"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
La Masia / Martí Perarnau / Firmas
“Ahora no podemos cagarla”.
Así de claro. Se refería a la sensación casi vertiginosa de que era ahora o nunca. De que La Masia era un volcán imparable de energéticos chavales que pedían paso. Y que no se debía taponar el volcán con fichajes equívocos. Que ya se había equivocado (lo reconocía, sin temor) y que ahora era el momento de los chavales. No para que ocupasen las primeras posiciones de la trinchera; no para ser titulares. Sino que era el momento de construir la plataforma definitiva, de engrasar el ascensor al Camp Nou para que los hijos del volcán no se perdieran por el camino. Perpetuar la especie, filtrar el inevitable darwinismo. Era Pep en estado puro diciendo que esta era la hora, el momento clave para el club porque quién sabe lo que ocurriría el día en que todo soplara en contra.
Y llegó ese día, el de las derrotas y el adiós y resultó que el ascensor no solo seguía funcionando, sino que al segundo ascensorista le dieron galones de capitán para redoblar la apuesta volcánica. Tito ya tiene la llave del ascensor y no es un cualquiera. Es otro hijo de La Masia y al mismo tiempo, padre de canterano. A él tampoco hay que convencerle de las bondades del volcán. Lo conoce al milímetro: sabe de sus virtudes y defectos; conoce a los técnicos de abajo, a los niños prodigio, a los remolones y a los Busquets del futuro. Cuando Messi era un enano, Tito ya estuvo a su lado, como Cesc y Piqué. Cuando hubo que diseñar un plan en tres fases para cada chaval del Barça B, Pep miró a Tito y éste dibujó plazos, procesos y modos de evaluar el rendimiento.
Con los críos aprendió que formar y competir son dos formas de expresar lo mismo: el deseo de ganar. Con los mayores comprendió que no hay mejor mezcla que la mezcla de sangres, de ahí su pasión por juntar a muchos de casa con unos pocos elegidos de fuera. Pocas veces el ascensor del Camp Nou habrá estado en mejores manos, pues si Pep se demostró más cruyffista que Cruyff, muy probablemente Tito será más guardiolista que el propio Guardiola. Su primer triunfo es que el club haya decidido no apartarse del camino iniciado.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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