Llega el final de la liga y por Elche andamos temblando con la posibilidad de que el equipo baje de categoría tras veinticuatro años esperando para volver a la élite. Los hay optimistas y pesimistas, pero lo cierto es que hay motivos para posicionarse en uno u otro bando, aunque como sucede a menudo, el término medio es lo más razonable. Expongo a continuación por qué un equipo que solo ha ocupado en dos jornadas los puestos de descenso es firme candidato a caer en el pozo, así como las esperanzas a las que se agarran para mantener su plaza fuera del mismo.
El conjunto de Fran Escribá es un bloque sólido, de líneas juntas y cohesionadas, que sabe competir ante la mayoría de equipos del campeonato. Independientemente del nivel de la plantilla, un conocedor de nuestra liga diría que hay un mínimo de cinco equipos de menor nivel que el franjiverde, en el peor de los casos. Incluso alguno con aspiraciones europeas ha evidenciado más tibieza colectiva, salvando los muebles con la calidad de sus individualidades. Pero en fútbol todo suma, y precisamente de individualidades va corto el Elche, sobre todo en el último tercio de campo. La mayoría de sus jugadores en esta parcela son debutantes en la categoría y lo están acusando: Fidel tiene problemas para desbordar en la banda izquierda, Aarón te da un poquito de todo pero acaba quedándose corto, Rodrigues es veloz y bullicioso, pero también un recién llegado que no está capacitado para darte una salvación, mientras que Carles Gil aporta algo de creatividad y talento sin la compañía de la determinación y el físico. Sus delanteros también resultan insuficientes, ya que Cristian Herrera jugaba en 2ª B hace unos meses, Boakye puede pasarse una vuelta entera sin anotar y Coro y Manu del Moral nunca fueron grandes goleadores. Esto podría provocar que el Elche salvara la categoría con la cifra más baja de goles a favor obtenida por un equipo en años. ¿Por qué sería posible?
El once del club ilicitano presenta bazas que hay que considerar. Por un lado, la pareja de centrales conformada habitualmente por Botía y Lombán se ha mantenido muy firme tras un período inicial de adaptación en las primeras jornadas. Actualmente, el veterano Pelegrín cumple a buen nivel tras aprovechar el hueco causado por unas molestias recientes del asturiano. En la zona ancha, el dúo formado por Rubén Pérez y Javi Márquez ha obtenido muchos puntos mezclando el trabajo y dinamismo del canterano atlético con el pase y la llegada a la frontal del catalán. Ahora es Carlos Sánchez el que en ocasiones sienta a este último o bien convive con ambos, ya que ha recuperado el nivel del primer tercio de temporada y así se convierte en un activo útil para el equipo por su juego aéreo, su fortaleza física y una digna salida de balón. Si a estos pasillos de seguridad centrales sumamos que Manu Herrera se muestra más seguro que cuando perdió la titularidad en favor de Toño o que Cisma está completando una segunda vuelta loable frente a las lesiones de Edu Albácar, entendemos que el Martínez Valero no haya movido el marcador de los visitantes en todo lo que llevamos de segunda vuelta (siete partidos como local).
¿Bastará con las virtudes para lograr el ansiado objetivo? No lo sabemos: el calendario es complicado y, aunque algunos rivales podrían no jugarse nada, de poco servirá si no se consigue anotar para conseguir al menos una victoria. Esta tendría que ir acompañada de algún punto más, para asegurar. Hasta que el panorama no se torne más esclarecedor, tendremos que seguir escuchando una gran cantidad de voces que desde el exterior afirman “tranquilos, que os salváis” mientras cruzamos los dedos y movemos la pierna sin parar.
* Óscar Ato.
– Foto: Daniel Madrigal (Elche CF)
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