1.- La tarde en Madrid se estaba tornando oscura antes de tiempo, acoplándose al estado de ánimo madridista hasta el inicio del partido contra el Málaga, ese destinado a ser un punto de inflexión hacia el prometedor futuro del equipo de Ancelotti; el día en el que se asentaran los cimientos del nuevo estilo. Si servirá como tal lo sabremos en los próximos días, pero al menos entre la lluvia que caía sobre el Bernabéu se vieron varios claros brillantes en el Real Madrid.
2.- El primer rayo de sol que iluminó fue la plantilla de la sección de baloncesto. Un capitán llevaba el trofeo de campeones de la ACB y el otro, el de la Supercopa, ambos ganados al Barcelona. El Real Madrid de baloncesto se había acostumbrado a perder contra el Barça de Pascual, era lo normal y salía a jugar contra él atenazados, hasta que cambiaron las tornas el curso pasado. Les ganaron en la final de la ACB, en semifinales de la Euroliga y en la Supercopa.
3.- Tras mucho tiempo en la misma situación, los del fútbol lograron ganar dos veces seguidas al Barça el año pasado, vencieron el duelo directo tanto en liga como en copa, pero al contrario que sus compañeros de la pelota naranja, no les sirvió para sumar ningún título grande, más allá de la Supercopa de España, que queda ya tan lejos que parece olvidada. Contra los culés, el Madrid se motivaba, encontraba la ilusión perdida ante el resto de rivales, y fue esto último lo que les privó de luchar la liga.
4.- Esta temporada, el inicio está siendo relativamente flojo, en parte por dicha sensación y por una evidente falta de comprensión y desarrollo de las nuevas ideas estudiadas. Esta tarde se han visto mejor implementadas, con mucho más criterio y efectividad en la ejecución de las mismas. Las ocasiones que nunca llegaban, hoy se han multiplicado, y de no ser por la pared de hormigón que ha sido Willy Caballero, Ancelotti podría haber logrado su primera gran victoria abultada como madridista.
5.- Dos motivos han impedido que eso sucediese, siendo uno de ellos el portero argentino, claramente. El otro ha sido el buen rendimiento de la defensa del Málaga en cuanto a tirar el fuera de juego se refiere. Diez veces han caído en posición antirreglamentaria los jugadores vestidos de blanco en noventa minutos. Cuando el Madrid gestaba una jugada desde la posesión y se topaba en primera instancia con la defensa malacitana, un pequeño pase atrás suponía el adelantamiento de dos o tres metros de la zaga, por lo que el centro sucesivo quedaba invalidado por la posición irregular de los delanteros.
6.- Es mérito del Málaga las tres o cuatro primeras veces que eso ocurre. A partir de la quinta, cabe preguntarse si los jugadores del Madrid no deberían haberse dado cuenta de que si seguían intentando una y otra vez la misma jugada, probablemente no les iba a servir de mucho. Pero siguieron probando, por estadística alguna vez tenían que fallar, pero no lo hicieron. Al menos, las veces que un madridista se escapó, casi siempre Khedira, no acabó en gol.
7.- Schuster salió a enfrentarse al equipo con el que fue campeón con dos líneas de cuatro hombres muy marcadas, dejando la segunda punta a Samuel y la figura de delantero de referencia a El Hamdaoui. El planteamiento estaba orientado, desde un primer momento, a aguantar atrás bien juntos y salir al contragolpe con velocidad aprovechando los huecos en los costados de los dos laterales ofensivos merengues. Era una idea muy válida, pero sus jugadores se echaron muy atrás muy pronto, defendiendo en la frontal del área propia desde el primer cuarto de hora.
8.- Camacho y Tissone se encontraban a apenas unos pocos metros de sus centrales, y a su misma altura, pero pegados a las bandas, estaban Portillo y Eliseu. Es decir, las opciones de contragolpear con velocidad eran prácticamente nulas. Además, al canterano no le sienta bien para su estilo estar tan pegado a la línea de cal. El más adelantado del Málaga veía a Diego López a sesenta metros de distancia, y así era casi imposible salir de campo propio. La profundidad de Jesús Gámez era la única apuesta fiable siempre que se superara la primera presión del Madrid a la salida de pelota blanquiazul.
9.- Esa ha sido otra de las lecciones que parecen aprendidas. El Madrid ha presionado arriba, incluso en el área contraria, con muchos hombres. La pérdida venía seguida de un agobio al portador o portadores del balón, casi siempre iniciado por Morata, al que se unían también los dos laterales, especialmente Carvajal, que además de incorporarse bien al ataque y asociarse con Khedira y Di María, entendió a la perfección cuándo aparecer por sorpresa para robar un balón que suponía un contragolpe para el Málaga.
10.- Con robos continuos y limpios (el Madrid acabó la primera parte sin hacer ni una falta y en todo el partido sólo hizo cinco), los blancos tenían más opción de jugar de forma asociada. Lo rige la lógica: cuantos más jugadores propios se acumulen en torno a la pelota, más fácil será moverla con rapidez y efectividad. Di María fue el líder organizativo del ataque, combinó con todos sus compañeros, siempre se ofreció e hizo participar a los suyos. Algo parecido pasaba con Morata en la presión: el delantero la iniciaba y encorajinaba al resto para hacer lo mismo.
11.- Marcar al poco de empezar el segundo tiempo fue un bálsamo para el Madrid. Se fue al descanso sabiendo que había sido mucho mejor, que podía haber terminado con el partido en 45 minutos, y de haberse alargado la sequía habrían crecido los nervios y la eficacia se habría reducido. Willy no podía esperar que Ronaldo no llegase a ese centro de Di María y, sorprendido por el efecto, tuvo que recoger la pelota de su red.
y 12.- El segundo llegó de un penalti dudoso sobre Gareth Bale, que tuvo sus primeros veinte minutos después de los rumores sobre su espalda. Que fuera o no penalti es discutible, pero lo que sí parece claro es que le falta chispa para alcanzar su velocidad punta, y ahí sólo se llega de esta forma, es decir, cogiendo minutos y ritmo de competición. Entre gol y gol, ocasiones madridistas, reflejos de Willy y goles anulados, con un Málaga que en ningún momento, ni siquiera con la entrada de Santa Cruz y Anderson, se creyó capaz de inquietar al Diego López más tranquilo desde que volvió al Real Madrid.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: EFE
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