Cuando un equipo tiene en su plantilla a uno de los mejores rematadores del mundo, la cuestión del gol recae casi por exclusividad en él. Así basaba su juego la temporada pasada el Atlético de Madrid. Un depredador del área como Radamel Falcao sólo tenía que buscar su hueco cerca de la portería rival para aprovechar el viento que venía por detrás. Un equipo diseñado para surtirle de asistencias.
Todo esto lo devolvió a base de tantos. 70 en 91 partidos, para ser más exactos. El colombiano marcó 36 y 34 goles en las dos temporadas que estuvo vistiendo la camiseta rojiblanca. En la pasada liga metió el 45% de los goles de su equipo.
Con su venta al Monaco, el Atlético de Madrid no sólo perdió a su estrella y hombre más comercial, perdió gol. Contrarrestar eso, con el desarrollo que marcó el mercado estival, era muy complicado. Se pensó en Álvaro Negredo, pero las exigencias de José María del Nido no casaban con las de la secretaría técnica del club. Con Roberto Soldado también se pinchó en hueso. Había un club que disponía de treinta millones para llevárselo a Londres. Al final, y como caído del cielo, llegó David Villa por un precio quince veces inferior al de sus compañeros de selección.
Pero el problema no estaba subsanado. El Guaje no es Radamel Falcao. Y eso lo sabe él y también Simeone. Que marcará goles es un hecho, pero las cifras del colombiano son difícilmente superables. Aquí es donde entran en materia sus compañeros, que como si de un alistamiento a la guerra se tratase, deberán dar un paso al frente en su faceta goleadora.
Dejando de lado a Diego Costa y sus diez goles de la pasada temporada, el resto de jugadores de la plantilla atlética anotaron tan sólo dos goles más que el ex ‘9’ rojiblanco, siendo Arda Turan y Raúl García –suplente habitual– los que más puerta vieron con cinco cada uno.
El mediocampo del Atlético acabó la temporada muy pobre a la hora de ayudar a Falcao a golear. Un hándicap que este curso debe dar un giro. El cambio está en movimiento y se ha podido ver en los dos primeros partidos de liga. En ellos, los rojiblancos han anotado ocho goles –3 de Diego Costa–. El navarro, que entró en el equipo titular ante el Rayo Vallecano, anotó dos tantos. Uno tienen Cristian Rodríguez, Tiago y Arda Turan. De ellos, sólo el turco es titular indiscutible.
El sostén en forma de delantero importante que tenían los pupilos de Simeone el pasado año ya no existe, a no ser que Diego Costa explote en materia goleadora y David Villa vea puerta con relativa facilidad. Sería hablar sobre irrealidades y momentos ficticios que aún no están ante nosotros. Funambular por la delgada línea del éxito y el fracaso dependerá del trabajo y el empeño que el preparador argentino ponga en los suyos.
Y en eso anda. En las dos jornadas que llevamos, se ha alabado, con total merecimiento, a un Atlético vivaz y con ganas que ahoga a sus rivales por empuje y por presión. Pero este equipo vive de más dosis futbolísticas que la mera sangre que Simeone ha impregnado a toda su plantilla, sin dejarse a ninguno.
Los rojiblancos son más llegadores y atacan con más gente. Su rematador ya no está y las segundas jugadas cobrarán mucha importancia de ahora en adelante. Se ha visto a un Gabi más cercano al área cuando el juego colchonero sobrepasa los tres cuartos de campo. Tanto en el Sánchez Pizjuán, con dos ocasiones claras, como en el Vicente Calderón, se vio a un capitán que quiere sumar en la tabla de goleadores. Su mejor temporada en este aspecto fue en la 2010/11 con el Real Zaragoza, con 11 goles. Es pronto para aventurarse, pero Gabriel Fernández aportará más de lo que lo ha hecho desde su vuelta al Manzanares.
Otro jugador que tiene hambre es Arda Turan. Si bien su fuerte es asistir, debe obligarse a generar más ocasiones de gol y aumentar sus estadísticas. Ya se ha estrenado en el campeonato doméstico y su situación en el terreno de juego ha ganado varios metros cerca del área rival gracias a la tremenda movilidad entre líneas de David Villa.
El banquillo es un éxito asegurado para Simeone. Siempre le ha dado frutos, en especial dos hombres: Tiago y Raúl García. Portugués y navarro son el ejemplo de la profesionalidad más absoluta. Por esa razón, el entrenador ni se plantea perderles. No disponen de muchos minutos durante la temporada, pero cuando el equipo los necesita, siempre están ahí. Cumplen y además tienen gol. Más incluso que los compañeros a los que sustituyen. Tiago marcó tres goles la pasada campaña por uno de Mario Suárez. Rulo fue el tercer máximo goleador de la plantilla con cinco, dos más que Koke, que deberá apuntarse alguno más este curso. Y a ellos se les deberá unir Leo Baptistao, que dispondrá de sus oportunidades, seguro.
No nos podemos olvidar de la defensa. Sobre todo en a balón parado, algo que al Atlético le está dando un resultado formidable últimamente. Como si de la temporada del doblete se tratara, los colchoneros tratan las jugadas a balón parado como una oportunidad vital mara anotar. En ellas, tienen especial atención los centrales Miranda y Godín, que aunque la temporada pasada no estuvieron finos –dos y un gol respectivamente–, siempre llevan peligro por alto. Los laterales, que se prodigan tanto en el ataque, también tendrán que aumentar sus registros, aunque ellos tienen excusa. Su fútbol se basa en surtir balones a los delanteros, aunque sin Radamel Falcao, la ausencia en los remates será mayor.
Así es el Atlético de Madrid. Un equipo compacto, organizado y que sabe a lo que juega, pero que ha perdido a la pieza con la que todo terminaba. Remando todos juntos en la misma dirección, pueden hacer de la venta del colombiano una situación mejorable para el equipo. Algo impensable hace sólo dos meses.
* Imanol Echegaray García.
– Foto: Ángel Gutiérrez (Atlético de Madrid)
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