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Internacional / Análisis / Fútbol

Stramaccioni recupera la sonrisa del Inter

por el 8 noviembre, 2012 • 20:23

Mourinho se fue del Inter de la forma más sensacional y emocionante de la que puede marcharse un entrenador. Dejó al club nerazzurro en la cima de Europa, eliminando por el camino al Barça de las seis copas, a lo que añadió el Scudetto y la Coppa Italia. Al año siguiente, al Inter no le cabían más parches en la camiseta. Había ganado la Champions en el Bernabéu y allí se quedó. Su último servicio al mando fue un abrazo regado por lágrimas de alegría y tristeza con su hombre fuerte dentro del vestuario interista: Marco Materazzi.

De forma indiscutible, el portugués jugó un papel decisivo en la definitiva ascensión del Inter a la primera línea del fútbol mundial. Con Roberto Mancini, el Inter aprovechó la desaparición en combate de la Juventus y la obsesión milanista en la Champions para adueñarse del calcio y dominar con mano de hierro durante tres años, con tres Scudetti y dos Coppe Italia. Ibrahimovic, Júlio César, Maicon, Figo, Crespo, Vieira, Balotelli, Cambiasso y demás estrellas dieron lustre a una camiseta vacía durante demasiados años.

Mourinho llevó a esa generación un paso más allá. Les abrió los ojos a una nueva dimensión europea poco explorada hasta entonces. El Inter jugaba la Champions, pero no se sabía capaz de luchar con las grandes potencias futbolísticas del continente, no se creía capacitado para llegar al nivel del Milan, Real Madrid, Barcelona o United. Además de la gran mayoría de ese gran grupo de jugadores, Mourinho convenció a otros genios del balón de que en el Inter podían alcanzar la gloria. Quién iba a decir que tenía razón. Porque aunque suene muy bien el once de la final de Madrid (Júlio César; Maicon, Lúcio, Samuel, Chivu; Zanetti, Cambiasso, Sneijder; Eto’o, Milito y Pandev), no parecía el principal rival a batir en el torneo. Ahí reside la magia de Mourinho.

EL LASTRE DE MOURINHO

De aquellos hombres que vencieron al Bayern y alzaron al cielo de la capital de España la tercera Copa de Europa interista, el más joven era Wesley Sneijder, que tenía 26 años. Goran Pandev tenía 27. El resto no bajaba de las 28 primaveras, por no decir que todos tenían 30 o más. Rafa Benítez recogió una herencia exitosa que había basado sus triunfos en la conjunción de muchos talentos consagrados y que vivirían desde entonces un descenso gradual en su rendimiento que se ha visto reflejado en los resultados.

Las únicas bajas sensibles que tuvo la plantilla después del adiós de Mourinho fueron Nicolás Burdisso, Mario Balotelli y Davide Santon. Un veterano y dos niños. Es decir, que la nómina de jugadores seguía siendo el mismo bloque de hombres pasados de años, pero también los que convirtieron al Inter en pentacampeón (el Atlético de Madrid los privó de igualar el sextete del Barça). De una manera o de otra, Benítez no consiguió sacar el mismo rendimiento que su predecesor en el cargo y tras el Mundial de Clubes fue destituido.

 

Leonardo reactivó al equipo. El ex milanista llevó al Inter a luchar por el título de la Serie A hasta las últimas jornadas contra el mejor Milan de Ibrahimovic y Thiago Silva, además de conseguir revalidar la Coppa Italia ganando en la final al Palermo. Pero el ridículo en la Champions League, perdiendo en casa 2-5 contra el Schalke de Raúl en los cuartos de final (7-3 para los alemanes en el global de la eliminatoria) dejó en las papilas gustativas de los interistas un sabor a vergüenza y derrota que todavía hoy no se ha ido del todo.

STRAMACCIONI, CHI CAZZO È QUELLO?

Hasta el pasado mes de junio, catorce jugadores con los que contó Mourinho seguían en la disciplina del Inter. Solo al propio Sneijder se le puede considerar todavía como jugador en plenitud (por edad); el resto son hombres que superan la treintena más cercanos a la retirada que a otra cosa. Y aunque la calidad no se va fácilmente de las piernas de los buenos, la velocidad, los reflejos, la resistencia van disminuyendo a pasos agigantados.

Una vez que se comprobó que los experimentos con Gasperini y Ranieri no iban a ninguna parte, Massimo Moratti decidió arriesgar. Andrea Stramaccioni se encontró un grupo viejo, sin ambiciones, que sobrevivía de manera extrema de los goles de Diego Milito, el Príncipe que nunca ha querido bajarse del trono.

El entrenador no tenía ni la más mínima experiencia en el fútbol de élite a sus 36 años. Su mayor éxito hasta el momento era la consecución de la NextGen Series con el equipo primavera del Inter solo un día antes de ser nombrado técnico de la prima squadra. “Cuando entré por primera vez en el vestuario del Inter, lleno de grandes jugadores, varios de ellos mayores que yo, algunos me miraban como diciendo ‘chi cazzo è quello?’ (¿quién coño es ese?)”, recordaba en una entrevista el actual entrenador del Inter y héroe del Meazza.

Y es un héroe no porque clasificara a su equipo a la Europa League como sexto en la Serie A. Ni porque ganara el trofeo TIM. Ni siquiera porque haya sido el encargado de decirle a Júlio César, Maicon y Forlán que su ciclo en el Inter había acabado. Es un héroe porque ha devuelto al Inter las ganas de ganar, ha impregnado a su plantilla de la grandeza del equipo y los ha convencido de que son capaces de vencer a cualquiera.

ADAPTACIÓN AL 3-5-2

Ha dotado al equipo de un empaque y una solidez que casan a la perfección con un juego de contragolpe peligrosísimo, único en esta Serie A. Stramaccioni trató de seguir con el viejo esquema del 4-3-3 del Inter que tan buen resultado había dado en años anteriores. Pero se dio cuenta rápidamente de que tenía que adaptar su sistema a sus jugadores, y no al revés. Estableció un 3-5-2 en el que la línea de defensa está plenamente respaldada por dos pivotes en la medular que cierran casi todos los espacios al rival, que tampoco puede entrar por las bandas gracias a los carrileros, más defensivos que ofensivos (con la excepción de Yuto Nagatomo, muy útil de carrilero ofensivo).

Por delante, los tres nombres de Cassano, Palacio y Milito son indiscutibles, al menos hasta el regreso de Sneijder y Coutinho, ambos lesionados. Stramaccioni pasará también a la historia por ser el hombre que resucitó a Antonio Cassano. Fantantonio tiene en el Inter toda la importancia y responsabilidad de las que careció en el Milan. Cassano se siente libre, ha llegado por fin a la que quería que fuera su casa desde pequeño y está feliz, más delgado y efectivo. El ex madridista ocupa la posición de trequartista, aunque se mueve por todos los frentes del ataque. Milito y Palacio (o Livaja en Europa League) se encargan de los goles. Y cuando sale al campo Fredy Guarín, los contragolpes son vertiginosos.

El 1-3 en el Derby d’Italia en el Nuovo Stadio della Juventus demuestra que este Inter no va en broma. Es la octava victoria consecutiva de Stramaccioni, y la novena fuera de casa, es decir, el Inter ha ganado absolutamente todo lo que ha jugado como visitante, tanto en Serie A como en Europa League, y sólo ha encajado tres goles. El único problema que tiene ahora Stramaccioni es que las expectativas sobre su Inter han crecido exponencialmente y la obligación de conseguir títulos se cierne sobre su cabeza. Él está tranquilo. Sabe que sus jugadores están a su lado, que lo apoyarán hasta el final (la buena relación con sus futbolistas, otro de sus logros) y que la confianza que está dando esta serie de triunfos será la base del éxito.

 

* Jesús Garrido es periodista.


– Fotos: Reuters – EFE -FC Internazionale Milano




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