente darte cuenta de que el marcador ya indica que vas por debajo en el marcador. Una sensación de impotencia e incredulidad se debe apoderar momentáneamente de las mentes de los jugadores que antes de estirar las piernas ya saben que van a tener que correr más desde muy temprano. Todo fue culpa de Cristiano Ronaldo.
2.- Como jugador extranjero que es, Ronaldo no tiene por qué conocer la legendaria historia que rodea a La Catedral del fútbol español. Probablemente ignore, o quizá no, que en el estadio bilbaíno se han vivido algunos de los episodios balompédicos más importantes, que por ese césped han corrido, bregado y triunfado cientos de jugadores que han marcado épocas durante un siglo. Pues si desconocía todo eso, hoy ha despedido a San Mamés con el honor de adversario implacable que merece el viejo escenario vizcaíno. Desde el segundo treinta en el que consiguió una falta que transformó en elegante tanto, hasta que fue sustituido cerca del pitazo final, Cristiano honró la memoria de San Mamés, la memoria del fútbol.
3.- Y todo ello con Jonás Ramalho “colgado encima de él”, como dijo Carlos Martínez. Bielsa no cambió la fisonomía de su planteamiento táctico y mantuvo la defensa hombre a hombre que tanto bien le generó el curso pasado pero que tanto sufrimiento le ha originado en la actual temporada. Para el correcto funcionamiento del marcaje individual global necesita que sus jugadores estén en plenas condiciones físicas y mentales, además de no perder la atención ni un instante. Lo consiguió hace un año, pero a día de hoy le cuesta horrores. Probablemente, el que mejor cubrió a su marca fue precisamente Ramalho, aunque su marcado acabase metiendo dos balones en la red de Iraizoz.
4.- Con la tan temprana primacía blanca, cabía esperar un choque menos vívido, más a merced de la voluntad del Real Madrid y de su contraataque. Se daba la situación ideal para ello: ventaja en el marcador, rival al que no le quema el balón en los pies y con espacios detrás de su defensa. Pero la Champions está en la cabeza y no se va, así que el Madrid gestionó sus fuerzas, aguantó el dominio del Athletic y mató cuando pudo, sin sobrecargarse.
5.- El Athletic jugó un primer tiempo lejos del nivel del doble finalista de hace doce meses, pero muy por encima de muchas de las prestaciones vistas en esta edición liguera. En especial, Ander Herrera estuvo soberbio moviendo a su equipo, moviéndose él y presionando la salida merengue. Su actividad contagió primero a Muniain y después a Fernando Llorente. El futuro jugador de la Juventus fue fundamental en el primer tiempo al mantener todos los balones que le llegaban, bajar veinte metros a recibir, tocar y volver a irse o para abrir espacios cayendo a una banda. Es decir, siendo el Llorente de toda la vida.
6.- Los rojiblancos hicieron daño especialmente por el costado izquierdo, aunque las ocasiones no abundaron. Ander encontraba con más facilidad a Markel Susaeta en la derecha que a Ibai en la izquierda y solía inclinar más el juego hacia el lado derecho. Por allí entró el ‘14’ para probar los reflejos de Diego López, que se mostraron a pleno rendimiento. Quizás fuera Ibai el menos enchufado de su equipo, cuando era el que mejor lo tenía, en teoría, al enfrentarse a un lateral reconvertido desde central, que era lateral pero se le fichó como central. Un poco complicado, sí, pero Sergio Ramos se apañó de lujo. Incluso dio una asistencia a Di María en el primer tiempo que el Fideo mandó al palo.
7.- La intensidad del Athletic era muy superior a la del Real Madrid hasta el descanso. Salvando las distancias, el juego era similar al culé. Paciencia en el toque, jugadores muy juntos y fuerte presión inmediata tras pérdida de balón que permitía recuperaciones rápidas, pero sin la violencia azulgrana de cara a gol. En esa disyuntiva se perdió Modrić y apareció algo fallón Xabi Alonso, sobre todo en los primeros instantes. El Real Madrid no tenía el balón, no le hacía falta para nada. Sin embargo, al Athletic le costaba aprovecharlo y no creaba ocasiones suficientes para asustar a los merengues.
8.- Un gol bilbaíno antes del descanso habría cambiado absolutamente el devenir del segundo acto. Las fuerzas después de volver de vestuarios no eran las mismas de media hora antes y fueron en continuo decrecimiento. La presión no se ejercía de igual manera, los espacios iban apareciendo como por arte de magia y el Madrid se asentó. Xabi dijo eso de “aquí, a partir de ahora, mando yo” y no hubo valiente que lo contradijera.
9.- Para hacer efectivo el nuevo orden de cosas, Xabi colgó una falta al área del Athletic y Cristiano saltó más que ninguno para anotar. Otro gol del jugador marcado por Jonás Ramalho, pero otra vez en la que el canterano no tenía culpa. La energía con la que remató Ronaldo rodeado de jugadores y con Ramalho a su vera merece cualquier tipo de elogio. Imprimió al balón una enorme potencia con el único movimiento de su cuello. Sensacional remate.
10.- La evidencia del bajón tanto físico como moral del Athletic después del mazazo del 0-2 fue el 0-3. Ni Iturraspe ni Ander se encontraron encima de Alonso ni Modrić como lo habían hecho en el primer tiempo cuando ambos combinaron para que el croata se asociara con Cristiano. El portugués se escondió el balón y se sacó una preciosa asistencia para Higuaín. El Pipa, sin la marca de los centrales ni la cobertura de Aurtenetxe y con la colaboración de Ramalho para romper el fuera de juego, pudo batir de tiro cruzado a Iraizoz.
11.- Bielsa había reaccionado antes del gol de Higuaín dando entrada a Iraola y Toquero para darle sobre todo más fuerza y empuje a su equipo. No le sirvió prácticamente de nada. Al final, la tristeza por el resultado del público se pagó una vez más con pitos a Fernando Llorente cada vez que no acertaba con cualquier mínimo detalle. Una auténtica pena.
y 12.- A falta de pocos minutos, Mourinho dio entrada a Álvaro Morata para tratar de aprovechar los últimos huecos que pudiese dejar la defensa vizcaína. Sin embargo, la solidez del resultado y la cercanía del pitido final hizo que el delantero prefiriera no bajar a defender en una jugada. Mourinho no se lo tomó bien. Pedro León sabe que con esos detalles no se juega.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Miguel Toña (EFE)
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