Para llegar al Sant Jordi había que sufrir, había que matar al dragón alemán, que era mucho más fiero de lo que parecía y que ha dado guerra de principio a fin con sus nuevas armas y sus renovados jugadores que nada tienen que ver con los gigantes de antaño.
España ha ganado por 28-24 después de un partido desigual en el que le ha costado encontrar su identidad porque se ha enfrentado a un equipo que jugaba con sus propias armas y que había preparado muy bien el compromiso maniatando en muchos momentos a los hombres de Valero Rivera. “Parece que nos habíamos cambiado las camisetas”, ha comentado tras el partido Julen Aginagalde –uno de los héroes de la noche–, subrayando ese juego renovado de los alemanes que parecían españoles.
La primera alarma se ha encendido en el minuto quince al ver que la defensa española en 5-1, con un hombre adelantado, no podía con el rápido juego alemán entre líneas que disfrutaba de éxito en situaciones siempre ventajosas en la línea del área. El marcador de 5-7 no era lo más grave, sino esa sensación de impotencia que se ha extendido a la portería hasta el punto de que Sterbik ha sido sustituido por Sierra.
Esa era la mejor noticia sobre todo para los más jóvenes alemanes, que se han quitado el complejo Sterbik y han crecido con fluidez y descaro, con ese juego renovado que nada tiene que ver con el de antaño, lleno de artilleros, al que España solía responder en confrontaciones anteriores con una defensa en línea. Pero ahora el equipo alemán se ha rejuvenecido con jugadores de clase, con chicos que fueron campeones mundiales júnior. Con los toques de un par de clásicos veteranos (Klein y el rocoso Roggisch, sobre todo) y la buena portería del expresivo Heinevetter se han crecido al ver que les iban saliendo las cosas. Un grupo con hombres de diez equipos distintos y solo dos jugadores de campeonísimo Kiel. Un autentico equipo federal.
España solo ha podido responder a tirones, aunque se ha puesto por delante un par de veces, pero sin un juego consistente. Solo ha sacado la cabeza del fango gracias al mando de Alberto Entrerríos y a la percusión de Víctor Tomás desde el extremo. Han sido ramalazos acomplejados de un ataque atascado que ha propiciado rápidos contragolpes alemanes que ni un Sierra en progresión ha podido evitar. El 12-14 del descanso era más preocupante por la impresión que causaba el juego que por los guarismos, perfectamente remontables tras el descanso si España econtraba su camino.
El parcial de 16-10 de la segunda parte indica que se ha jugado otro partido, pero el triunfo español ha sido muy trabajado. No ha bastado que Sierra haya ido creciendo en la puerta hasta alcanzar un 41 % de aciertos, porque los problemas han continuado durante más de diez minutos pese al espejismo del primer impulso hasta el 17-15. A los descarados alemanes no les ha asustado ese estirón de España ni el bullicio de los espectadores que han llenado el pabellón de Príncipe Felipe de Zaragoza. Como chavales traviesos han seguido a lo suyo y han vuelto a ponerse por delante (18-19). Había que volver a empezar.
Además de un Sierra creciente y de una defensa 6-0 mucho más efectiva que los ensayos precedentes, dos jugadores han sido fundamentales en ese tremendo arreón español: Alberto Entrerríos y Julen Aginagalde. El lateral asturiano ha dado un recital de llevar el ritmo preciso, marcar y pasar. Su ausencia de los Juegos de Londres, que muchos interpretaron como su adiós a la selección, ha quedado olvidada, y a los 36 años ha impartido magisterio. El irundarra Aginagalde ha pescado todo lo que ha caído en el área, ha ganado la posición y ha rematado en posiciones extremas. Cinco de los seis goles que han llevado del 20-20 al 26-21 han sido obra de este pivote que ha desquiciado a los alemanes.
El cuarto de hora final ha sido la apoteosis para la selección española y el caos para los alemanes, que han chocado con la zaga y el portero rival y no han encontrado la manera de descifrar al dueto Entrerríos-Aginagalde. Vaya par… Un recurso de lujo cuando no hay opciones en los extremos y no funciona el reloj atómico de Sarmiento que hubiera precisado del relevo del otro Entrerríos, Raúl, cuya baja habrá rondado muchas veces por la cabeza del seleccionador español al buscar soluciones al entramado alemán.
En suma, España se ha ganado el billete para las semifinales y ha cumplido el mínimo que podía exigirse en el campeonato, pero ha tenido carencias que ha sabido suplir con ramalazos de extrema calidad y con la buena dirección de Valero Rivera para solventar los problemas que se han ido planteando. Pero esas dudas son cada vez más caras según avanza el mundial, y ahora en las alturas de Montjuïc no caben vacilaciones. Eslovenia no tiene nombre, apenas cuenta con un subcampeonato europeo ante sus paisanos, pero ofrece un menú que no le gusta nada a España: un juego atrevido, veloz, penetrante que le ha valido el inesperado triunfo ante Rusia. Los vídeos van a echar humo en la concentración de la selección española.
* Pedro Gabilondo es periodista. Ha cubierto 9 ediciones de Juegos Olímpicos (desde Munich 1972).
– Foto: EFE
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