Tras la primera jornada de esta ventana de junio hablábamos sobre lo que los resultados esconden y parece que nos hayamos quedado en ese mismo punto. Da la sensación de que son los resultados, y no su contexto, los que dan y quitan razones, pero -como casi siempre- nos resistimos a creerlo y buscamos argumentos que permitan mostrar un punto de vista diferente.
Parece ser que Inglaterra es la gran triunfadora de esta gira: tres victorias en la visita a Australia, nueve victorias en los nueve partidos que Eddie Jones ha dirigido (que incluyen el Grand Slam en el Seis Naciones 2016 ) y un ambiente de euforia que nos retrotrae a la victoria en el Mundial 2003.
Pasemos ahora al terreno de juego, ahí Inglaterra hace muchas cosas bien: llega muy bien a los puntos de contacto, genera mucha presión sobre el rival y le obliga a tomar malas decisiones, ha conseguido ensamblar a la perfección a la 2ª y 3ª línea en un efecto acordeón que reduce mucho el espacio de creación al equipo contrario… En resumidas cuentas, Inglaterra se adapta perfectamente al juego de los rivales a los que se ha enfrentado hasta ahora -los cinco europeos y Australia- y ha conseguido una gran ventaja psicológica a ese respecto.
Hay algunos peros bastante importantes:
1) Inglaterra hizo más de 200 tackles en el segundo partido de la serie contra los Wallabies. Lo llamativo de la cifra llevó a muchos a ensalzar la buena defensa del XV de la Rosa; los datos descontextualizados arrastran consigo el peligro de falsear la realidad. Muchos de esos placajes fueron realizados dentro de terreno de juego inglés, con serio peligro de anotación y con la desmedida exigencia que eso supone para los jugadores.
2) En el tercer partido de la serie Australia logró 40 puntos. Cuando los de Eddie Jones bajaron sus cifras, y ratio de acierto, de placajes… Lo dicho, placar mucho no implica defender bien.
Dentro de las conclusiones positivas que pueden sacar los ingleses es que, de repente, se han encontrado con dos líderes dentro del campo: Owen Farrell y Maro Itoje. El 10/12 (cuestión por dilucidar todavía) ha encontrado un punto de madurez -que le ha permitido separarse de forma definitiva de la sombra de Jonny Wilkinson- en el cual ha definido su propio estilo de juego mejorando la capacidad de toma de decisiones ya que cada jugada exige un análisis diferencial y no la misma solución que todas las demás.
Maro Itoje ya venía de ser el líder natural de la selección sub 20 y ha llegado a la absoluta con ese mismo rol. Tiene todo el carisma y la capacidad de convicción que le falta a jugadores como Chris Robshaw.
También resulta obligatorio reconocer el paso adelante de Dylan Hartley como capitán.
¿Se acuerdan de todas las dudas y críticas que hubo por su elección? No, suponemos que los resultados también han servido para borrrarlo de la memoria de los comentaristas de lo inmediato.
Los Saxons (la segunda selección inglesa) vencieron en sus dos partidos contra Sudáfrica A con un juego bastante distinto al del equipo de Jones, la selección sub 20 ganó el Mundial con una clarísima apuesta ofensiva. El nivel de exigencia hacia el juego inglés tiene que ser acorde con todo su potencial de jugadores y es ahí en donde hay que situar el foco de atención de cara al futuro.
Si Inglaterra es la gran triunfadora, Australia es la otra cara de la moneda, pero -incomprensiblemente para muchos- no ha saltado ninguna señal de alarma. Las dos franquicias más importantes del rugby australiano -Brumbies y Waratahs- luchan por clasificarse para las eliminatorias por el título del Super Rugby y una vez terminada la temporada de clubes los Wallabies tendrán que defender el título del Rugby Championship. El orden de prioridades parece claro.
Michael Cheika enseguida ha movido ficha para recordar que cuenta con Adam Ashley Cooper, Drew Mitchell, Will Genia y Matt Giteau para el RCH. Australia ha tenido muchos problemas durante la serie en tres puestos clave: 8-9-10. Para dos de ellos tiene solución en Europa, lo del 8 es más grave.
Convendría recordar en este momento cuál era la situación de los Wallabies cuando Michael Cheika tomo el relevo a Ewen Mckenzie al frente del equipo y, sin irse tan atrás, hacer memoria de que todavía no ha pasado un año desde que ganaron la versión reducida del Rugby Championship y que, a posteriori, perdieron la final del Mundial contra los All Blacks.
Samu Kerevi, Dane Haylett-Petty y el regreso de Taqele Naiyaravoro permiten mantener el optimismo respecto al margen de mejora de Australia a pesar de estas tres derrotas.
También apremiaban las urgencias resultadistas el debut de Alister Coetzee al frente de los Springboks. Una derrota y dos victorias muy trabajadas ante una Irlanda que, a pesar de sus bajas, es un ejemplo claro de equipo con todos los automatismos necesarios adquiridos. Los europeos se presentaban con aquello que a los africanos les falta especialmente entre los backs. Le Roux, Pietersen y Mvovo no están al nivel mínimo exigible para formar parte del equipo pero, por ahora, no había mucho más donde elegir. Ruan Combrinck, con un partido y medio, ha hecho méritos para quedarse en una de las alas y ahora solo queda esperar a que el 15 salga del limbo en el que habita desde tiempos casi inmemoriales. La recuperación de Damian de Allende es una excelente noticia para formar pareja de centros ya que el de Stormers combina bien con cualquier pareja que se le vaya a poner al lado; Elton Jantjies se ha encontrado menos cómodo de lo que necesita para desarrollar todo su caudal de juego y se intuye que el puesto de 10 será eventual a la espera del regreso de Handre Pollard. La gran noticia de estos test para Sudáfrica es Faf de Klerk. Después de que Heyneke Meyer no contase con el 9 de Lions de cara al pasado Mundial a Coetzee le ha faltado tiempo para encomendarse a él como eje central del estilo que espera para su equipo.
Los backs de Lions -y su concepto de juego- parece que han llegado para quedarse e incluso en la delantera Warren Whiteley ha demostrado que hay alternativas creativas a las embestidas de Duane Vermeulen. Habrá que esperar a ver a donde lleva todo esto.
El nombre propio de Irlanda en esta gira ha sido Paddy Jackson, el apertura de Ulster ha dado un paso al frente y ha conseguido demostrar que hay alternativas a Jonathan Sexton y su juego milimetrado. Las bajas no permiten sacar muchas más conclusiones del equipo de Joe Schmidt, pero Jackson y los jugadores de Connacht pueden suponer una puerta abierta al cambio que tanto necesita el anquilosado modelo irlandés.
Argentina y Francia, Francia y Argentina. Si ha habido dos modelos absolutamente contrapuestos en esta serie han sido el de Los Pumas y el XV del Gallo. Los locales llegaban a la serie con un equipo completamente agotado a nivel físico y mental. Este equipo argentino, sin muchas variaciones, lleva un año completo de competición: junio 2015, Rugby Championship, Mundial, Super Rugby, junio 2016 y todavía le resta terminar la temporada de clubes, el RCH y la ventana de noviembre… Muchos de estos jugadores estaban hace menos de un año disputando campeonatos amateur en su país y de ahí han pasado a competir en el escenario más exigente del rugby mundial con viajes de decenas de miles de kilómetros, sin descansos y sin demasiados relevos.
Durante este mes de junio hemos visto a Argentina XV jugando la Nations Cup en Rumanía y a Los Pumitas terminar terceros el Mundial Sub 20 de Manchester. Hay jugadores para sumar al proyecto y el ámbito de mejora pasa por ahí siempre y cuando las urgencias resultadistas lo permitan, claro.
El equipo francés que viajó a Argentina lo hizo sin los jugadores de los cuatro semifinalistas del Top 14 ya que la temporada de clubes francesa todavía no había finalizado. Debutantes y jugadores de equipos de la zona media y baja de la liga francesa fueron la base del conjunto de Guy Noves. El objetivo de esta gira era probar alternativas y seguir trabajando en la implementación de un estilo de juego. Una de esas ocasiones en las que hay que hacer de la necesidad virtud.
Nueva Zelanda y Gales han utilizado la serie para realizar algunas pruebas con resultados positivos para ambos:
El equipo de Warren Gatland ha encontrado en Liam Williams un gran agitador, un jugador que no ha tenido ningún reparo en enfrentarse “cara a cara” con todos los backs de los All Blacks que se ha encontrado cerca.
Jamie Roberts ha utilizado la cabeza para pensar, y no para embestir, durante casi toda la serie. Su descarga de balones ha permitido que Jonathan Davies mostrase todo su repertorio de creación de juego y ese ha sido un factor claramente diferencial.
La conclusión es simple: A menor protagonismo de Jamie Roberts y Dan Biggar, mayor cantidad de variantes en el juego ofensivo galés. El rugby expansivo, ya saben.
En la delantera, los dos de siempre: Alun Wyn Jones y Taulupe Faletau como directores de orquesta. Rápidos, con las ideas claras y buscando dinamizar el juego del equipo con su toma de decisiones. Ross Moriarty como chico para todo. Tres derrotas y más conclusiones positivas de las que cabría esperar… Hay vida más allá de los resultados.
Para definir la serie de Nueva Zelanda vamos a dar dos pinceladas breves del último partido:
Israel Dagg recorrió más metros con la pelota que todo el equipo galés junto; pocas veces un solo dato puede explicar tantas cosas respecto a una idea.
Steve Hansen decidió hacer una prueba de esas que “solo” están al alcance de su equipo.
Beauden Barrett, Julian Savea, Ryan Crotty, George Moala, Ben Smith, Israel Dagg. Esa fue la formación inicial del 10 al 15.
El partido terminó con Lima Sopoaga de 10, Ben Smith de 12, Waisake Naholo de 13, Israel Dagg de 14 y Beauden Barrett de 15. Tres jugadores cambiados respecto a su puesto original, un wing puro jugando como 13 y solo Lima Sopoaga en el puesto que le correspondía.
La máxima se cumple: Todos hacen todo.
* Javier Señaris es analista de rugby.
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– Fotos: Getty Images
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