1.- En el fútbol, ocurre a menudo que la forma más efectiva de frenar la identidad –bien marcada– del rival es ofrecerle su propia medicina. Ver los fantasmas que padecen sus contrarios. Obligarse a pensar y practicar algo distinto bien puede ser sinónimo de tropiezo. El Atlético firmó un partido con posesiones de entidad y un rival directo que le obligaba a bascular continuamente.
2.- Simeone colocó uno de los onces con mayor garantía de posesión. Emre, Arda, Tiago y Adrián, virtudes con espacios, pero siempre ahogados con el balón en los pies. El Valencia encontró un remate fabuloso de Soldado para colgarse en su campo, con el viento de cara y correr a los espacios. Solidez, transiciones y rigurosidad táctica. Emre no tuvo peso porque el Valencia se estrechó en el centro del campo y Simeone decidió no soltar a Thiago, sino a Gabi. Defectuosa decisión para llevar el peso del partido.
3.- Adrián y Arda alternaron las bandas de la pasada temporada. El asturiano vivió en la izquierda para obligar el retorno del incisivo Feghouli. No tuvo problemas y además transitó cómodamente hacia dentro. Al Atlético le duele que ataquen su guarida interior. El Valencia la encontró porque las pérdidas del Atlético eran peligrosas. En horizontal o mientras el equipo corría hacia adelante.
4.- La solidez del Valencia se basó en dos pasos fundamentales: 1) Cerró los pasillos internos y bloqueó a Arda, la tendencia interior de Adrián y a Emre (sustituido al descanso); 2) Amenazó el carril central con Jonas y Soldado. Esto provocaba que solo fuera Gabi el que se soltara para no facilitar la transición ofensiva che. Con estos dos pasos, impidió que el Atlético avanzara hacia Diego Alves e introdujera al Valencia en su área y le negara lo que más le gusta al Atlético: empezar por fuera y acabar por dentro.
5.- Los de Simeone defendieron en numerosas fases del encuentro en 4-1-4-1 con Tiiago en función de escoba. Su insuficiencia para abarcar lateralmente su zona facilitó el trabajo de Guardado, Jonas y Feghouli a la espalda de los cuatro que impedían el primer peldaño del Valencia (Costa-Gago). Ahí no estaba el peligro, sino en el peldaño siguiente. El balón del Valencia acababa siempre viajando de una banda a otra. Obligó a trabajar y sufrir y dificultaba la recuperación. Pellegrino había preparado el partido y el Atleti le facilitó siendo él mismo en este aspecto y, por tanto, cerrando la base de la jugada –el poco tiempo que el Valencia tendía a una posesión larga–.
6.- Cuando el balón llegaba a banda colchonera, el Valencia basculaba para generar superioridad en la zona de balón. Así, la proyección de Juanfran fue ínfima comparada con otros partidos y la presencia de Adrián perjudicó en parte la influencia de Filipe en el fuera-dentro. Ni en vertical ni hacia dentro pesaron los laterales del Atlético. Estuvieron más que llegaron. Y ahí sufren, no sorprenden.
7.- Aún sin ser un partido para él, Falcao volvió a lucir. Sin marcar, eso sí, pero tuvo peso. Durante el inicio estuvo en todos los apoyos para iniciar. Recibía de espaldas, atraía y daba el balón. Luego estiró y fijó a la pareja Rami-Costa, pero no llegó más que un balón franco, que no finalizó.
y 8.- Padecer tu medicina es el primer paso para reinventarse y seguir esgrimiendo argumentos para crecer. El Atlético compitió pero fue inferior a un trabajado Valencia. Tal vez, la primera señal de Pellegrino en la liga. Defendió, transitó y cerró el campo en función del rival. El Atlético probó a qué sabe tener el balón para acabar perdiendo. Parafraseando a Onetti, también en fútbol uno mismo son los otros.
* Fran Alameda es periodista.
– Foto: José Jordán (AFP)
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