Stephen Curry llevó a Golden State Warriors a su tercera victoria de estas Finales (104-91) con una auténtica demostración de las cualidades que le han llevado a ser MVP esta temporada y tuvo su primer gran partido de la serie con 37 puntos. En el otro bando, LeBron James se quedó solo cuando más necesitaba un compañero y su titánica exhibición (40-14-11) acabó sin servir para nada. El duelo entre ambas figuras fue brutal en el último cuarto donde Curry anotó 17 puntos y James, 16. David Blatt dio una vuelta de tuerca a la serie desde los banquillos aceptando la propuesta de jugar sin pívots que propuso Steve Kerr en el cuarto partido y estuvo cerca de salirle bien, pero en el último cuarto los secundarios no aparecieron.
No es ningún secreto que la época dorada de los pívots pasó a mejor vida en la NBA hace tiempo, no obstante, estas Finales están siendo un auténtico varapalo histórico a la figura del interior puro. El partido empezó con los mismos planteamientos y hombres que en el cuarto duelo: Steve Kerr propuso un quinteto en el que el jugador más alto era Draymond Green y sus 2.02 y Cleveland Cavaliers puso sus titulares habituales con Tristan Thompson y Mozgov, después del mejor partido de su carrera NBA, como interiores. Eso iba a durar cinco minutos, los que tardó Warriors en demostrar que con esos jugadores no tenían nada que hacer los de la Conferencia Este.
No tenían opciones por varias razones: Iguodala era indescifrable para ellos en ataque, defendido por Mozgov podía esperar en una esquina para tener un buen tiro abierto; la diferencia de rebotes no era remarcable pese a la diferencia de altura y los de Kerr salían como rayos al contragolpe en cada rebote, lo que sí marcaba diferencias en el partido; y la que podría ser la más destacada: pese a la diferencia de altura, los interiores de Cavaliers apenas marcan diferencias en ataque, ninguno de ellos se ha caracterizado nunca por ser un interior autosuficiente (Thompson puede llegar a serlo desde el rebote ofensivo) y, por tanto, a cada pase interior sobre Mozgov los Warriors hacían un rápido 2×1 al ruso que en la mayoría de veces iba a acabar con una mala decisión de este.
Ante esto, David Blatt pidió un tiempo muerto tras el 8-2 inicial y sentó a Mozgov dando entrada a JR Smith. Este cambio daba un giro de guión importante. El técnico aceptaba el reto de jugar sin pívots, Tristan Thompson iba a ser su hombre más alto con 2.05, y cambiaba por completo la manera de atacar. Por una parte, vaciaba la zona situando los cinco hombres en la línea de triple, lo que permitía que LeBron James, con un simple pasar y cortar, ganara la zona a su marcador y ahí, con ventaja de posición y espacio, cimentó gran parte de su exhibición del primer tiempo. Por otra parte, Cleveland activaba por fin a JR Smith, a quien buscó desde que salió al parqué y este respondió con 14 puntos en el primer tiempo. En el segundo tiempo, el ex de Knicks demostraría porqué se le considera un jugador racheado y desapareció en combate, acabando el partido con los puntos anotados en los primeros 24 minutos.
Pese al giro táctico del partido, que dejó a los pívots como meras comparsas en todo el encuentro (Mozgov sumó 9 minutos y 0 puntos para Cavs y Lee-Ezeli, 12 minutos y 2 puntos para Warriors en todo el encuentro), el verdadero protagonismo lo tuvieron los jugadores. Dos por encima del resto, los dos mejores del mundo en este momento: Stephen Curry y LeBron James. En el segundo cuarto comenzó el verdadero duelo, ambos enseñaron las uñas en el primero, pero en el segundo demostraron que hoy podrían plantearles los entrenadores cualquier tipo de defensa, que ellos iban a conseguir superarlas.
En ese período, Stephen Curry se dio cuenta al fin que Matthew Dellavedova no es tan buen defensor como se ha creído en estas finales. El base de Warriors descubrió la grieta del australiano en la defensa del dribling y en la continuación de los bloqueos y desde esos dos movimientos recuperó toda su confianza. En esta serie, Curry se había mostrado demasiado estático y en esos cuerpo a cuerpo Dellavedova, desde el carácter, había conseguido resultados favorables en su duelo y mentalmente había afectado al MVP de la temporada; sin embargo, cuando Curry detectó la fuga, algo que había intuido en los dos últimos partidos donde Dellavedova había dado alguna pista de cuáles eran sus defectos, entonces el tirador fue a hacer sangre y lo consiguió a base de triples tras dribling y tras bloqueo.
LeBron James se mostraba feliz imponiendo su físico y su técnica mientras sus compañeros participaban en la ofensiva. Con algunos puntos más de mira, el rey no tenía que ser el foco de las defensas rivales todo el tiempo, lo que cuando recibía le otorgaba espacio y en los uno contra uno conseguía sumar tuviera quien tuviera delante. Kerr le planteó una jugada similar a la del primer partido y le dispuso de hasta tres defensores y James pasó la trituradora igual que aquel día. Iguodala, ya nombrado como defensor oficial de LeBron James, fue el que más tiempo estuvo con él, pero además Draymond Green y Livingston pasaron por el mal trago de enfrentarse a las ofensivas del jugador de Cavaliers. James leyó fenomenal a todos sus defensores y realmente nadie pudo detenerlo en todo el encuentro, sin embargo, eso solo valía para mantener a su equipo con opciones en el marcador. Se necesitaba algo más para ganar.
Cavaliers iba a igualar el partido a 75 puntos a los dos minutos de empezar el último cuarto con un LeBron James que iba a liderar a su equipo de principio a fin participando en todas las canastas. El de Akron intentó involucrar a sus compañeros sin olvidar su faceta asistente, 11 en el total del partido y 2 en el inicio del cuarto período, pero poco a poco su equipo lo abandonó. El primer en renunciar fue JR Smith, que realizó un segundo tiempo fantasma tras ser uno de los protagonistas del primero. Dellavedova enseñó sus limitaciones ofensivas cuando más lo necesitaba su equipo. Shumpert se asustó, había fallado varias canastas sencillas durante el partido y en el último cuarto delegó cualquier tipo de intento ofensivo; y Thompson, su último escudero en pie, no tenía muchos recursos para ayudarle. Ante eso, LeBron James tiró del carro en un cuarto colosal en el que firmó 16 puntos y 2 asistencias. Poco que reprocharle.
Enfrente emergió en el último cuarto un Stephen Curry vestido de MVP. Salió tras el empate a 75 que había provocado LeBron e hizo suyo el encuentro. Devolvió cualquier canasta del de Cavaliers con un triple, cuando James anotaba de ocho metros él respondía mareando a Dellavedova con su bote para acabar anotando un triple cuando el australiano ya estaba hechizado por la magia de Curry. Y cuando a James comenzaron a pesarle los minutos, que no la responsabilidad, y erró algún que otro tiro, entonces el de Warriors sentenciaba con otro baile sobre Dellavedova finiquitado con triple para levantar al Oracle y poner el 3-2 muy cerca.
En los últimos minutos, David Blatt intentó devolverle a Steve Kerr la jugada del Hack a Tristan Thompson yendo a por un Iguodala sin acierto desde el tiro libre (2/11), su único borrón en otro gran encuentro del todoterreno de los Warriors. Pero fue demasiado tarde como para que surtiera el efecto deseado, acercó al equipo a ocho puntos a falta de minuto y medio y Dellavedova tuvo un triple en sus manos que pudo ser psicológico, pero falló. Stephen Curry, diez segundos después, acababa con el partido con un lanzamiento de ocho metros que acababa tumbando a un LeBron James que volvía a terminar exhausto.
* Iñaki García es periodista.
– Foto: Bob Donnan (Efe)
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