Me siento delante del televisor: el partido está a punto de empezar y la realización pincha los onces iniciales de ambos equipos mostrándome la formación que utilizarán. El tablero es un campo de fútbol y las fichas están colocadas en sus posiciones. Es el momento de que la pelota empiece a rodar, pero nadie me ha informado de cuál será la actitud de los equipos durante el encuentro.
Históricamente se ha dado una gran importancia al posicionamiento de los equipos, considerándolo una de las claves para conseguir un buen resultado mientras que, en ocasiones, obviamos o no se le presta atención a un elemento que, bajo mi punto de vista, tiene una mayor repercusión sobre el resultado final que no es otro que el estilo de juego.
Entiendo el Sistema como la unión de individuos que se colocaran sobre el campo mientras que el Estilo de juego será la personalidad o identidad que tendrá el equipo durante el partido. El entrenador será el responsable de transmitirla correctamente y ellos deberán tener suficiente confianza en dicha personalidad como para mostrar esa mentalidad sobre el césped.
Tendemos a cometer la equivocación de definir el estilo de juego a partir del posicionamiento que se va a utilizar para disputar el encuentro, aunque se trata de un error, ya que podemos encontrar infinidad de ejemplos en que una alineación aparentemente ofensiva se acaba convirtiendo en todo lo contrario, mientras que en ocasiones un equipo con una formación claramente defensiva se acaba convirtiendo en un ciclón ofensivo.
Con balón o sin él, los jugadores deben tener clara la filosofía que deberán seguir, siendo conscientes de que la posibilidad de disfrutar sobre el terreno de juego dependerá de ser capaces de minimizar los errores y prolongar los aciertos, permitiéndoles de esa manera mantener la idea futbolística que se ha entrenado durante la semana.
Al igual que los sistemas, todos los estilos de juegos son aptos siempre que, como he mencionado anteriormente, se haya conseguido que los protagonistas crean en él.
Debemos conocer que, en ocasiones, el estilo vendrá definido por la tradición de un club, por lo que el entrenador ya sabe las expectativas que su equipo despertará durante los partidos, mientras que en otras deberemos adaptarnos a la plantilla que nos encontremos. En algunos casos, el recién llegado deberá sentirse afortunado ya que tendrá la posibilidad de confeccionar un grupo de trabajo a su medida, incorporando futbolistas que le permitan trasladar su idea al terreno de juego.
Cuando hablamos de entrenadores encontraremos algunos con un estilo definido y claro; en cambio, otros son camaleónicos siendo capaces de utilizar diversas opciones durante un mismo partido o cambiarlo dependiendo del rival, resultado o, bien, si juega como local o visitante.
Lo importante para un entrenador debe ser encontrar el suyo para tener una base desde la que ir creciendo: es muy difícil transmitir si no soy capaz de tener mis ideas claras.
Para concluir, es importante saber que el estilo de juego deberá ser prioritario y, en determinadas ocasiones, hay que contemplar la posibilidad de realizar cambios en nuestro sistema que ayudaran al equipo a consolidar la personalidad que queremos darle.
Acaba el partido, la luces se apagan, el marcador refleja que uno de los equipos se ha llevado la victoria, los jugadores se marchan al túnel de vestuario, el entrenador saluda brevemente a sus jugadores, a los cuales felicita por el esfuerzo realizado. Sin apenas tiempo para disfrutar del logro conseguido se dirige hacia la sala donde los periodistas esperarán sus respuestas. En ese trayecto, una pregunta le viene a la cabeza al acordarse del espectador que se sentó a ver el partido ¿Mi equipo habrá resuelto su duda?
* Enrique Durán es Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue Coordinador de la FCB Escola. En Twitter: e_duran_diaz
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