1.- Partido frío, sin más objetivos que rodar piernas, despejar cabezas y preparar al equipo para la última final de Guardiola. Sí, también para que Messi continúe sumando goles en su objetivo individual de batir récords anotadores.
2.- Málaga en su versión más académica: tranquilo en las asociaciones, pausado en el avance, punzante cerca del área, sereno en la adversidad, transitando entre Camacho y Portillo para que Cazorla elija casi siempre la mejor opción. Hasta que no se vio perdido con rotundidad mantuvo juntas las líneas y cerrados los espacios, dificultando la tarde a Iniesta y Messi.
3.- Al Barça le falta ese punto de tensión competitiva que le llevó semanas atrás hasta el cogote del Real Madrid. Si ha cerrado las contiendas contra Rayo y Málaga con goleadas amplias (7+4) obedece más al juego memorístico del equipo y a su voluntad de llegar en buen estado a la final de Copa que a la propia disputa de puntos que se sabían intrascendentes.
4.- Visto así, el equipo ha rendido bien. Aunque Keita tiene siempre un toque más que Busquets y eso espesa la circulación intermedia, el Barça busca al hombre libre entre líneas. El Málaga, que lo sabe, cierra sobre Iniesta y Messi, los dos grandes especialistas, en tanto Cesc se ocupa de la base mostrando una sobriedad en las transiciones defensivas que no se le conocían.
5.- Mientras el efervescente Alves vive directamente colgado del área rival, Mascherano y Adriano sujetan la posición desde el silencio. Conocido el rigor del argentino, desde hace algunas semanas hay que destacar el rendimiento del brasileño, oscuro, discreto, callado, casi opuesto a su compatriota del otro costado, pero eficaz, listo y con buen olfato para elegir los momentos de sus subidas.
6.- Ninguno, sin embargo, como Puyol en este final de curso. Es lo que tiene enterrar a los jugadores legendarios antes de hora: siempre vuelven. Ya se le da por suplente para el próximo año, lo que es otra temeridad visto su rendimiento. Algún día se despedirá, pero nada hace pensar que vaya a ser pronto.
y 7.- El acuchillamiento de la defensa malacitana llega a la hora de encuentro. Iniesta coge la escuadra y el cartabón de Xavi y dibuja ese pase imposible que tantos centrocampistas soñaron antes. Liso, limpio, vertical, el balón cruza entre los borceguíes de los centrales y se deposita en la bota de Messi, reformateado en Torpedo-68.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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