¿Alguien imagina a Kieran Read, capitán de los All Blacks, dirigiéndose al árbitro de un partido de los neozelandeses para preguntarle cómo resolver una acción recurrente del equipo rival?
¿Alguien imagina a Steve Hansen después de un partido diciendo que el cuerpo técnico del equipo rival no ha querido jugar al rugby, que el árbitro ha estado desastroso y que por eso habría que devolver al público el precio de las entradas?
Cada vez que se produce una comparación entre Inglaterra y los All Blacks no resulta difícil imaginar a los neozelandeses llevándose las manos a la cabeza ante semejante cúmulo de despropósitos.
El partido de Inglaterra contra Italia de la tercera jornada del 6 Naciones 2017 será recordado por dos momentos igual de vergonzosos:
1) Dylan Hartley, capitán de Inglaterra, y James Haskell acudieron a Romain Poite -árbitro del partido- en busca de consejo respecto a lo que su equipo tenía que hacer ante la decisión italiana de no disputar los rucks y eliminar así la línea de fuera de juego a la hora de presionar el inicio de la jugada de los ingleses. La respuesta del árbitro francés permanecerá en el recuerdo colectivo: «I’m sorry Dylan: I am the referee, I’m not the coach«. Dylan Hartley y James Haskell fueron la viva imagen de la desesperación ante una circunstancia del juego cuya existencia desconocían.
2) Eddie Jones acusando a Brendan Venter y Conor O’Shea de que Italia no había querido jugar un partido de rugby y que las malas decisiones de Romain Poite habían sido el complemento perfecto para la trampa urdida por los italianos. La suma de esos dos factores le llevaban a proponer que se devolviese al público el precio de las entradas ya que aquello no había sido un partido de rugby.
El debate que se ha generado alrededor de lo sucedido en el partido ha rondado -en muchos momentos- el disparate absoluto: desde la falta de acuerdo respecto a la legalidad o ilegalidad de la jugada hasta el desconocimiento de que los Chiefs ejecutaban esa misma acción en el Super Rugby 2015…
Pocos equipos más contrapuestos que Italia en 2017 y Chiefs en 2015. La franquicia neozelandesa contaba en sus filas con jugadores como Aaron Cruden, Sonny Bill Williams, Seta Tamanivalu, Charlie Ngatai, Tim Nanai-Williams, Hosea Gear… El equipo de Dave Rennie no tenía como objetivo no dejar jugar al rival, sino que su verdadera intención era intentar recuperar la pelota y desarrollar su caudal ofensivo. No es cierto que no disputar el ruck tenga que ser -necesariamente- una propuesta de destrucción de juego rival: puede ser una alternativa para intentar conseguir la posesión a la mayor brevedad posible y desde ahí generar juego de ataque.
Esa es la única diferencia respecto a lo que hizo Italia frente a Inglaterra: Brendan Venter intentó complicar al máximo al XV de la Rosa, pero no había ninguna otra propuesta de juego para complementar esa idea.
Ahondando un poco más en la teoría conspirativa: no disputar el line out para provocar la pantalla del otro equipo o derribar los scrums de forma intencionada es igual, tan, o más desleal respecto al juego que no disputar el ruck.
Que los jugadores ingleses no conozcan el reglamento es grave, que Eddie Jones falte públicamente al respeto al equipo contrario y al árbitro debe ser lo que entienden ahora en Inglaterra como valores del rugby. La racha de 17 victorias consecutivas parece que justifica casi todo.
* Javier Señaris es analista de rugby.
– Foto: Henry Browne (Reuters)
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