Son muchas las ocasiones en las que hay que solventar retos, mirarse a uno mismo y utilizar hasta la última de nuestras capacidades para continuar hacia adelante. Existe una clase de deportistas que lejos de esperar a encontrarse de frente con ellos decide coger la mochila e ir a buscarlos. Cogerlos por sorpresa, dar unos golpecitos en su espalda y decirles que ya ha llegado.
Anna Cruz decidió un día coger esa mochila y emprender un camino del que es difícil saberse preparada previamente. Aterrizó en la liga Rusa (juega en el Nadezhda Orenburg) y cuando el frío empezaba a dar algo de tregua ya volaba hacia Nueva York para jugar en la WNBA.
Podría pensarse que el camino emprendido un año antes llegaba a su punto más álgido, que ya no habría más sorpresas al doblar la esquina. Pero cuando Anna giró no fue precisamente una calle más lo que encontró. De pronto, junto a sus compañeras de la selección española, Anna se encontraba en un mundo nuevo, en un oasis deportivo en forma de final. Anna se encontraba escribiendo la historia del baloncesto femenino: España se enfrentaba en su primera final de un mundial a Estados Unidos.
Y esta vez sí, para una jugadora de baloncesto nacida en Badalona y que comenzó a desarrollarse profesionalmente en Burgos, el destino había sido más que benévolo con ella. Era una etapa brillante e irrepetible, pero no olvidemos que al contrario de lo habitual fue Anna quien decidió salir en busca de su destino.
Esta vez decidió seguir rodeada de montañas nevadas y estableció rumbo a Mineápolis para jugar en Minnesota Lynx. Antes tuvimos la oportunidad de hablar con ella y compartir sus experiencias en esta extraordinaria etapa deportiva que está viviendo.
Cuando escribo estas líneas Anna Cruz se ha proclamado campeona de la WNBA. Si hay algo más allá, si estamos en la cima deportiva de esta deportista, es complicado de saber; no olviden que un día Anna Cruz decidió soñar con los ojos abiertos.
Pregunta.- ¿Cuál es su rutina, el día a día en una ciudad, en un equipo nuevo?
Respuesta.- Entrenamos dos veces al día, aunque con tanto viaje de vez en cuando tenemos descanso para recuperar. Cada una tiene su propio piso y de vez en cuando, cuando el calendario y el cansancio lo permiten, vamos a alguna cafetería de la ciudad o a cenar a algún restaurante con las compañeras de equipo.
P.- Segunda temporada en Rusia. ¿Es un año para afianzar objetivos personales y colectivos?
R.- En el segundo año en cualquier club es siempre todo más fácil. Ya conoces las rutinas y la forma de hacer las cosas. Los objetivos son más o menos los mismos, ya que mantenemos un bloque de jugadoras respecto al año pasado.
P.- ¿Cómo es la llegada al Nadezhda Orenburg? Es una liga y un país muy diferente.
R.- Es todo muy diferente. Al principio cuesta acostumbrarse, pero si los resultados acompañan, todo es mucho más fácil. Lo que peor llevo son los viajes.
P.- ¿Afecta el cambio en la vida personal en el rendimiento deportivo? ¿O por el contrario le permite centrarte aún más?
R.- Sí que afecta. Inconscientemente el estado anímico siempre afecta a tu forma de juego. Por eso es importante adaptarse cuanto antes.
P.- En el baloncesto femenino, para avanzar en lo deportivo, ¿es imprescindible salir fuera?
R.- Ahora mismo creo que salir fuera de España es una muy buena opción, tal y como están las cosas. Creo que si una jugadora quiere avanzar y curtirse, debe vivir la experiencia de jugar en una liga desconocida y no acomodarse.
P.- Termina la primera temporada en Rusia, con el Mundial de Baloncesto en el horizonte y el recuerdo amargo de haberse quedado fuera del último EuroBasket, y entonces aparece la opción de Nueva York.
R.- 2014 fue un gran año. Digamos que 2013 fue algo peor, pero de todo se aprende. Cuando te pasan cosas malas parece que se va a acabar el mundo, pero creo que para la gente que lucha y que trabaja suele haber una alternativa que te devuelve las ganas de sonreír. Después de quedarme fuera del Europeo, Oremburgo y Nueva Yorl me acogieron con los brazos abiertos y me devolvieron la sonrisa.
P.- La mejor liga del mundo, un equipo histórico, el Madison Square Garden… ¿Cómo es ese viaje en el avión de Anna Cruz? Lee, escucha música, imagino que piensa mucho.
R.- Sinceramente, ¡el viaje me lo pasé durmiendo! Rusia-Barcelona-Nueva York pasando un día por casa. Estaba muerta y tampoco quería ponerme más nerviosa de lo que ya estaba, así que decidí dormir.
P.- Entra en el vestuario y se cambia en la taquilla de Carmelo Anthony. Llegará un momento en el que todo le parecerá normal y simplemente se centra en disfrutar jugando y compitiendo.
R.- No sabía que esa era su taquilla. Me lo dijeron unas semanas más tarde. La verdad es que impacta mucho todo. Era como si fuera la protagonista de una película las 24 horas del día. Las instalaciones, los vestuarios, el trato que recibes… ¡Todo a lo grande! Al final tienes que dejar un poco de lado todo lo demás y centrarte en jugar, que es a lo que fui.
P.- Y resulta que hace una temporada extraordinaria.
R.- La verdad es que no me puedo quejar. El entrenador me dio su confianza y jugué bastante y no lo hice mal, aunque me gustaría volver y hacerlo mejor. Creo que siempre se puede hacer mejor.
P.- Se habla de Nueva York como un punto de inflexión en su carrera. Pero quizá la temporada en las Liberty realmente haya sido el escaparate, el sitio donde se has dejado llevar y ha sacado todo su baloncesto. Pero hay un afianzamiento de la confianza y una madurez personal que viene de mucho más atrás. ¿Ha llegado EEUU en el momento justo?
R.- La verdad es que no lo pienso tanto. Creo que en esta vida hay que aprovechar las oportunidades. Llevo desde los 6 años jugando al baloncesto, habría sido muy estúpida si después de tantos sacrificios, tantos entrenamientos, lesiones, tantos malos momentos, llega algo como esto y no lo aprovecho. Me sentía bien, con ganas de vivir nuevas experiencias, y me dejé llevar por esas ganas de descubrir algo desconocido. Fue una de las mejores experiencias de mi vida.
P.- Y llega el mundial. Antes de la final, el campeonato de España es realmente fantástico, también en lo personal.
R.- La verdad es que estuvimos bastante entonadas durante todo el campeonato. Nos salía todo muy fácil. Todas sumamos. Hay muy buen ambiente en la selección, y aunque teníamos presión por ser una de las selecciones potentes, creo que la supimos llevar muy bien.
P.- Es el último entrenamiento previo a la primera final de un Mundial, ¿qué sensaciones hubo?
R.- Las mismas que durante todo el campeonato. Sabíamos que no teníamos nada que perder, que las favoritas eran ellas, pero que nosotras no se lo íbamos a poner nada fácil. Para mí era mi primera final con la selección, y lo que hice fue pensarlo lo menos posible y salir a la pista como si fuera un partido más.
P.- Convivió con Cindy Lima. ¿La noche previa es una mezcla entre el recuerdo de todos estos años y lo que estan por vivir al día siguiente?
R.- Antes compartía habitación con Cindy Lima. Este año lo he hecho con Leticia Romero. Y la noche previa con Leticia Romero fue parecida a las demás noches, muy entretenida. A Leticia le pasan siempre cosas muy curiosas y nunca te aburres. Espero compartir con ella más experiencias como esta.
P.- Se inicia el partido y llega el descanso. Desde fuera es un abrir y cerrar de ojos en el que Estados Unidos ha roto irremediablemente el partido.
R.- La verdad es que salimos un poco mas nerviosas de lo normal, y con esta clase de equipos no puedes despistarte ni un segundo.
P.- Primeras jugadas del tercer cuarto y llega un triple suyo. De pronto el equipo se libera, defiende con intensidad, corre contragolpes, hace precipitarse a las jugadoras americanas… ¿Qué ocurre en el descanso?
R.- El descanso nos vino bien para tranquilizarnos. Tuvimos un mal cuarto en todo el campeonato y fue ese. Fue una lástima, pero siendo realista creo que están un pasito por encima. Aunque el balance fue positivo, siempre te queda la duda de que a lo mejor podríamos haber hecho algo más.
P.- El segundo tiempo es de igual a igual con el equipo estadounidense. Termina el partido y más allá de la derrota, son conscientes del hito que acabáis de conseguir. Toca disfrutarlo.
R.- Pese a perder la final, hicimos muy buen papel. Lo celebramos a lo grande. La ocasión lo merecía.
P.- ¿Es este mundial un ‘Los Ángeles’84’ para el baloncesto femenino? ¿No cree que no es el final, sino el inicio de algo?
R.- El baloncesto femenino español lleva ya muchos años consiguiendo medallas y siendo muy importante a nivel mundial, tanto en la absoluta como en categorías inferiores. Tras la medalla de plata tuvimos un ‘boom’ mediático, lo que no quiere decir que antes no se hubieran conseguido éxitos igual de importantes.
P.- Y es imposible no acordarse de Rivas Ecópolis, de Burgos o de Barcelona.
R.- Nunca hay que olvidarse de las raíces. Todo esto es gracias a la gente que desde pequeña ha confiado en mí.
P.- Porque los inicios del profesionalismo femenino no deben ser fáciles, aunque seguro igual de motivadores y felices que la de cualquier adolescente que comienza un camino así.
R.- Es como todo. Yo empecé ilusionada hasta mis estudios universitarios. Lo importante es que esa ilusión perdure a lo largo de los años. Que vayas recogiendo los frutos del trabajo y la constancia y que te sientas satisfecha contigo misma.
P.- Esos inicios son puros, felices y hasta cierto punto despreocupados. El baloncesto femenino, alejado del alguna manera del foco y la exposición más mediática, ¿mantiene la esencia de lo que significa el deporte por encima de todo?
R.- Cada vez que conseguimos alguna medalla, somos un poco más mediáticas, pero en el día a día aún seguimos pasando muy desapercibidas. Creo que un deporte tiene que mantener su esencia, y la mayoría lo hacen.
P.- El presente es incuestionable, pero ¿el futuro inmediato pasa por Rusia y Estados Unidos? ¿Qué tiene en mente? Y, sobre todo, ¿qué le apetece?
R.- Ahora mismo sigo en Rusia, todo como estaba planeado. Yo repetiría con los ojos cerrados las experiencias que viví el año pasado. Lo que me apetece es vivirlo todo al máximo.
* Pepe Navarro Barranco.
– Fotos: Minnesota Lynx – FIBA Europe – FEB
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