En las últimas horas estamos leyendo multitud de perfiles del nuevo primer entrenador del FC Barcelona, Tito Vilanova. Artículos profundos sobre sus innegables capacidades profesionales y personales para hacerse con el rumbo de la nave blaugrana. En las siguientes líneas me gustaría hablar del anterior Vilanova, de la etapa en la que fue jugador de La Masía y en la que tenía la ilusión de llegar a jugar en el primer equipo.
Vilanova era un chico larguirucho, de apariencia apocada y que disimulaba la timidez propia de la adolescencia con una pelambrera mod muy llamativa. Como jugador era un volante central pausado, con una excelente calidad técnica y capacidad para distribuir el juego. Solía jugar por delante del mediocentro y destacaba por su facilidad para manejar la bola con la cabeza levantada y por una madurez impropia de la edad. Tito fue quemando etapas en la cantera blaugrana hasta llegar al juvenil que dirigía Charly Rexach en 1985.
FINALES EN LAS GAUNAS
Aquel juvenil barcelonista es uno de los más recordados de la historia culé por el fútbol ofensivo que desplegaba y porque en él se formaron varios jugadores que pocos años después iban a formar parte del Dream Team de Johan Cruyff. Aquel equipo estaba liderado en el campo por Guillermo Amor, Sergi López y Jordi Roura pero quien estaba en la sala de máquinas era Tito. Dos encuentros marcaron la trayectoria de aquel gran juvenil de Charly; dos finales de Copa del Rey consecutivas disputadas en 1986 y 1987 ante el Real Madrid y Athletíc de Bilbao respectivamente. Ambas se disputaron en Logroño y yo, un niño apasionado por el fútbol que vivía en la capital riojana, tuve la suerte de que mi padre me llevara a ver ambas.
En la primera, el Barça endosó un 6-3 al Real Madrid en un encuentro fantástico y de imborrable recuerdo en Las Gaunas. El Real Madrid que dirigía Toni Grande tenía una enorme generación con futbolistas como Caminero, Aragón, Sebastián Losada o Vílchez. Sin embargo, se vieron a merced de un juvenil azulgrana que fue una maquina de generar fútbol. Los titulares del día siguiente eran para Ramón, el magnífico ariete que apuntaba como estrella y que logró un hat-trick. Se pedía que tuviera ya una oportunidad en el primer equipo y se le veía como el sucesor de Archibald. Sin embargo, el héroe en la sombra de aquel partido fue el número 7, un chico llamado Vilanova, que había controlado el tempo del partido a su antojo y que se permitió dar cuatro asistencias de gol. Seguro que el bueno de Nicolau Casaus, con su puro en el palco, tomó buena nota de aquel imberbe de 16 años.
Un año después, el mismo escenario y la misma final pero con un rival diferente, el Athlétic Club de Nico Estéfano. 12.000 espectadores en Las Gaunas, cifra extraordinaria para una final juvenil. Los cachorros llegaban con tres jugadores que apuntaban a ser leones de inmediato: Alkorta (jugando de mediocentro), Garitano y Mendiguren. El Barça presentaba un equipo muy similar al del año anterior con la incorporación de Chapi Ferrer, que había relevado al licenciado Cristóbal. El encuentro fue de poder a poder, muy cerrado. El Barça perdía 1-0 a falta de diez minutos. Guillermo Amor puso la igualada al transformar un penalti. Cuando apenas quedaban dos minutos para el final surgió la figura del 7, Vilanova, que de preciso disparo batía a Lobato y daba el título al equipo blaugrana. «El Mundo Deportivo» del día siguiente le dio la máxima puntuación posible, un 6. El juvenil del Barça lograba su segunda Copa del Rey consecutiva y lograba la hegemonía del fútbol de cantera español.
Parecía que muchos jugadores de aquella generación estaban predestinados a jugar en el primer equipo. Tito era uno de ellos sin duda. Llegó al Barça Atlètic que dirigía Lluis Pujol en 1988. El equipo estaba en Segunda División, pero las cosas no fueron bien y terminaron descendiendo de categoría. Vilanova fue perdiendo protagonismo en aquel equipo a medida que pasaba la temporada en favor de Danny Muller, el yernísimo de Johan Cruyff, y de Raigón, un chico más experimentado. El de Bellcaire llegó a jugar 3 partidos amistosos con el primer equipo blaugrana a las órdenes del Flaco pero jamás alcanzó a debutar en encuentro oficial. Terminó marchándose al Figueres, en el que se rencontró con su fútbol e impartió doctrina futbolística a las órdenes de Jorge D´Alessandro. Siguió demostrando cerebro y toque en el Celta, Badajoz, Mallorca, Lleida, Elche y en la Gramanet, en la que se retiró en 2002. A partir de ese día se empezó a forjar el Tito entrenador que ha terminado por ser el heredero de su íntimo amigo Pep en el banquillo barcelonista. Pero esa historia ya la han contado otros mejor que yo…
* Ángel Iturriaga Barco es Doctor en Historia y miembro del GIHNT (Grupo de Investigación de Historia de Nuestro Tiempo). Autor de ‘Diccionario de Jugadores del FC Barcelona’ y ‘Diccionario de Técnicos y Directivos del FC Barcelona’. En Twitter: @anituarco
* Gracias a José Hernández, @rainerbonhof, por su ayuda documental.
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