Hartos estamos de escuchar hablar de las cargas: bajarlas, subirlas, modificarlas… Todo ello como piedra angular de lo que será después el devenir del equipo en la competición. La base sin la que nada puede ir bien. Comprendemos perfectamente que en métodos tradicionales o contemporáneos (no seré yo el que niegue fundamentos científicos de índole fisiológica) son valores a atender, toda vez que creemos que para desarrollar capacidades físicas debemos desarrollar primero unas en las cuales aplicamos unos volumenes X y unas intensidades Y. Todo ello hablando de fisiología, no de fútbol.
Pero también es cierto, según mi manera de ver, que la acumulación de cargas de entrenamiento, moldeándolas y manejándolas a nuestro antojo, es:
Entendemos también que puedan surgir ejemplos de equipos ganadores desde el potencial físico, pero pensar que, por ejemplo, el Chelsea de Mourinho era un conjunto fuerte porque se realizó un trabajo de máxima calidad, en el cual el desarrollo de los futbolistas desde el ámbito físico ha sido determinante, es poco menos que de una candidez máxima. Y más si no podemos comprender que, seguramente, los jugadores de ese Chelsea (Essien, Drogba, Makelelé, Mikel, etc…) por su genética tienen poco trabajo que hacer en dicha área. Prevención y poco más.
FÚTBOL PARA LOS FUTBOLISTAS
La aportación de métodos que siguen un patrón fisiológico, como la Periodización Táctica, pero que dejan en el último plano el trabajo físico, han devuelto el fútbol a su origen, siendo hasta la fecha el último paso de un bucle en el que seguiremos ahondando a lo largo de los años, atravesando diversas fases, que serán más avanzadas también, pero que las modas nos llevarán a ir cambiando nuevamente. Todo vuelve. Estos métodos han devuelto el fútbol a los futbolistas en gran parte.
Hemos tenido la costumbre, con el paso de los años y la evolución de los métodos de trabajo, de ir usurpando el juego al futbolista. Primero haciéndolo absolutamente del entrenador (llegando incluso a no contar prácticamente el futbolista y dando por hecho que es más importante lo que diseñemos, y como les mecanicemos, que lo que realmente saben hacer los peloteros) y después del preparador físico (no hay juego sino se es capaz de correr). De hecho, hace poco leía con asombro a un preparador físico (sí, en octubre de 2011, siglo XXI) preguntarse por qué se entrenaba tanto con balón si cada jugador sólo le tenía 2 o 3 minutos por partido. Este buen hombre no se daba cuenta que hay unos 58 minutos de juego real por partido y que 11 jugadores por 3 minutos significana 33 minutos en que puedes tener el balón. Pero lo más grave es que su interpretación del juego como algo individual choca de frente con la sencilla idea de que lo realmente importante es que en las interacciones que surjan entre ellos (y más si, como él dice, la vas a tener tan poco) obtengas un rendimiento técnico e interpretativo extremo. Resulta desalentador que en una de las épocas más brillantes de la historia del fútbol mundial con el Barça de Pep Guardiola (sumum del talento, de la capacidad interpretativa, de una filosofía de juego…) todavía no entendamos que la mejor manera de ordenarse (para la defensa lo primero, si quieres) es a través del balón. El Barça no roba por cuánto corre (por mucho que su transición defensiva sea rapidísima), sino que roba porque el balón le ordena a él y desordena a su rival y así se encuentran ambos, frente a frente, en el momento que los culés la pierden , facilitando la recuperación.
LA CARGA EMOCIONAL
Mi interpretación y manera de trabajar en la Periodización Táctica me lleva a olvidarme de raíz de las cargas físicas (no olvidando desde luego los trabajos compensatorios y preventivos) y a pensar más en el balón como principio fundamental para atacar y defender y no en el correr, como hacía nuestro amigo. Solo creo en la carga emocional, no en la física. Me explico. Partiendo de la idea de que, a las alturas que estamos en el fútbol, el entrenamiento (utilices el método que utilices) debe ser siempre de máxima intensidad, estamos hablando de que los volúmenes finales son fundamentales para que, al final, los microciclos sean de carga, impacto, recuperación, etc… Muchas veces, entre un microciclo de carga o uno de impacto la diferencia reside en que un entrenamiento dure 85’ y el otro 100’. El jugador no es capaz de valorar esa diferencia de 15’ por sesión: nunca será la diferencia entre que un jugador sienta (porque lo más importante es como se sienta él para mantenerse confiado en sí mismo) que está trabajando más, o esté trabajando menos (si por ejemplo esos 85’ se quedan en 70’ porque tratas de recuperarles un poco). La valoración real para que un jugador vea que está en una semana en la que está «recuperando» (y no hablo de fisiología) no reside tanto esos 15 minutos menos, cuanto en su liberación a nivel mental.
Ante un equipo fatigado, estresado o que viene de un período competitivo importante, en el que están saturados, lo más importante es la liberación a nivel mental. Por lo tanto, esos matices físicos no son determinantes. ¿Cómo se juega con las cargas a nivel emocional? En mi opinión, sobre todo variando las reglas de provocación. No es lo mismo tener un ejercicio en el que, para puntuar, tienes que realizar una gran cantidad de movimientos de tu modelo de juego, además de ser preciso, interpretar bien, pasar la pelota por una serie de zonas, etc…, que decirle al jugador, sencillamente, que sume 10 pases para hacer punto con toques libres, o incluso que no haya puntos. No es lo mismo tener que pensar cuántos toques tienes (si te gusta jugar con eso) que tener toques ilimitados. No es lo mismo jugar un 9×9 que un 8×8+2 o jugar una misma posesión en 30×20 que en 40×30 metros. No es lo mismo jugar un partido sin más que uno en el que, tras pase desde banda el gol vale tres, en el que el primer pase es obligatorio hacia delante, en el que, si te marcan, en la siguiente jugada a haber anotado vale cuatro o en el que mezclas esto y cuatro cosas más. No es lo mismo un ejercicio en el que las transiciones son continuas que uno en el que tus posesiones pueden ser más prolongadas y hay menos opciones de pérdida y posterior pressing. No es lo mismo.
LO QUE LES HAGAS PENSAR…
Tampoco es lo mismo descansar el día siguiente al partido que entrenar al día siguiente (depende de las necesidades del equipo). Al final, de igual manera que un partido de competición se te hace más o menos duro por la exigencia competitiva del rival, de la situación o del tipo de encuentro y no por si tienes que hacer 9.500 metros u 11.000, también lo que te hace el entrenamiento más o menos duro es el nivel de estrés y la exigencia mental a la que les sometas. Lo que les hagas pensar. Por ello, muchos jugadores quieren ejercicios que no les hagan pensar mucho, incluso prefiriendo correr 20′ antes que hacer ciertas tareas exigentes decisionalmente con el balón que solo duren 12’. Si tienes un morfociclo-patrón bien estructurado, olvídate de volúmenes y cargas. Las cargas importantes son las emocionales, igual que en la competición.
Por ello, muchas veces, sin aparente explicación, equipos que ni entrenan, pero que tienen un nivel de autoestima ajustado, vencen a equipos de un trabajo superprofesional de muchísima más calidad. Por dicha razón, un diálogo de calidad con un futbolista destacado que no se ve bien puede llegar a ser la mejor de las cargas. En esto no es correr más o menos sino saber correr, y correr a gusto. No es ser un poco más rápido o más lento. Por eso un futbolista bastante más lento se lleva siempre el balón suelto ante uno mucho más explosivo; o jugadores aparentemente más lentos se van de un marcador más rápido una y otra vez. Porque emocionalmente, en ese momento, están más fuertes.
* Marcos Merino es Entrenador de Fútbol. En Twitter: @marcosmerino4
– Fotos: EFE
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