Ese fue el grito de guerra durante muchas tardes y noches en el Santiago Bernabéu desde 1977 hasta 1985. Ulrich Stielike, Uli para el Bernabéu, nació el 15 de noviembre de 1954 en Kietch, Alemania Occidental por aquel entonces, y ha sido uno de los jugadores en la historia del Real Madrid que mejor ha encarnado los ahora tan manidos y tan mal utilizados valores del madridismo.
Stielike comenzó a hacerse un nombre en el fútbol en las filas del Borussia Mönchengladbach a comienzos de la década de los 70. Aquel equipo tuvo unos años en los que ganaba por aplastamiento en la República Federal Alemana y en Europa. Uli representaba bien con su juego la forma de ganar de su equipo.
“Me hubiera gustado que alguien calculase los kilómetros que yo hacía en el césped. Pero nadie me puso nunca un cuentakilómetros”. Esta frase que pronunció en una entrevista al diario ABC, tras abandonar el club en 1985, define bastante bien el sacrificio de Stielike para el equipo. Fue un centrocampista de pundonor, sustantivo masculino muy utilizado en la época para definir la actitud de muchos futbolistas que se entregaban en cuerpo y alma. El despliegue, en su primeros años, era otra de sus virtudes y su llegada a la frontal del área una tónica habitual, aunque nunca tuvo mucho gol.
Él mismo confesó en la misma entrevista a ABC: “Para ser centrocampista nunca tuve mucho gol; en mi primera temporada en el Madrid hice 13, pero después nunca pasé de 4 ó 6 por temporada. Mis movimientos en el campo variaban en función de las tácticas del entrenador y de los marcajes (en aquella época se estilaban mucho las marcas individuales) pero puede decirse que mi zona de movimientos era el centro del campo, con carreras hacia el borde del área para ensayar el disparo cuando lo veía oportuno”.
En el Gladbach ganó tres ligas en Alemania, una UEFA en 1975 y fue subcampeón de Europa en 1977, en aquella final que los alemanes perdieron ante el Liverpool en Roma. Precisamente en aquella temporada 1976-77 le cambió el destino. Santiago Bernabéu y el secretario general del club blanco, Agustín Domínguez, viajaron hasta Mönchengladbach para ver en directo al centrocampista internacional Herbert Wimmer (campeón de Europa con la RFA en 1972, campeón del mundo en 1974 y de nuevo finalista en la Eurocopa del 76), en la vuelta de la semifinales de la Copa de Europa entre el Gladbach y el Dinamo de Kiev.
Fueron a ver Wimmer pero se quedaron alucinados con la entrega y el estilo de juego de Stielike, que fue al que finalmente ficharon. A la postre fue el último fichaje de Bernabéu para el Real Madrid, ya que fallecería un año y poco después.
En el Madrid estuvo ocho años, las lesiones crearon dudas al principio sobre la conveniencia de su fichaje, pero su rendimiento no tardó en disiparlas. Su primera temporada ya sirvió para ganarse el corazón del Bernabéu, y nunca mejor dicho, porque Uli jugaba con el corazón.
Yo era muy pequeño, pero recuerdo el final de su etapa como jugador del Madrid, su última temporada concretamente, y siempre me viene la misma imagen de Stielike: llegando al auxilio de un compañero al cruce y recuperando la pelota o cortando el balón. Por encima de cualquier otra cosa siempre fue un jugador solidario.
El final de la década de los 70 fue brillante para él y para el Madrid. Con la selección era tiempo de vino y rosas y fue campeón de la Eurocopa 1980 que se celebró en Italia.
La llegada de los años 80 fue mostrando un Stielike que retrasaba su posición en el campo, jugando en muchas ocasiones de centrocampista más retrasado o de hombre libre, tanto con el Madrid como con la selección. Para el gran futbolista que fue, siempre estuvo marcado por el infortunio en los partidos decisivos, no tanto a nivel personal, pero sí a nivel de club y de selección.
Los segundos puestos en la Liga con el Madrid, en el último suspiro, de las temporadas 80-81 y 82-83 en favor de la Real Sociedad y Athletic Club, respectivamente, fueron bastante dolorosos. Dos derrotas europeas resultaron especialmente duras: la final de la Copa de Europa ante el Liverpool en París en 1981 y la final de la Recopa de 1983, ante el Aberdeen, en Göteborg.
El Madrid de la época tuvo un mérito enorme y no siempre bien ponderado, llegando a esas finales con muchos jugadores de la casa, sin grandes estrellas internacionales. Las derrotas provocan que no se le haga justicia a aquel equipo, pero tuvo mucho mérito.
El carácter de Stielike era muy fuerte y resultaba frecuente ver discusiones con sus compañeros, especialmente con Juan Gómez, Juanito. Aquellas dos finales abrieron una herida entre ambos que tardaría muchos años en cicatrizar.
En la final de la Copa de Europa del 81, el gol de Alan Kennedy vino precedido de un error de Juan, que no siguió al lateral izquierdo inglés en la marca tras un saque de banda. En el vestuario discutieron y Stielike se lo reprochó. Dos años después, tras la derrota en la final de la Recopa, hubo una nueva discusión y se rompieron las relaciones entre ambos. Eran dos tipos bravos con una forma diferente de ver la vida. Uli y Juan, Juan y Uli, eran dos ganadores tremendos, pero con una forma muy diferente de ver el camino hacia la victoria.
El 7 de junio de 1983, poco antes de renovar su último contrato como jugador blanco, Stielike charló con el diario El País acerca de su relación profesional con Juanito: “El problema del extremo derecha tiene que resolverse (…) Tenemos una concepción profesional diferente“.
Cuando Uli dejó el club, el Madrid y el Neuchatel Xamax, equipo suizo al que se fue, se enfrentaron en cuartos de final de la UEFA 85-86. Una dura entrada de Uli sobre Juan concluyó con un escupitajo de Juanito sobre el alemán. Años después se encontraron en la Fuengirola natal de Juanito, ambos veraneando, y arreglaron sus diferencias, como reconocería Stielike con cariño tras la triste desaparición de Juanito.
Con la selección han quedado para el recuerdo sus lágrimas tras fallar un penalti en la tanda decisiva de las semifinales del Mundial de España 82 en Sevilla, disputadas entre la RFA y Francia. Ettori, portero francés, detuvo el lanzamiento de Stielike. Después, Schumacher detuvo el lanzamiento de Bossis y acto seguido le dedicó la parada a su compañero, que lloraba de rodillas en el suelo. La República Federal de Alemania perdería la final del Bernabéu ante Italia. Sin duda la imagen de Stielike de rodillas llorando en la semifinal fue una de las imágenes del campeonato. El gol in extremis de Maceda en la Euro 84, que dejaba fuera a la RFA de la Eurocopa de Francia en el último partido de la primera fase, supuso el final de Derwall al frente de la selección.
Tras la Eurocopa llegó Beckenbauer al cargo de seleccionador y sólo convocó a Stielike para su primer partido, que acabó con derrota en un amistoso ante Argentina por 1-3. Ese fue el partido número 42 y último de Uli con la selección, dejando atrás una carrera brillante a nivel internacional disputando dos Eurocopas y un Mundial. En su última temporada en el Real Madrid, la 84-85, jugó de líbero rindiendo de una forma magnífica y conquistando la Copa de la UEFA y la extinta Copa de la Liga.
Su último partido fue para recordar. Era la vuelta de la Copa de la Liga ante el Atleti en el Bernabéu. El Madrid había perdido 3-2 en el Calderón, remontó y ganó 2-0 con goles de Stielike y Míchel. Se marchó a hombros del campo como los toreros y con lágrimas en los ojos. Ramón Mendoza ya era el nuevo presidente y la normativa sólo permitía dos extranjeros en la plantilla. Jorge Valdano, ya en el equipo, y el fichaje de Hugo Sánchez le dejaban sin hueco para la temporada siguiente.
En aquel momento a Stielike le dolió mucho la forma que tuvo de salir del club, pero siendo ya jugador del Neuchatel (donde apuraría su carrera hasta 1988, logrando dos ligas) declaró también para el diario ABC: “En el Real Madrid me hice hombre. Llegué con 22 años y 6 meses de casado cuando cualquier chaval soñaba con jugar en el club. Me dejaron soñar y ningún malentendido podrá cambiar mi opinión sobre el club blanco. El Madrid es para mi una filosofía, una manera de hacer”.
La frase resume muchas cosas, valores que asimiló dentro del club y que se reflejaban a modo de estruendo en la grada del Bernabéu y en forma de grito de guerra: “Uli-Uli-Uli-Uli-Uli”.
* Alberto López Frau es periodista.
– Fotos: Real Madrid – Imago
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal