Sobre el césped del Santiago Bernabéu se volvió a ver historia viva de este deporte. Pasará mucho tiempo hasta que tanto Real Madrid como Fútbol Club Barcelona repitan unas plantillas tan completas y bien estructuradas sobre sus ideales. Como cúspide de estos proyectos se encuentran los dos futbolistas más tiránicos del fútbol actual: Messi & Cristiano o Cristiano & Messi, como prefieran ya que el orden de los productos no altera el resultado final. Los flashes de las cámaras y las miradas de los espectadores se ciñen sobre ellos pero ayer hubo un invitado especial: nadie le esperaba. Entró en el escenario con soltura y autosuficiencia, logró que todo el mundo lo mirara con expectación para ver su próximo movimiento. Raphaël Varane irrumpió con fuerza en el amplio mundo de los clásicos, le quitó el protagonismo a los futbolistas más diferenciales en décadas y eso es algo que poco elegidos pueden decir.
Era la primera vez que se veía sobre un panorama de tales condiciones; antes ya había disputado un partido de élite contra el Manchester City en la Uefa Champions League, pero el condicionante emocional y de rivalidad entre Barça y Madrid es algo incomparable a cualquier otro choque en la élite. Su llegada fue silenciosa, lejos de las aparatosas operaciones de los anteriores veranos acometidas por Florentino Pérez, y bajo la tutela de Zinedine Zidane, que fue el principal culpable de su llegada al conjunto merengue. Varane ha sabido ser paciente, aprovechar sus escasas apariciones para ganarse los mimos y cuidados de José Mourinho que está sabiendo pulirlo. Su partido de ensueño no es una casualidad, es fruto del trabajo diario, la paciencia que ha sabido sostener para aguardar su oportunidad más sus tremendas condiciones innatas y que, además, lo bordó con un gol sumamente trascendental. Lo dicho, partido de ensueño y seguramente irrepetible.
Raphaël fue una de las claves tácticas del Clásico. Su actuación es épica, de esas que solo se fraguan una vez cada cierto tiempo, y con un nivel irreal; es imposible que mantenga ese nivel de manera regular pero si algo demuestra o deja claro es que su nivel medio será alto. El joven zaguero francés, cumple 20 años en el próximo mes de abril, cogió la eterna etiqueta de promesa y la deformó para convertirla en una realidad; hay que ser cautos con él pero su futuro apunta a límites insospechados.
Una de las dudas que arrojaban las lesiones del conjunto dirigido por el técnico de Sétubal era si se atrevería a repetir los procedimientos o bases respectos a los anteriores Clásicos. Línea defensiva adelantada, pressíng alto para ensuciar la salida de balón culé y, a raíz del robo, transitar para provocar daños irreparables para el conjunto catalán. Mou repitió y arriesgó manteniendo una línea defensiva alta: es importante ya que de esta manera le comes rango de acción al FCB y, además, le obligas a tomar pequeñas dosis de ‘verticalismo’. Le sugieres de manera indirecta que busque atacar al espacio. Aquí es donde la importancia de Ramos y Pepe se percibía. Son centrales rápidos y contundentes para achicar al espacio y estas cualidades les permite poder colocar la línea defensiva a la altura que ellos deseen y empujar al rival hacia atrás sin tener el balón. Sin ambos, la incógnita se cernió sobre si el bloque madrileño sería capaz de aplicarlo sin sus dos máximos exponentes. Raphaël entró en escena y posiblemente sea el culpable de que el planteamiento del Real Madrid fuera sostenible.
Supo minimizar la actuación de Leo Messi. Haciendo que fuera el Clásico en donde menos trascendencia se le recuerda al astro argentino, no hay que restar méritos al trabajo colectivo desempañado por Xabi Alonso, Carvalho o Khedira, que formaron una jaula donde Leo se ahogaba, pero la inexperiencia y el ser su primer Clásico hacen que sea el elemento más elogiable. Demostró su físico dominante: ser un central alto le permite reafirmar su poderío aéreo -quedó patente en la jugada del empate- y tampoco le impide coordinar todo su cuerpo a una precisión insultante para los defensores de su tipología como Vidic o Ferdinand, que sufren ante delanteros más hábiles en espacios cerrados.
No contento con ello también se demostró con capacidades para corregir al veterano Carvalho, que era superado con facilidad. Su gran aspecto a destacar fue la maestría para saber empujar hacia arriba a sus compañeros y su capacidad parar correr campo atrás. Raphaël es un ‘cirujano‘ con la carrera sacada en Harvard. Sabe dominar el timing, esperar el momento adecuado para sacar su bisturí y cortar el problema en las situaciones más complejas sin derramar un río de sangre. En este aspecto es superior a Pepe y Ramos, es más pulcro a la hora de entrar en acción y, por lo tanto, mucho más estético para el espectador.
Otro faceta suya que no se destacó fue la capacidad para sacar el balón jugado y es un hecho importante contra el Barça. Recordemos que Pep Guardiola recuperó la cultura del esfuerzo en las filas blaugranas: buscar una presión ordenada para recuperar el balón y así volver a tener el ritmo del partido bajo sus botas. Es un principio intocable y que sigue vigente con Tito Vilanova/Jordi Roura. El precoz central nacido en Lille se mostró impacable aquí, ofreciendo soluciones y dejando atrás la exhuberante presión culé.
Sin invitación y por sorpresa, la eliminatoria podría haber quedado finiquitada antes de llegar al Camp Nou. Man of the match sin ningún lugar a duda y aunque mucha gente desconfiaba de su habilidades no solo demostró tenerlas, que es algo importante, también supo dominarlas para materializarlas en una de las actuaciones individuales más memorables que se recuerdan en un Clásico. El cirujano de Lille terminó sacándose su licenciatura con matrícula de honor: ya es una realidad tangible y a tener en cuenta para los meses venideros con únicamente 19 años. Como diría Rubén Darío: ‘Juventud, divino tesoro‘.
* Paola Cid.
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– Fotos: Helios de la Rubia & Ángel Martínez (Real Madrid)
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