"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Europa League 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol
1.- El traje de los domingos. La celeridad con la que transcurre la temporada y las buenas sensaciones experimentadas a la hora de ir consumiendo etapas en el proceso parecieron invitar a Simeone a mirar hacia la profundidad de su armario para comprobar la versatilidad de su proyecto y proponerse a sí mismo un cambio de vestuario. “Algo lo suficientemente formal como para cumplir en la cita, pero sin ese toque ‘arrollador’ del que hacía gala en sus últimas conquistas”. Una jornada que estaba marcada en rojo en el calendario ya que, de ella, se podrían aprehender cómo maduran los automatismos del colectivo por encima de quienes los ejecuten. Un equipo.
2.- O bien sobraba pantalón o el individuo era de extremidades muy cortas. El Atlético convivió con la inquietud de salir a la calle vestido con ropa que no parecía la suya. Así, se desarrollaron los primeros compases de esta nueva cara rojiblanca. Al mirarse al espejo, algo parecía desentonar en la armónica silueta de los domingos. Simeone, nuevamente, apostó por Tiago en el once, a pesar de que Jonas descansaba en casa, y Mario para potenciar un balón que echó en falta el tacto de Gabi. Circulaciones lentas y previsibles ayudadas por el embudo fabricado por la dupla innovadora de Saúl más Koke.
3.- Sin amplitud de mira en los extremos. Uno de esos mecanismos perfectamente asimilados por el conjunto rojiblanco es ver a Arda Turan evolucionar hacia el centro para que Juanfran se meriende la banda derecha en un inagotable esfuerzo que le lleva de arriba a abajo durante los 90 minutos. Una fórmula que dejó al descubierto Silvio. El portugués no conquistó línea de fondo y no se proyectó en ataque por lo que facilitó la poca profundidad de un equipo que moría, antes incluso, de llegar a tres cuartos de campo. Defensivamente se vio superado en la acción del primer gol. Un saque de banda que nace en la izquierda y muere en la derecha para acabar en la red tras no saber Silvio cómo atacar el espacio. Wilson Eduardo sólo acarició la bola hasta el gol.
4.- La corbata ahogaba. La propuesta de Simeone dibujaba a Raúl García por delante del balón y en amplios contextos de espaldas a portería. Jugando de ’10’ y en ciertos pentagramas su melodía conforma notas que son desafinadas. No representó solución para conectar con lo poco que pudo generar Koke, ni alternativa real en la siguiente escala para que la salida de Suárez se convirtiera en una realidad latente.
5.- Un descanso para asentar la armadura. La charla de Simeone y ciertos ajustes en su pizarra atisbaron una mejoría que resultó en su prolongación sobre el terreno de juego más plástica que efectiva. Koke ocupó el carril del ’10’ y Adrián cayó a la izquierda para que el chaval del filial, Pedro Martín, se encargara de ser el último ejecutante de la fase ofensiva. El juego creció con Koke entre líneas y con sus apoyos discurriendo, en ocasiones, hasta la base de la jugada para recibir y descargar en Adrián con el fin de que este inventara. La ausencia de la banda derecha generó una cojera a tener muy en cuenta en futuras probaturas.
6.- El traje se desgarró cual gaseosa barata. El efecto se fue disipando a medida que el reloj iba consumiendo minutos en su contra. En uno de los primeros balones que el Académica se atrevía a rasear, conseguía filtrarlo a la espalda de la defensa acabando con una jugada que culminaría en la sentencia definitiva del encuentro. Pulido cometió uno de esos errores que acaba puliendo el inexorable paso del tiempo, pues hizo un penalti por no saber medir, por ímpetu, por juventud. Wilson Eduardo no falló desde los once metros.
y 7.- Con mala cara. Finalizados los 90 minutos, esa expresión tatuó el gesto de Simeone al comprobar la funcionalidad de su sistema aplicada en los otros, aquellos que no visten sus diseños cada domingo. Después de un año sin perder en Europa, tras 16 victorias consecutivas por el viejo continente, llega una derrota cuando más necesaria era: justo cuando habían empezado a aparecerse los fantasmas del doblete. Un traspié que servirá para concienciar a escépticos y crédulos de que un equipo campeón sabe comportarse igual vestido con el traje de los domingos que enfangado en el barro con el uniforme de guerra.
* Fernando Sosa es periodista.
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– Foto: Atlético de Madrid
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