Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Inglaterra
Tres partidos machos ha jugado el Chelsea en Stamford Bridge esta temporada y ha acertado en los tres. Parecía un lujo dejar a Fernando Torres en el banquillo visto el momento de forma que atraviesa, pero Mourinho lo iba a dejar claro en la rueda de prensa tras el partido: “Torres es realmente peligroso al espacio, pero enfrente teníamos un equipo compacto, así que elegí a Eto’o por su habilidad para moverse en espacios reducidos”. El técnico portugués sacó a Torres ante el Manchester City sabiendo que los de Pellegrini se volcarían dejando espacios a la espalda de su defensa, y el de Fuenlabrada fue un ciclón: un tiro al larguero, asistencia a Schürrle en el primer tanto y gol decisivo en el descuento. El Liverpool ni arriesgaría tanto ni iba a conceder tantas ventajas, y Eto’o fue titular entonces, buscando Mourinho esa décima de segundo que le hace anticiparse a su marcador en cada centro. Ese instinto decidió el partido, de la misma forma que iba a decidir el camerunés el duelo frente al Manchester United.
Mourinho dispuso sobre el tapete el mismo equipo que había derrotado al Liverpool, incorporando a Ramires –sancionado aquel día– por Lampard, que volvía a una convocatoria tras tres semanas lesionado. David Luiz, que había sido capital para anular a Luis Suárez tres semanas antes, repetía en el centro del campo con el objetivo de limitar el espacio de Januzaj, jugador capital en el ataque de los de Moyes desde que Van Persie y Rooney se sincronizaran de la peor manera y las lesiones les hayan impedido coincidir en el once desde el United-Arsenal del 10 de noviembre.
En un arranque de orgullo, y como si quisiera reivindicar la grandeza de su escudo –que ahora mismo está muy por encima de la calidad de su plantilla–, el Manchester United salió en tromba enjaulando en su área al Chelsea, que sorprendido tardó diez minutos en comenzar a ganar metros. Moyes había colocado a Januzaj de mediapunta por detrás de Welbeck con libertad para caer al costado izquierdo, donde asociarse con Young para crear superioridad en la banda frente a Ivanovic y aprovechar el desborde de ambos. Esta fórmula, la capacidad de Welbeck para combinar con los mediapuntas en la zona de tres cuartos y la profundidad de Rafael en la banda derecha desarbolaban al Chelsea, que tuvo a Cech de pararrayos hasta que se pasara la tormenta. Aunque esta vez sin consecuencias en el marcador, el Chelsea reincidía en lo que a dejarse sorprender en casa se refiere, sumando una nueva empanada inicial a las que tuvieron lugar en las visitas de Cardiff, Southampton –el gol de Jay Rodríguez a los 13 segundos es imperdonable– y Liverpool.
Tras el arreón, el Manchester United bajó una marcha, el Chelsea adquirió protagonismo en ataque y comenzó a apreciarse que el mediapunta era Willian y no Oscar, a pesar del continuo intercambio de posiciones entre ambos. Pero esta puesta en escena se iba a plasmar ya con el marcador a favor, porque en la primera llegada del equipo blue a las inmediaciones del área Eto’o se perfiló desde la derecha, se quitó de encima a Jones con un eslalon y chutó a puerta con la fortuna de que el balón tropezó en Carrick para envenenarse y superar a De Gea en perfecta vaselina. Era la undécima vez en veintidós jornadas que el Manchester United comenzaba perdiendo, pero esta vez sería injusto achacárselo a algo o a alguien que no fuera esa dinámica pesimista que le hace perder puntos sin merecerlo en muchos partidos –como se cansa de repetir Abel Rojas (@ecosdelbalon) sin faltar a la razón–, la misma que no le deja salir de esa espiral de lesiones en la que está inmerso hace tiempo. Mientras, la inercia del Chelsea ya es totalmente opuesta. Los de Mourinho se han fortificado atrás, el derroche de calidad en la zona de tres cuartos les permite generar ocasiones hasta en los días menos inspirados, tienen en Hazard una bestia que intimida al punto de hacer recular quince o veinte metros las líneas rivales cada vez que le llega un balón y transmiten la sensación real de que los partidos se acaban en el momento en que se adelantan en el marcador.
El Chelsea, a cada robo, a cada lance ganado, salía directo a la yugular del United, buscando terminar rápido las jugadas que iniciaba con pases verticales a los mediapuntas o mediante incorporaciones al ataque de Ramires, que con David Luiz de mediocentro más estático se permitía conducir hasta el balcón del área. A la media hora se sucedieron las primeras acciones de mérito de Januzaj y el United creció. Avisó con un centro desde la izquierda tras haber desbordado a David Luiz que no encontró rematador, y generó la ocasión más clara del partido para los de Moyes con otro centro que no acertó a cortar Terry y que Welbeck, trabado por Azpilicueta, remató centrado con todo a favor. Cuando mejor estaba el United llegó un nuevo jarro de agua fría. Un centro de Eto’o que acabaría en un remate acrobático de Oscar que salió rozando el larguero en lo que hubiera sido un gol de bandera fue el preludio del 2-0. En el alargue del primer tiempo, un rechazo de la defensa del United en un córner caía en la frontal a pies de Ramires; este abrió a Cahill, que haciendo funciones de extremo derecho, y con la zaga rival desubicada, le puso un balón a Eto’o, que libre de marca –otro desajuste que sumar a la temporada de Vidic– fusiló a De Gea.
Al varapalo que suponía para el Manchester recibir un gol en el último minuto del primer tiempo le iba a suceder otro al inicio del segundo. De nuevo en una segunda jugada tras un saque de esquina, De Gea respondía con una gran parada al cabezazo de Cahill, pero el balón quedaba muerto y Eto’o le ganaba la partida a Valencia para firmar el hat-trick –el último lo había marcado con el Inter en un 4-0 ante el Werder Bremen en septiembre de 2010– y cerrar el encuentro. El partido de Eto’o como futbolista no pasaba del seis, pero como delantero era de matrícula de honor, y hoy por hoy esas notas se invierten cuando hablamos de Fernando Torres, lo que hace de cada elección de Mourinho dependiendo de la necesidad del equipo y de las características del rival una decisión clave en el desarrollo de cada partido.
Con el 3-0 el Chelsea durmió el partido y el ritmo bajó drásticamente, a lo que Mourinho colaboró metiendo más músculo en el centro del campo dando entrada a Obi Mikel por Oscar. De aquí al final, Chicharito, que había salido por Welbeck en el minuto 55, maquilló el marcador con un tanto de cazagoles marca de la casa; Matic debutó en un club que lo necesita imperiosamente; Fernando Torres tuvo tiempo para lesionarse en los doce minutos que le dio Mourinho y parece que será baja en el trascendental partido del Etihad del 3 de febrero; y Vidic, para culminar una tarde aciaga, se autoexpulsó con una entrada sobre Hazard, tan dura como innecesaria, que volverá a dejar coja la defensa del United como mínimo en el próximo partido frente al Cardiff.
Con la derrota y visto el ritmo de resultados de los tres de arriba, el Manchester United se despide de sus aspiraciones al título –ningún equipo ganó la Premier con siete derrotas– y se deberá centrar en una cuarta plaza que mantiene a seis puntos, que serán siete si el Everton de Roberto Martínez vence al WBA de Pepe Mel. El regreso de Rooney y Van Persie comienza a ser una necesidad inminente –en la rueda de prensa tras el partido Moyes dijo que esperaba que volvieran a los entrenamientos a principios de esta semana– para que el equipo recupere la identidad y pueda competir con Liverpool, Tottenham y Everton por esa carísima plaza de Champions. El Chelsea, mientras, encadena su sexta victoria consecutiva habiendo encajado solo dos goles y a Mourinho –que sellaba su victoria número 100 en Premier más rápido que ningún otro técnico– le siguen saliendo las cuentas con esa media inglesa –ganar en casa y empatar fuera– que continúa aplicando ante los grandes –victorias ante City, Liverpool y United y empates en Old Trafford, White Hart Lane y Emirates–.
* Alberto Egea.
– Foto: Reuters
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