Complicado ser el Barça de Cesc… sin Cesc. La evolución que está viviendo el equipo a lo largo de este 2012 no admite dudas: se dirige a ser un Barça más “abierto”. Si el de Pep Guardiola fue un Barça de Xavi, amante del control para sujetar el juego y no padecer en defensa, el de Tito Vilanova pretende ser más “anárquico”, con todo lo que esa definición conlleva: menor control, más espacios, mayor libertad arriba, incremento de riesgos abajo. Si con Pep se buscaba atacar de manera muy ortodoxa (“atacar bien”, decíamos) para apenas tener que defender, con Tito se pretende atacar mucho aunque ello signifique defender y padecer más. Dado que el fútbol es un juego de sumas y restas, Tito ha decidido proponer pulsos amplios en los que quepa más un 5-4 que un 1-0. Para ello, el volumen productivo de juego de Cesc es imprescindible.
Cuando el Barça plantea esa propuesta “abierta”, Fàbregas se echa en falta mucho más que en los momentos de rival encerrado y juego horizontal. En ataque, pero también en transición defensiva, fase en la que Xavi e Iniesta padecen sobremanera y Busquets es exigido a unos niveles físicos descomunales. Con Cesc en juego, Xavi puede respirar y aislarse del frenesí vertiginoso, los laterales mantienen la posición, se hace menos necesario que cada acción de Iniesta deba ser mágica por obligación y Busquets tiene quien le ayude en su ir y venir sin parar. Hablo, insisto, de las fases del Barça “abierto”, cuando intercambia golpes a través de grandes pasillos con el rival. Es un Barça voluntariamente con poco control, consciente que concederá ocasiones pero a cambio dispondrá de numerosas a su favor y, sobre todo, muy nítidas. Es en el juego anárquico cuando se crece ese gran anarquista del centro del campo llamado Fàbregas. Y con él, Messi. Pienso que resulta de fácil comprensión: a Guardiola le gustaba que los rivales se encerrasen muy atrás porque así la portería de Valdés les iba a quedar muy lejos. A cambio se veía obligado a descerrajar dicha muralla, lo que consiguió casi siempre. Pero a base de aprendizaje, todos los rivales comprendieron cuál era la fórmula para ser casi impermeables. La mayoría fracasó, pero hubo algunos de mucho tronío que triunfaron en el empeño y esa asignatura, la de derribar muros bien pertrechados, quedó pendiente. Vilanova heredó la cuestión y ha apostado por esta propuesta “abierta”, buscando algo más de campo libre. Hay rivales que siguen encerrándose, pero los hay que aceptan el reto e incluso, como el Betis, que siempre jugaron a pecho descubierto. En cualquiera de los casos, el Barça ya no rehuye esa cierta anarquía, sabedor que atacantes como Pedro y Alexis desbrozan bien el camino y que Messi y Cesc, en comandita, generan un buen número de ocasiones cuando están juntos y pueden apoyarse en Iniesta y Xavi frescos. Pero la llave maestra para gobernar este cierto caos voluntario es Fàbregas. Él permite ir arriba y abajo con cada pieza en su sitio.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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