Vencedor en los dos campos donde perdió en la pasada Liga (Pamplona y Getafe), el Barça de Tito va construyendo su camino con la fe del carbonero y el silencio de los corderos. Por primera vez en su todavía breve mandato, más que una alineación Tito ha hecho una propuesta. Al igual que con Pep en sus primeros años, también con Tito los viajes transoceánicos conllevan banquillo, lo que tiene como consecuencia la bala de Messi en la recámara, impagable como revulsivo. Pero la propuesta fue más allá de Messi y contempló todas las líneas: Montoya en el lateral, buscando más sobriedad que la de Alves en un estadio que penaliza los errores atrás; Thiago cerca de Busquets para garantizar cierta solvencia en las transiciones defensivas; Tello y Pedro por fuera dada la previsión de que Luis García volvería a regalar las bandas para cargar la defensa por dentro. Y Cesc de falso 9, aunque más que una propuesta eso es una sustitución. Después, cuando Messi salió a jugar, Cesc ya había descendido al centro del campo con lo que no se repitió el doble falso 9 de la temporada pasada que tan buen rendimiento dio al principio y tantos dolores de cabeza generó después.
La propuesta de Tito contenía el aprendizaje de lo sucedido hace un año en el mismo Getafe y también la conciencia de la debilidad propia: las transiciones defensivas, auténtico problema actual. Desde que se ha dado un paso atrás en la ortodoxia del juego de posición, a causa de una menor disciplina general, se defiende peor porque se ataca peor. Se mastica menos el juego, como si la prisa mandara, y las pérdidas de balón se producen con los jugadores menos agrupados con lo que el rival puede hacer lo que antes solo conseguía el Valencia: hacer recular al Barça una y otra vez. Tito lo sabe y empleó a Thiago para ayudar a Busquets como salvavidas del problema. El resultado de su propuesta en Getafe resultó exitoso porque sucedió lo que había previsto: Montoya no solo no dejó agujeros atrás, sino que hizo de Alves arriba, aunque con menos asiduidad: Tello y Pedro desahogaron por fuera y Thiago defendió donde debía. La suma de estos factores, más la sensación de libertad que destiló Cesc, extendieron una alfombra roja sobre el verde madrileño para que el señor Hernández desfilara vestido de gala. Porque el Xavi de esta temporada vuelve a parecerse a su mejor versión y eso compensa muchas de las deficiencias aún presentes e incluso clamorosas ausencias como la de Iniesta.
Sin hacer el partido de su vida, el nuevo Barça de Tito domina sin sufrir en el mismo escenario donde hace un año mordió el polvo. Más que golear, consigue liberar a Cesc, recuperar a Thiago, vestir de gala al mejor Xavi y crearle una interesante competencia interna a Dani Alves. No todo es bello: el mejor juego posicional aún no ha regresado y la baja de Puyol refuerza la idea de que quizás hubo deficiencias en la confección de la plantilla.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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