"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Atlético Madrid / Fútbol / España
En el verano de 2014 el Atlético vendió a jugadores importantes. Diego Costa, Courtois y Filipe Luis, sobre todo. El lateral brasileño se había convertido en un auténtico puñal por la banda izquierda. Su poder de asociación, su facilidad en el desborde y su mejora en defensa le hicieron uno de los mejores del mundo en su puesto. El Chelsea no llama a tu casa porque sí, aunque ahora su hábitat esté siendo el banquillo de Stamford Bridge. No iba a ser fácil sustituirle, pero la llegada de Siqueira fue recibida con buenos ojos. Lateral izquierdo contrastado, dio su mejor nivel en Granada y tuvo un contrato con el Real Madrid encima de la mesa que nunca se llegó a dar. Estos tampoco descuelgan el teléfono por cualquiera. A él se le unió un notable Ansaldi. La banda izquierda parecía apañada.
Siqueira llegó con la vitola de titular indiscutible por delante del argentino. Los primeros encuentros oficiales así lo atestiguaban. Pero algo no terminaba de encajar. Un par de brillantes apariciones de Ansaldi convencieron a Simeone para darle la oportunidad y, con trabajo y protagonismo en su banda, le comió la tostada al brasileño. Una inoportuna lesión de la que aún está recuperándose obligó a Simeone a volver al plan inicial. Pero seis meses después de su contratación, el lateral sigue estando muy verde.
En un equipo como el Atlético de Madrid de Simeone, los automatismos defensivos, la capacidad de reacción y la calma en momentos de asedio rival han sido vitales para la consecución de tantos éxitos. Juanfran, Godin, Miranda y hasta Giménez tienen totalmente interiorizado todo lo que el Cholo quiere y les pide. También lo tenía Filipe Luis, que formó la mejor línea defensiva del pasado año junto al resto de sus compañeros. También la estaba teniendo Ansaldi, más recatado en ataque que los dos laterales brasileños, pero más aseado en defensa que Siqueira. El argentino sabe medir cuándo sumarse al ataque y cuándo no. Sabe asociarse mejor con sus compañeros y la presión le afecta menos.
El partido de Siqueira en la ida de cuartos de final de Copa del Rey en el Camp Nou es una prueba más de la anarquía que ahora mismo fluye en este futbolista. Una anarquía que choca de bruces con la forma de ser de un equipo tan automatizado como el de Simeone. Nadie duda de su calidad ni de que es un lateral magnífico. Pero la presión por jugar dos veces por semana, por medirse a los mejores jugadores del mundo o por luchar por cada competición le ha ocasionado un ataque de nervios que se vislumbra en cada balón que controla.
Simeone ya le dio un toque de atención en la eliminatoria anterior ante el Real Madrid, colocando al canterano (y central) Lucas de lateral izquierdo para frenar las acometidas de Bale. El plan funcionó magníficamente. Pero ese parche era puntual. Repetirlo era exponer a un chaval que va ganándose poco a poco su sitio en otra posición. Pese a todo, Siqueira ha vuelto a contar con la confianza plena del técnico, pero no está rindiendo al nivel que se esperaba de él. Defensiva y ofensivamente, son dos Siqueiras completamente distintos y enfrentados. Mucho más liberado cuando supera la línea del centro del campo, es capaz de llegar a línea de fondo y poner buenos centros. De esa línea hacia atrás, es todo caos. Presión cuando el resto de la línea se mantiene pareja y agujeros enormes a su espalda ocasionados por esos movimientos impulsivos. Eso ha hecho que Diego Godín haya tenido que salir a su rescate en más de una ocasión y se lo haya jugado todo en una entrada al límite.
La afición rojiblanca pide la vuelta de Ansaldi, que sufrió una lesión que se ha alargado en el tiempo y que es todo un expediente X. Siqueira, que es un jugador muy útil en nueve meses de competición, deberá dejar la anarquía y los nervios a un lado para poner, como ha hecho el resto, sus botas al servicio del colectivo. Porque solo así este Atlético de Madrid es fuerte. El jugador está. Falta que lo demuestre.
* Imanol Echegaray García es periodista.
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